jueves, 31 de agosto de 2017

Abatido


Las palabras no son ni inocentes ni impunes, por eso hay que tener muchísimo cuidado con ellas, porque si no las respetamos, no nos respetamos a nosotros mismos, aconsejaba José Saramago; efectivamente, con sólo conocer el sentido de las palabras y su evolución en su acomodación a una realidad cambiante, podemos descubrir mucho de la propia evolución de los humanos que las usan y de su interior en ese proceso. Excelente, sobre ésto, el artículo de Javier de Lucas, ¿Abatir?. Abatir, ya había sido una palabra que me ví obligado a consultar en el diccionario por ver si estaba admitida para describir el hecho de matar a una persona, y sí, efectivamente lo está (en la cuarta de las acepciones de la RAE): hacer caer sin vida a una persona o animal (sólo a partir de la vigésimotercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, antes se admitía sólo metafóricamente, como también nos informa Javier de Lucas en su artículo); yo seguía creyendo que sólo se abatían, en éste sentido, los animales cazados.
La deshumanización y cosificación del enemigo en cualquier enfrentamiento o guerra no es nada nuevo, es cierto, y si el ejemplo paradigmático es el del régimen nazi respecto a los judíos intentando privarles, antes que nada, de su humanidad al describirles como untermensch (infrahumanos), ya antes de los nazis, la propaganda de guerra -desde que se tiene constancia histórica, pero sistemáticamente y potenciada por los medios de comunicación, a partir de la primera Guerra Mundial- describía al  enemigo -a todos y cada uno- como un ser sin moral, sin conciencia, bárbaro, violento y dominador por naturaleza, candidato a ser eliminado -otro eufemismo, como retirado, en Blade Runner- sin contemplaciones ni remordimientos; a la vez, se describía al propio país, al propio bando, como garante de paz y justicia, que sólo combatía por haberse visto obligado a ello por un enemigo irracional y salvaje (¿de qué me sonará todo ésto?). El evidente peligro de la escalada de violencia a que conducen todas las guerras es que, al proponer respuestas supuestamente proporcionales ante un enemigo bárbaro, se acaba siendo tanto o más bárbaro que él para poder vencer; es decir, si para para lograr vencer a los actuales terroristas los medios que se nos proponen se basan en ignorar las propias normas y leyes, acabaremos todos -si no lo estamos ya- bajo el control de gobiernos y Estados practicantes de un terrorismo de facto -sin necesidad de declarar públicamente métodos, medios o intenciones- y respetando una sola ley: la de la selva. A aplicar no sólo a los terroristas,  también, por extensión y comodidad del poder, a todos nosotros.
La incapacidad colectiva para hacer efectivos nuestros supuestos valores y, por contra, aceptar implícitamente los de los terroristas -otra señal más del declive del mundo  occidental- sí que me ha dejado abatido.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Un siglo

Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta.

Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...

Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.

No, no son de hoy, esas palabras las dejó escritas en 1912, Benito Pérez Galdós en  La fe nacional y otros escritos sobre España. Apenas un intento de salir del marasmo nacional que fué ahogado en sangre veinte años después y tras él cuarenta años de oscuridad seguidos de otros cuarenta del gris oscuro -casi negro- en que estamos instalados, retrocediendo cien años. Todo un siglo desperdiciado.

martes, 29 de agosto de 2017

Tres por uno

Según la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, hay unos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de éste año 2017 que nos han pasado desapercibidos a todos, menos a ella: el 93,3% del empleo recuperado es a tiempo completo. Solo el 6,7% es a tiempo parcial. Lo cierto es que nos tendría que informar la señora Báñez dónde figuran esos datos, yo he revisado de arriba a abajo la mencionada encuesta encontrando éste párrafo al respecto (está en la primera página, como punto destacable): El total de asalariados sube éste trimestre en 349.500. Los que tienen contrato indefinido aumentan en 93.600 y los que tienen contrato temporal en 255.900. En variación anual el número de asalariados crece en 502.500 (el empleo indefinido se ha incrementado en 202.800 personas y el temporal en 299.700); ¿se compadecen éstas cifras absolutas -ya sea en términos trimestrales o anuales-  con los porcentajes de que nos informa la señora Báñez?: evidentemente no; y ya me extrañaba: contradicen a todas las encuestas realizadas hasta ahora por sindicatos y numerosos estudios independientes que constatan  no sólo un retroceso en los salarios, sino un aumento en la temporalidad de los nuevos empleos. Es igual, para la señora Báñez, esas cifras -las suyas- demuestran que el empleo que llega con la recuperación es de mayor calidad que el se fué con la crisis; y no sólo eso, insiste no sólo en que la recuperación económica existe sino que, además,  es sólida, sana y social
Hace ya más de cinco años Rajoy calificaba a la reforma laboral aún por implantar como amplia, profunda y equilibrada y la propia Báñez nos la prometía como completa, equilibrada y útil -se vé que por entonces aún no existía en el PP el puesto de sincronizador de argumentarios y sólo coincidieron en un calificativo- pero, en todo caso, es normal que el PP utilice -por tradición familiar, más que nada- los lemas triádicos del fascismo y el franquismo -Una, Grande y Libre; una Patria, un Pueblo, un Caudillo; Patria, Pan y Justicia; etc.- que siempre funcionan tan bien; y, ¿quién se resiste a un tres por uno en éstos tiempos tan duros?. Y si lo de sana y social viene un poco encogido, por lo menos que sea sólida. Y si eso tampoco, siempre nos quedará la Virgen del Rocío con su capote, que ya en 2012 nos había sacado de la crisis. (¡Y nosostros sin enterarnos desde hace cinco años!) Por no hablar de los milagros que la Virgen del Rocío realiza con los datos que maneja la señora Báñez.
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P.S.:...la mentira tiene las patas muy cortas... el paro subió en agosto, la afiliación a la Seguridad bajó como no lo había hecho desde 2008, pero el número de contratos registrados durante el mes creció: se firmaron 1.536.400 contratos, un 5,85% más que hace un año y 392.239 menos respecto a julio. Del total de contratos, 115.382 fueron indefinidos —menos del 8%— y 1.421.018, temporales.

lunes, 28 de agosto de 2017

La democracia de Rajoy

Ayer estuvimos donde teníamos que estar y con quien tuvimos que estar, expresando nuestro apoyo a las víctimas del terrorismo y mostrando solidaridad con la inmensa mayoría de los catalanes sensatos y respetuosos, ha dicho Rajoy durante un acto de su partido en Pontevedra, vendiendo una vez más sus excedentes -él parece considerar que le rebosan- de sentido común y sensatez; aunque, y es lo que tiene alargar las frases para hablar sin decir nada: ¿habrá querido decir, por ejemplo, que también existe una minoría de catalanes sensatos y respetuosos que se ha dedicado a abuchearle y a los que no quiere expresar apoyo ni solidaridad? Pudiera ser, porque, en su mejor línea de ignorar lo que no le interesa, ha declarado que las afrentas de algunos no las hemos escuchado; que no creo que haya que traducir del lenguaje mariano para comprender que para él, afrenta equivale a todo aquello que no desea oír; para él, su misión política debe consistir sólo en escuchar  los aplausos de los adictos tras sus vacías peroratas y no la de escuchar a los discrepantes para establecer un inexcusable -en democracia- diálogo político. Pues no, a Rajoy le gustaría que algunos responsables políticos renunciaran a sus planes de ruptura y radicalidad; creo que es lo que quiere la mayoría de la sociedad catalana. Que, digo yo, ¿no habría forma de verificar esa creencia suya?
Y ha rematado con una -repetida, para alargar el discurso- de sus acostumbradas obviedades vacías de contenido: aparcar las diferencias nos hace grandes, vencer al terrorismo desunidos no es posible; y (bis) las víctimas nos quieren unidos y los terroristas nos quieren desunidos, de ambas concluye: la grandeza de la democracia es su unidad frente a quienes quieren liquidarla.
Pues no, señor Rajoy, la democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder político al conjunto de la ciudadanía, precisamente al conjunto en la consideración de su diversidad, si el conjunto fuera uniforme no sería útil -ni necesaria- la democracia; así pues la grandeza de la democracia no es su unidad, sino la diversidad cuya convivencia social pretende organizar. Los que realmente quieren liquidarla son los que olvidan ésto último so pretexto de una mayor eficacia (para fines, en general, muy poco democráticos, todo hay que decirlo).

sábado, 26 de agosto de 2017

El humor, que no falte

Ramper (Ramón Alvarez Escudero) fué en sus inicios un showman circense que al final de su carrera artística actuó como  humorista  con un estilo muy personal e ingenioso -basado, a menudo, en palabras de doble sentido o juegos de palabras- que le hizo inmensamente popular, mereciendo elogios,  incluso, de Jardiel Poncela; sus últimos años (murió en 1952, con 60 años) fueron de penuria económica, con su figura y su carrera en el olvido. Cuentan que en el Madrid republicano asediado por las fuerzas de los militares sublevados en la guerra civil y durante una actuación suya, Ramper, recorría la pista echando serrín al público y pregonando: serrín de Madrid (se rinde Madrid) mientras portaba una fotografía enmarcada de Franco y decía: y a éste lo vamos a colgar; el público de un Madrid martirizado por el hambre y las bombas, aplaudía a rabiar.
Viene todo ésto a cuento de que a todas las desgracias indiosincrásicas de éste país -me he enterado recientemente que a los rusos les ocurre algo similar; son innumerables los chistes de la época soviética y de la actual-  no debemos añadir, afortunadamente, la falta de humor, sea del color que sea: todo lo contrario, tanto más crudo cuanto más cruda sea la situación violenta, angustiosa o dolorosa que se trate, por lo que es comprensible que el artículo El terror y la broma infinita de Juan Cruz en El País haya sido objeto de una amplia contestación en las redes sociales (pueden verse, también, los comentarios al pie del propio artículo). Es igualmente comprensible que a Juan Cruz le parezca que  las redes sociales son muy golosas y muy absorventes y dejan que las personas deduzcan en lugar de confirmar; que yo supongo que a él le parecería mucho mejor que todo siguiera como siempre, o sea, que todos estuviéramos esperando que alguna mente brillante -y grande- como la suya nos confirmara la realidad para que pudiéramos estar seguros de que lo es con absoluta certeza. Aunque me temo que eso ya va ser muy difícil: la increíble ductilidad de los medios ante el poder ha hecho que la ciudadanía que pretende informarse desconfíe cada vez más de ellos y que la auténtica opinión de la calle se haya refugiado en algo bastante más difícil de controlar y que -simultáneamente- informa, genera debate y obliga a deducir, como son las redes sociales en la actualidad.
Según el señor Cruz, reír es una mueca que, si carece de contenido, se queda en la sorda expresión de la tontería, contradiciendo lo científicamente aceptado en éste momento: reír es bueno siempre -al menos para los comunes mortales que podemos prescindir del contenido- pero, sobre todo, enfrentar la vida con humor es fundamental casi para poder seguir viviendo. Sin embargo, según él, mientras ríes no aprendes de lo que te está pasando; increíble que una mente confirmadora como la suya no sea capaz de desarrollar dos tareas al tiempo. O será que las de resto, las nuestras concretamente, son algo defectuosas y carentes de contenido, haciendo que nos riamos de las tontunas mesiánicas  de un muchacho de historia triste, alma de fanático y cara de ángel expresadas en un macarrónico árabe-andalusí; ¡lo que es oír -o leer- algo procedente de una mente confirmadora: el señor Cruz se sabe su historia, ha visto su alma y su cara le parece de ángel!, no como yo, que sólo he visto el original y algunos de los muchos memes basados en él que el humor e ingenio de presuntos desconfirmados ha producido.
Nos recuerda el señor Cruz que la madre de Rafael Azcona decía en las sobremesas de posguerra, cuando se reían en casa los amigos: ya pagaremos esas risas. Cabría recordarle a él que al propio Azcona no le hizo mucha mella esa admonición penitencista de su madre, ya que afirmaba: para mí, la risa es el mejor aliento. Es cierto que Azcona solía reírse con bastante contenido; todo será ir ensayando y adquiriéndolo.
Y, si quisiéramos ponernos trascendentes,  podríamos citar a Freud: El humor es la manifestación más elevada de los mecanismos de adaptación del individuo.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Gran Hermano, hoy

El Estado de vigilancia del Gran Hermano del que George Orwell nos advirtió en 1949 -en su novela 1984- está vivo y goza de buena salud peligrosamente en la Europa de hoy. Los gobiernos, incluido el del Reino Unido, no están lejos de crear sociedades en las que la libertad es la excepción y el miedo es la norma, lo que debería causarnos una gran preocupación, aseguraba recientemente Kate Allen, directora de Amnistía Internacional en el Reino Unido, que concluía: es necesario que los gobiernos defiendan a los ciudadanos de los horribles ataques terroristas que se han producido recientemente en Europa, pero advierte: los gobiernos no deberían hacerles pagar a los ciudadanos con derechos básicos como los de desplazarse libremente o pensar libremente, como finalmente parece que está ocurriendo actualmente en Europa.
Y es que el miedo es el factor clave que manejan los gobiernos como catalizador en la aplicación de la segunda de las diez estrategias de manipulación mediática enumeradas por Chomsky (Crear problemas y después ofrecer soluciones) que describe, explícitamente, el método problema-reacción-solución: Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. (Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos). Y el único inhibidor del proceso parece ser la formación de opinión al margen de la desinformación de los medios oficiales. Y, sobre todo, teniendo muy presente la sexta estrategia  de las mencionadas por Chomsky: Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión, para intentar hallar la forma de neutralizarla mediante un análisis frío y objetivo de la realidad. 
Como alternativa: creer que la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza y, en conclusión, la rendición:...ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano. Con ese retrato de Winston Smith finaliza Orwell 1984.

lunes, 21 de agosto de 2017

Laicidad a la española

Reiteradamente los medios nos han informado de las -al menos- 35 nacionalidades de las víctimas del atentado terrorista en Barcelona, entre ellas: argelina, marroquí,  china,  egipcia,  kuwaití, mauritania, paquistaní y turca. Pues bien, la ceremonia oficial en recuerdo y homenaje a las víctimas ha consistido en una misa (católica) que se ha oficiado en un templo (católico) -la Sagrada Familia- por el arzobispo (católico) de Barcelona, Juan José Omella y a la que han asisitido tanto el presidente del Gobierno como el Jefe del Estado de España.
Una singularidad más (*) en nuestra manera de entender la laicidad del Estado y la separación -manifiestamente inexistente- en éste país entre la Iglesia (católica) y el Estado, entre lo público y lo privado; no habría que recordar que ceremonias públicas de homenaje tras desastres semejantes o de otro tipo en Francia, Alemania y Reino Unido, han sido -como es lógico- cermonias civiles, ceremonias de Estado y, a lo sumo, con ocasionales y puntuales intervenciones  religiosas. Y cabe preguntarse si las víctimas  -y sus familiares y amigos-  de las nacionalidades mencionadas anteriormente -y otras que aún siendo cristianas no fueran católicas, y a las que siendo de cualquier nacionalidad no practicaran ninguna religión- se han sentido confortadas y respetadas en esa ceremonia; ¿fueron consultadas al respecto?
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(*)...no la única, desde luego, cada español contribuye con unos 250 euros anuales a financiar a la Iglesia católica, con independencia de que sea o no católico; lo cual no le exime de pagar la entrada cada vez que pretende visitar algún templo histórico, museo o edificio propiedad de  esa misma Iglesia.

domingo, 20 de agosto de 2017

La Mesa

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se apresuró a ofrecer ayer una rueda de prensa en La Moncloa para informar de las conclusiones de la Mesa de Valoración de la Amenaza Terrorista (que reúne a todos los principales responsables de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, incluido el jefe de los servicios de Información de los Mossos d'Esquadra), manifestando el ministro que la conclusión de la Mesa era que se daba prácticamente por desarticulada la célula responsable de los atentados en Cataluña. Unos minutos más tarde, en Barcelona, los Mossos contradecían esta afirmación: desde Mossos no vamos a desmentir ni a confirmar al Gobierno, pero Mossos lidera esta investigación, en coordinación con la Policía Nacional y la Guardia Civil. Nosotros informaremos cuando consideremos que la célula ha sido desactivada, manifestó Albert Oliva, portavoz de la policía catalana. El consejero catalán de Interior, Joaquim Forn, contradijo también las declaraciones del ministro: Lo que se produjo en Cambrils (la muerte de cinco terroristas) permite garantizar que se ha dado un golpe muy fuerte a la célula, pero en este momento no se puede decir que esté absolutamente desarticulada.
Ello pone de manifiesto que el atentado de Barcelona no es -ni puede, ni creo que deba ser- el instrumento para recomponer unas relaciones institucionales hace tiempo muy deterioradas. E, igualmente, demuestra la tradicional tendencia del PP a darlo todo por resuelto mucho antes de estarlo -accidente del Yak-42, accidente de Spanair, accidente de Angrois, hundimiento del Prestige, por no hablar del 11-M-  intentando transmitir una imagen de eficiencia que, a la larga -pero no tardando mucho-  se desmonta por sí sola y viene a ser la prueba evidente de un deseo genérico de taparlo todo a fin de evitar que la ciudadanía esté informada y pueda reaccionar ante la verdad. La misma táctica de echar rápidamente tierra encima -al tiempo que la de esconder la cabeza bajo el ala, como el avestruz- utilizada habitualmente ante la corrupción de su partido.
Tendrán que demandar nuevamente desde El País la máxima coordinación y unidad de acción entre las diferentes administraciones y fuerzas de seguridad del Estado. Esa colaboración solo puede nacer de la más absoluta confianza entre los diferentes niveles de Gobierno y sus instituciones. Creo que deberían insistir, sobre todo, en lo de la confianza. Y que Rubalcaba vaya preparando la Imprescindible unidad 2.0, que hoy ya le tocó a Xavier Vidal-Folch contarnos la realidad del universo paralelo en que viven en El País. (Por cierto, señor Vidal-Folch, que no le pierdan a usted los hábitos de escritor de tebeos de su hermano, los empleados de la empresa de seguridad Eulen que decidieron suspender la huelga en el aeropuerto de Barcerlona son vigilantes de seguridad, seguratas sólo coloquialmente -que se empieza por ahí y se acaba llamando ministrata a Zoido-; supongo que en el El País aún matienen un mínimo las formas ya que no los fondos).

sábado, 19 de agosto de 2017

El medio es el mensaje

Los mensajes políticos -especialmente los de los propios políticos- hace tiempo que camuflan su vacuidad con una longitud inversamente proporcional a su contenido (debería ser obligatorio para todos ellos leer los discursos de Azaña, sumamente didácticos, por ver si asimilaban algo). Como defensa, hace tiempo aprendí -siempre hay quien te descubre lo evidente- una forma rápida de desbrozar esos mensajes para intentar retener la esencia del propio mensaje, si es que tal esencia existiera. Para ello, en realidad, sólo se necesita la aplicación de dos reglas, las dos muy simples:
1ª) Si lo que transmite el mensaje es evidentemente deseable por todos -y, por tanto, lo contrario evidentemente indeseable- la relación señal/ruido tiende a cero; quiero decir, el mensaje no existe, todo se reduce a rellenar el espacio con ruido (verbal o escrito): nadie defiende -públicamente, al menos-  la injusticia, la insolidaridad, la mentira, la falta de unidad, la descoordinación, la ineficiencia, etc. Por tanto, si se propugna la justicia, la solidaridad, la verdad, la unidad, la coordinación, la eficiencia, en realidad no se está diciendo nada; nada que no supiéramos ya.
2ª) Si el anuncio de la voluntad de impulsar determinadas acciones políticas no se cuantifica, es decir no se dice cuantos recursos se van a destinar a esas políticas y en cuanto tiempo se prevé que se concluyan, igualmente se garantiza el mensaje vacío, técnica descubierta por los políticos mucho antes de que Wathsapp llegara a ella. Los políticos -ignoro si debido a su general  procedencia con estudios de letras- muestran una aversión casi patológica a cumplir con ésta segunda regla, e incluso los responsables de las carteras de Economía y Hacienda, cuando cuantifican, lo hacen con ánimo críptico o utilizando cifras ambiguas, tergiversadas o, directamente, falsas (supongo que esperando que nadie tenga intención de comprobarlas o saber su fuente; a veces incluso se ponen esotéricos).
Debo añadir que -cumpliendo una vez más la distribución de Pareto- con la sola aplicación de la primera regla podemos ignorar o arrojar a la papelera el 80% de los mensajes de políticos en los medios, y que aplicando de nuevo la distribución de Pareto con la segunda regla al 20% restante, obtenemos que sólo un 4% de los mensajes (con generosidad en la criba) dicen algo, tienen algún contenido; que luego sería necesario acreditar su veracidad.
Viene todo éste preámbulo práctico a cuenta de las obviedades políticamente correctas que la ciudadanía ha de soportar en general de los políticos, pero sobre todo tras sucesos impactantes y trágicos como los ocurridos recientemente en Barcelona. Ya me referí en una entrada anterior a un editorial de El País como ejemplo de mensaje vacío -elaborado desde una supuesta corrección política- y simultáneamente sesgado sin pudor hasta la naúsea.
Hoy, en su línea, El País insiste, y es Rubalcaba -desde su experiencia de la lucha contra ETA- el encargado  del mensaje: La imprescindible unidad. Invito, como prueba práctica, a que se lea y, simultáneamente se aplique únicamente la primera de las dos reglas enunciadas. A ver que queda.
El medio es el mesaje, aseguraba MacLuhan (que también creía que estábamos transitando una fase de retribalización). Considerando que existen medios como El País actual, es comprensible a qué puede quedar reducido el mensaje una vez transmitido por ellos.

viernes, 18 de agosto de 2017

Repugnante

Copio el texto final del editoral de hoy en El País:
...sin embargo, pensamos que las consecuencias de este atentado deben ser de más hondo calado e ir más allá del momento coyuntural. Lamentablemente, el brutal atentado terrorista que ha vivido Barcelona coincide con un momento de máxima confusión política en Cataluña.
Un ataque de esta magnitud tiene que ser un aldabonazo que devuelva a la realidad a las fuerzas políticas catalanas que, desde el Govern, el Parlament o los movimientos por la independencia han hecho de la quimera secesionista la sola y única actividad de la agenda política catalana en los últimos años. Es hora de acabar con los sinsentidos democráticos, la violación flagrante de las leyes, los juegos de engaños, los tacticismos y los oportunismos políticos. Es hora de que nuestros gobernantes, todos nuestros gobernantes, trabajen en beneficio de los verdaderos y principales intereses de los ciudadanos.
La lucha contra el terrorismo requiere la máxima coordinación y unidad de acción entre las diferentes administraciones y fuerzas de seguridad del Estado. Esa colaboración solo puede nacer de la más absoluta confianza entre los diferentes niveles de Gobierno y sus instituciones. Hacemos por tanto un llamamiento al Govern y a las fuerzas políticas catalanas para que se pongan a trabajar en una agenda real al servicio de los problemas reales que afectan a la ciudadanía de Cataluña.
Al parecer, nada que reprochar al gobierno central actual ni a los pasados -tanto del PSOE como del PP- respecto a la confusión política, los sinsentidos democráticos, la violación flagrante de las leyes, los juegos de engaños, los tacticismos y los oportunismos políticos que han tenido como escenario Cataluña; es evidente que el terrorismo exige una respuesta contundente nacida de la coordinación y la unidad de acción, y que esa colaboración solo puede nacer de la más absoluta confianza entre los diferentes niveles de Gobierno y sus instituciones, pero ¿es achacable únicamente al Gobierno catalán y a las fuerzas políticas catalanas que no se dé -ni de lejos- en la actualidad tan deseable situación?, ¿cree sinceramente el editorialista de El País que es celebrable que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haya decidido encabezar -¿dirigir?- la supervisión de las operaciones de respuesta ante el ataque?.  Que sería, creo yo, el momento de recordar que todos los refugiados que aún no hemos admitido en éste país -para cumplir una cuota de inmigrantes ridícula en función de la magnitud del desastre en oriente medio-  vienen huyendo, precisamente, de algo mucho peor que el terrorismo que ayer padeció Barcelona.
Parece que, en defensa de las tesis del gobierno central, El País ha decidido dilapidar la poca credibilidad de que aún disponía; el equilibrio y la imparcialidad, dos requisitos imprescindibles en un medio de opinión creíble -como El País era hace no tanto- son ahora un lujo innecesario en su papel de vocero mayor del gobierno del PP. 
Actualmente a El País todo le vale para todo; también los muertos. Repugnante.

jueves, 17 de agosto de 2017

Excepcional

Por si no resultara suficente aducir razones de seguridad (Nivel 4 de alerta antiterrorista), fijar unos servicios mínimos del 90%, e incorporar a la Guardia Civil para retomar provisionalmente unas funciones de las que fué excluída debido a la privatización de la seguridad en aeropuertos, ahora también el gobierno  argumenta el deterioro de la marca España para imponer un arbitraje en el conflicto laboral que mantienen los trabajadores de la empresa Eulen en el aeropuerto de Barcelona.
Según el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, la proposición de un laudo arbitral de obligado cumplimiento tiene carácter excepcional debido a ciertas circunstancias de concurren en éste caso, a saber: la duración de la huelga, las posiciones irreconciliables, el perjuicio para la economía nacional, su afección en el turismo nacional -empleo del sector turístico- y, finalmente, de reputación, un deterioro de la Marca España.
Yo me pregunto si todas éstas circunstancias excepcionales no concucurren, en mayor o menor medida, en todos los conflictos laborales, con lo cual no serían tan excepcionales ni tendría mayor sentido aducirlas si lo que se pretende es resolver un conflicto laboral y no vaciar de contenido el derecho a la huelga reconocido en la Constitución. Así pues, habría que recordar al señor ministro de Fomento no sólo el artículo 28 de la Constitución vigente, sino la sentencia del Tribunal Constitucional 26/1981 que expresa una caracterización finalista y casuística de los servicios esenciales, también llamados servicios mínimos, que exige ponderar, caso por caso, la extensión material y personal de la huelga, su duración y demás circunstancias -sean o no excepcionales- así como las concretas necesidades del servicio y, sobre todo, la naturaleza de los derechos y bienes constitucionalmente protegidos sobre los que la huelga repercute. La esencialidad no es, pues, la de la actividad industrial o mercantil afectada por la huelga, sino la de los derechos o bienes constitucionales a los que la actividad interrumpida sirve. ¿Es la Marca España un derecho o bien constitucional y no una política de Estado cuya eficacia reside en el largo plazo con el objetivo de mejorar la imagen de nuestro país?, y ¿no mejoraría la imagen de nuestro país el reconocimiento de los derechos constitucionales de los trabajadores, incluído el derecho a un trabajo digno y justamente retribuído?

martes, 15 de agosto de 2017

Aquellos comunistas

El escritor albanés Bashkim Shehu, que vive hace tiempo en Barcelona, ha publicado Angelus Novus, un libro en el que relata sus experiencias como preso político en su país, durante la dictadura comunista de Enver Hoxha. 
Declara que en Albania tampoco ha tenido lugar un debate sobre el pasado: Los que han vivido este pasado no tienen suficiente voluntad para enfrentarse a él, al trauma de la dictadura. Y los jóvenes, los que no lo han vivido, no muestran ningún interés por conocerlo. Además, el enfoque de los medios de comunicación sobre este pasado invita a no enfrentarse a lo que ocurrió. En este sentido, el consumismo está ayudando a la supervivencia de los atavismos de entonces. Se comercializa la memoria, se descubre algún proceso político y se habla sobre ello desde la nostalgia, o como si se tratara de muestras de un museo, y no de personajes vivos.
Tal cual -o muy parecida- ha sido mi experiencia en un breve viaje a Rusia -concretamente a Moscú y San Petersburgo, bellísima ciudad esta última- a la que no quisiera dar más peso del que creo que tiene; unas impresiones personales basadas en las siguientes percepciones:
1ª) La proporción entre jóvenes y mayores -en la calle- es abrumadoramente favorable a los primeros; los mayores o son realmente pocos proporcionalmente o están retirados en sus domicilios, como apartados de una vida, la actual, que les fuera ajena.
2ª) Imagino que debido al efecto rebote histórico, no conozco en Europa ningún país con un culto tan evidente y explícito a los valores consumistas -a los coches de lujo, por ejemplo- propios del capitalismo como he visto en Rusia.
3ª) Los jóvenes tienen un curioso (para mí) relato de la historia reciente de su país: recuerdan (los que tienen más de treinta años) el régimen comunista como falso en su intención de logar un igualitarismo supuestamente imposible y, en definitiva, como un sistema inviable e ineficiente, al que reconocen, sin embargo, indudables logros sociales; pero -y eso es lo que me sorprendió- esos mismos jóvenes muestran un escasísimo reconocimiento a las intenciones teóricas y logros prácticos de la tercera revolución (en su historiografía la primera revolución es la de 1905, la segunda revolución es la de Febrero de 1917 -república burguesa- y la tercera revolución -conocida aquí como revolución de Octubre de 1917- es en la que los bolcheviques ocuparon el poder); tal y como dice Shehu que ocurre en Albania; en consecuencia, creo que, en general, los jóvenes rusos no tienen mayor interés en conocer las causas y la historia del  denominado socialismo real en su país.
Añadido a ésto, al parecer los jóvenes -aunque creo he que el sentimiento es general en Rusia- consideran a Gorbachov un auténtico vendedor de la Patria al capitalismo global, un traidor a los intereses de Rusia que liquidó de un plumazo lo que socialmente era preservable y de interés público bajo el régimen soviético, empobreciendo abrupta e inmisericordemente a una gran mayoría de la población (imagen muy distinta de la que tenemos de él en occidente). Al igual que recuerdan con pavor los tiempos de Boris Yelsin, cuando las mafias de diverso tipo eran dueñas de la vida pública y privada en Rusia, por lo que no es de extrañar que actualmente Putin, que se enfrentó a esas mafias hasta reconducirlas -el caso del magnate petrolero Jodorkovsky fué una declaración de intenciones- a estándares homologables a nivel mundial, tenga grandes apoyos en la ciudadanía rusa, con todo y ser conscientes de que el poder actual en Rusia lo detentan, realmente, unos 70 autócratas, que son los que, igualmente, controlan los órganos de representación política rusa; pero al menos, con Putin la economía de Rusia -y sobre todo, la del ruso común- mejoran y el país prospera. 
En resumen, respecto a ese deseo de ignorar -consciente o inconscientemente- el pasado histórico por parte de los jóvenes, creo conveniente recordar la frase los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla.
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P.S.: ...si entre los lectores de ésta entrada del blog se cuenta  algún ruso(a) agradecería cualquier comentario u opinión que corrijiera mis erróneas apreciaciones o corroborara mis impresiones.

lunes, 14 de agosto de 2017

Asimetría

Siempre que oigo frases condenatorias de la violencia a las que se añade la coletilla venga de donde venga -o similares-, me hago idea rápidamente de que quien condena es próximo a aquellos a los que se vé obligado a condenar por corrección política o, en el fondo, por imperativo categórico: nadie desea ser considerado inmoral o amoral (aunque luego, en su interior y en sus actos, vaya usted a saber).
Así, cuando el presidente de EE.UU., Trump, se ha referido a los disturbios registrados en Charlottesville (Virginia), a raíz de las marchas de los supremacistas blancos, no pasó de una inconcreta y abstracta condena del odio y la violencia de las diversas partes, cuando, en realidad la responsabilidad de la violencia en éste caso concreto recae, evidentemente, en la parte integrada por los grupos de distintas -pero comunes- ideologías racistas en Estados Unidos, y evitó por todos los medios refererise concretamente a ellos, hablando de evitar la violencia en forma genérica y vacua: Tenemos que curar las heridas de nuestro país. Las curaremos y haremos todos los esfuerzos posibles para que eso ocurra lo antes posible Claro, mejor decir eso que hacer explícita apología de la inacción preventiva -y, por supuesto, curativa- que es lo que seguramente tiene en mente. Y dicho todo ello desde su club de golf en Bedminster, donde está de vacaciones pero, muy probablemente, sin lograr un solo birdie con tanta agitación nacional e internacional.
Es un caso similar al de los denominados revisionistas (aunque haya quien parece no tener muy claro  el significado del término) de la guerra civil española y su propuesta de equidistancia en cuanto a la valoración de los asesinatos y barbaridades cometidas en uno y otro bando, equidistancia imposible de asumir, aunque sólo fuera porque los mismos sublevados (Franco, Mola, Queipo de Llano, etc.) se refirieron explícitamente al genocidio y al terrorismo radical que pretendían implantar como única manera de doblegar la razón, la justicia y la legalidad constituída. Y que cumplieron tanto cuanto los medios materiales les permitieron. Por el bien de España, naturalmente (es decir, de los españoles -adictos o silentes- que quedaron vivos).
Como decía un profesor que tuve: la derecha siempre mata más, y más deprisa.
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P.S: ....demasiado tarde...sólo cediendo a la presión de quienes representan el poderío de las grandes empresas, lo único que Trump parece realmente respetar; pero todo vuelve a su ser: según él, en éste caso no hay buenos y malos, sino malos, muy malos y quizá malotes...

domingo, 13 de agosto de 2017

Buenos y malos

Hace unos días, el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson  comunicaba urbi et orbi: Estamos evaluando todas nuestras opciones políticas para ver qué podemos hacer para crear un cambio de condiciones (en Venezuela) donde o bien Maduro decida que no tiene futuro y quiera marcharse por voluntad propia, o nosotros podamos hacer que el Gobierno (venezolano) vuelva a su Constitución. Era para que todos fueran (fuéramos) tomando nota. Unos día después, desde uno de sus campos de golf en New Jersey, -entre hoyo y hoyo- Trump ha declarado que no descarta una intervención militar estadounidense en Venezuela si Maduro tarda en atender las sugerencias de EE.UU: tenemos tropas por todo el mundo, en lugares muy, muy alejados. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y están muriendo, agregó el presidente, afirmando que el país caribeño está sumido en un lío muy peligroso. Vamos, que pretende solucionar el sufrimiento y la muerte de unos (los buenos) mediante el sufrimiento y la muerte de otros (los malos) y así resolver el lío. Militarmente, por supuesto, que es más rápido. No creo que los romanos del Imperio fueran tan obviamente prepotentes ni en su época de mayor  poderío. (Por cierto, ¿no será una cabeza de palillo o cerilla eso que asoma en la comisura de los labios de la boca de Trump?).
El Gobierno de Trump ya ha impuesto sanciones contra varios cargos electos venezolanos, en primer lugar contra el propio Maduro, sanciones que en su caso implican la congelación de los activos que puedan tener en EE.UU. y le prohíben la entrada al país. Con las sanciones a Maduro, Estados Unidos le ha puesto en el mismo saco -actualizando el Eje del Mal de Bush, o ese club muy exclusivo, como lo ha definido el asesor para la seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster- que al presidente sirio, Bachar al Asad, el líder norcoreano, Kim Jong-un, Robert Mugabe, de Zimbabue y los dirigentes de Irán.
Como escribiera Rafael Sánchez Ferlosio: cuando oigo la palabra el Mal, ontológicamente enfatizada, me digo: "ya está ahí la purga de Benito, se ha terminado la averiguación". Es el gran comodín ideológico, exorcismo de urgencia para cualquier vacilación moral.

sábado, 12 de agosto de 2017

Probabilidad (II)

Parece que las religiones llevan siglos de ventaja al pensamiento agnóstico y/o ateo, sobre todo en la elaboración de mensajes -oraciones, jaculatorias, sentencias- esas ideas-píldora, memes  o metafísica encapsulada tan eficaces en la transmisión de ideología. Como ejemplo, el mensaje probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y goza de la vida  que autobuses ateos transportaron por las ciudades españolas hace unos años no dá, francamente, la talla. Además de que, como ya señaló con su clarividente mala leche Rafael Sánchez Ferlosio, la fe en Dios no da preocupaciones, si no que las quita -de eso se trata, precisamente, de autoanestasiarse en ésta vida, mientras pensamos y esperamos la venidera- es que afirmar que probablemente Dios no existe es equivalente decir que probablemente Dios existe, en ambos casos se afirma que hay probabilidades para lo uno y para lo otro; todo dependería del porcentaje de probabilidad asignado a cada una de las alternativas, que en ningún caso se menciona. Otra cosa hubiera sido asegurar Hay un 85% de probabilidad de que Dios no exista, por ejemplo. Y aún así: con muchas menos probabilidades jugamos a la Lotería, y creemos en ella (aunque habitualmente constatamos que, como mucho, nos toca el reintegro). Y, en todo caso, nada competitivo respecto a los mensajes de la iglesia católica u otras religiones que aseguran (al 100% por 100%) la vida eterna -en otras religiones  recompensas más mundanas y materiales- si cumplimos correctamente los correspondientes mandamientos (y un castigo igualmente eterno si no los cumplimos, digamos que una Lotería de dos caras, como unos juegos del hambre).
Desde un punto de vista ateo (o simplemente agnóstico) me hubieran parecido más eficaces -y consecuentes- mensajes en líneas mas lógicas y racionales. Por ejemplo:
-Si fuéramos tan inteligentes como para entender que la divinidad está a cargo de nosotros, no habría ningún problema en éste mundo. (Y no es el caso).
-Los únicos que creen en lo que no ven ni entienden son los niños y los locos, y eso porque los mayores y los cuerdos les estafamos sin pudor.
-No creo en mi capacidad para comprender a la divinidad y sus designios, de ser así, con seguridad habría prosperado más en este mundo, sin tener que esperar al otro que, por cierto, con mi personalidad, se me haría muy largo (recordando el aforismo marxista -de Groucho Marx- nunca sería de un club en el que admitieran a gente como yo). 
No sé que pensaría Richard Dawkins de estas ideas... aunque yo más bien estoy con George Carlin: el ser humano es crédulo por naturaleza, pero tanto más crédulo cuanto más increíble sea lo que se pretende hacer que crea: diles que un ser omnipotente vive en el cielo, ha creado todo el universo que conoces, que nos ha transmitido unas reglas de conducta, ...y te creerán. Diles que la pintura está húmeda y tendrán que tocar para comprobarlo.

Hace 85 años

Manuel Azaña afirmaba rotundo en 1932: a mí lo que me interesa es renovar la historia de España sobre la base nacional de España.  Es inevitable recordar hoy tanto su pensamiento político como su fuerza intelectual a la vista del panorama político español actual; que Azaña pudiera pronunciar dos veces la palabra España en una frase y simultáneamente afirmara que el deseo autonomista de Cataluña consituía una oportunidad histórica para conjugar la aspiración particularista o el sentimiento o la voluntad autonomista de Cataluña con los intereses o los fines generales y permanentes de España dentro del Estado organizado por la República muestran no sólo el hondo patriotismo -en el mejor de los sentidos de la palabra- de Azaña, sino el grado de habilidad política que poseía, aunque aún hoy hay quien se la regatea, heredando los cuarenta años de tergiversaciones, calumnias y silencio que sobre su figura y capacidad política acumuló el franquismo. Además de que con Azaña, según recuerda Francisco Ayala sabía uno en todo caso lo que quería decir, porque en todo caso decía lo que quería exactamente.
Es sabido que Azaña fué el principal valedor del Estatuto Catalán de 9 de Septiembre de 1932, bastante más allá de lo defendido por otros republicanos de mucho peso político tales como Ortega y Gasset -el PSOE de la época no era ni siquiera autonomista, no ya federalista- y que concluyó uno de sus discursos en el Congreso de los Diputados durante la tramitación del Estatuto apelando expresamente al Parlamento y a todos los partidos republicanos a que se sumen a una obra política que es una obra de pacificación, una obra de buen gobierno ... porque España necesita urgentemente estar bien gobernada, aún reconociendo -proféticamente-  que …es mas difícil gobernar a España ahora que hace cincuenta años y mas difícil será gobernarla dentro de algunos años. Cuando el autonomismo se ha convertido en separatismo por la torpeza de muchos, se podría añadir. 
Azaña hizo posible que un Estado compuesto -novedoso en el derecho constitucional comparado de su época, ya que no se trataba de una federación ni una confederación- cupiera dentro del valor normativo superior de la Constitución de 1931, que ha interpretarse en su conjunto y no solo en los limitados preceptos que se refieren a las autonomías territoriales, algo que muestra, en palabras del jurista García de Enterría, la potencia mental excepcional del personaje.
No obstante, el texto del Estatuto catalán lo redactó la Generalidad en ejercicio del derecho de autodeterminación que compete al pueblo catalán, según se lee en su preámbulo, si bien matizando que la personalidad política de Cataluña debe precisar su compromiso con la República española…de marcar las líneas fundamentales de su estructuración y concretamente: Cataluña quiere que el Estado español se estructure de manera que haga posible la federación entre todos los pueblos hispánicos. 
A recordar, por instructivo, el Artículo 18 (y último) del Estatuto: 
Este Estatuto podrá ser reformado:
a) Por iniciativa de la Generalidad, mediante “referéndum” de los Ayuntamientos y aprobación del Parlamento de Cataluña;
b) Por iniciativa del Gobierno de la República y a propuesta de la cuarta parte de los votos de las Cortes;
En uno y otro caso será preciso para la aprobación (definitiva) de la ley de Reforma del Estatuto, las dos terceras partes del voto de las Cortes. Si el acuerdo de las Cortes de la República fuera rechazado por el “referéndum” de Cataluña, será menester, para que prospere la reforma, la ratificación de las Cortes ordinarias, subsiguientes a las que le hayan acordado.
 

Igualmente intructiva es la comparación de los Estatutos de 1932 (por el que Azaña fué vitoreado en Barcelona, finalizando su discurso con un ¡viva España!) y de 2006, finalmente anulado por el Tribunal Constitucional, lo que provocó la manifestación del 10 de Julio de 2010 (en contra del gobierno español), a la que asistieron más de un millón de personas.
Creo que Azaña fué el último español que se propuso realmente resolver el problema catalán enfrentándose a él, sin mirar hacia otro lado, sin hurtarlo, sin negarlo. Puede evaluarse el logro que ello supuso teniendo en cuenta que casi medio siglo después, durante la denominada Transición, cuenta Alfonso Guerra -sí, el mismo que años después (2006) informó de que la segunda versión del Estatut tras la Transición había sido convenientemente cepillada en el Congreso- que Felipe González y él mismo tuvieron una entrevista con el presidente Suárez para intentar solucionar radicalmente el contencioso territorial de las Españas: nuestra propuesta fue clara y sencilla: restaurar los estatutos de Euskadi y Cataluña aprobados durante la República y abolidos con el triunfo militar del régimen de la dictadura. Suárez comprendió que esa era la operación más limpia y con menor coste posible sino fuera porque el estamento militar nunca aceptaría una restauración de los hechos de la República, que habían justificado en la conciencia del ejército franquista la rebelión y posterior Guerra Civil. Con lo que, además, se comprenden mejor las limitaciones y condicionantes de la propia Transición.
Es cierto que en el transcurso de la guerra civil el propio Azaña se sintió traicionado por la deslealtad hacia la República del Gobierno catalán -como del vasco- y proponía, lógicamente, una vuelta al cumplimiento estricto del Estatuto una vez se ganara la guerra; Franco, en 1938, no dió lugar a que ello se produjera.
Azaña reiteraba a menudo que un país es una herencia histórica, una tradición, corregida por la razón; sin esa razón la herencia histórica de España no es que sea difícil de gestionar -ni por aquél Azaña, ni, desde luego, por figuras de la talla de quienes hoy tienen ese encargo- es que es inasumible. Sin esa razón -inteligencia, altura de miras, visión de futuro- sirve de muy poco el sentido común del que algunos alardean; por más que, seguramente, ni siquiera a eso llegan.