martes, 28 de septiembre de 2010

Dijo la sartén al cazo

Respecto a las recientes elecciones en Venezuela, he leído hoy en El País que "Un diputado se elige con 20.000 votos en Amazonas y con 400.000 votos en Zulia". Cierto. Y que "Un voto no es igual a un voto en Venezuela. Hay votos y votos". Cierto también. Pero aquí en España, tampoco es muy distinto. Al PNV, cada diputado en el Congreso de los Diputados le ha costado 51.021 votos, mientras  Izquierda Unida ha tenido que reunir 484.973 votos -casi diez veces más- para lo mismo. También es cierto que en cada país las herramientas utilizadas para lograr semejante desproporcionalidad no son exactamente las mismas -delimitación de las circunscripciones electorales, regla D'Hont para la asignación de escaños- pero los resultados son, en ambos casos, igualmente injustos. Con la misma razón que El País titulaba "Un sistema electoral diseñado a medida salva al líder bolivariano", podríamos decir que en España "El sistema electoral se mantiene por el interés de PP y PSOE en garantizar(se) un bipartidismo permanente". Y es que la relación entre la democracia y un sistema electoral es la misma que la existente entre una ley y el reglamento que la desarrolla: los segundos no garantizan necesariamente las primeras.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Publicidad telefónica

Durante varios días he recibido a diario llamadas a mi teléfono móvil procedentes de un número para mí desconocido. Tengo la costumbre de no responder a números ocultos o desconocidos pero como la persistencia de éste en concreto parecía no tener límite, finalmente respondí. Era alguien que se identificó como trabajador de la empresa que me proporciona el servicio de telefonía móvil y que tras asegurarse de que yo era el titular del contrato, me propuso un negocio: el envío de hasta doscientos mensajes de texto al día (SMS) por un precio irrisorio. Le pregunté si la oferta incluía el listado de las personas a que yo podría enviar tal cantidad de mensajes, ya que mis contactos son limitados y tampoco me parecía conveniente enviar a cada uno veinte o treinta mensajes diarios. El informador, tras breves instantes de desconcierto se repuso y dijo que me entendía "la metáfora", pero que lo que él me proponía era...y enlazó de nuevo con el principio de la irrenunciable oferta, como en un bucle infinito. Le detuve en cuanto fui capaz para proponerle, a mi vez, un trato: que ni él ni yo continuáramos perdiendo el tiempo. Tuvo, sin embargo, los reflejos necesarios para pedirme el teléfono de algún contacto para que pudiera ofrecerle el negocio que yo -inconsciente- le despreciaba. Con riesgo de molestar al informador -se han dado casos de venganzas persistentes- colgué. A parte de que, ya digo, no tengo muchos contactos en mi agenda, a nadie le deseo soportar semejante tabarra. Y si les da por hacer literatura a base de mensajes de texto, no se lo voy a poner fácil además, xD.

Derechos

La palabra derecho está abundantemente cargada de polisemia, pero sus acepciones más comunes son las relacionadas con facultades o privilegios. Los publicistas, que frecuentemente retuercen el significado de las palabras o juegan con su doble significado, últimamente nos informan, por ejemplo, que tenemos derecho a Internet. Siempre que lo paguemos, claro, y no barato precisamente. O sea que viene a ser como si nos informaran de nuestro derecho a ser ricos (si tuviéramos dinero en cantidad adecuada).  Ahora, en el proceso de primarias del PSOE en Madrid, Tinidad Jiménez asegura que "Si podemos gobernar, no tenemos derecho a perder", que tampoco está muy claro lo que quiere decir, al menos yo no lo entiendo: no sabía que perder fuera un derecho ni que ese derecho se perdiera ante la posibilidad de gobernar. Bien es verdad que buscar el significado de los discursos de políticos en campaña -y en muchas otras manifestaciones- es, en general, tarea inútil e improductiva. En realidad les vale cualquier cosa pronunciada con el necesario tono entre vehemente, enfático y agónico. Y si están algo roncos, mejor.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cambiando

Recuerdo a Rodríguez Zapatero celebrando su triunfo en 2004, prometiendo mantener sus promesas sociales y no cambiar; no recuerdo exactamente si dijo algo así como "el poder no me cambiará". Hoy, tras una reforma laboral claramente dictada por otro poder -el económico-  pero justificada por él como imprescindible para mejorar nuestra competitividad -como si no hubiera formas más eficientes y oportunas para lograrlo que recortar los derechos de los trabajadores- o leyendo los titulares de la prensa  "el presidente insiste en su apoyo a Sarkozy" (en relación al tratamiento de población inmigrante en Francia) o "Zapatero se somete al examen del poder financiero de Wall Street", parecería que nos hemos teletransportado a un futuro lejano. Pero no, sólo estamos a  seis años de distancia. Es evidente que todo cambia, que todos cambiamos -Felipe González nos vendió políticamente, en su día, el cambio del cambio- pero el poder debe tener la virtud de acelerar el proceso hasta límites inimaginables. Y esto es así incluso para quienes tienen la cándida osadía de negarlo a priori.

martes, 21 de septiembre de 2010

Por orden

El primer problema con que se toparon los nazis en la aplicación de la Solución Final de la cuestión judía -Endlösung der Judenfrage- en la Conferencia de Wansee (Enero de 1942) fué puramente logístico: para poder exterminar a los judíos, antes era preciso separarlos de los no judíos y agruparlos. A la misma conclusión ha debido llegar Xavier Garcia Albiol, concejal del PP en Badalona respecto a los gitanos rumanos al manifestar que aquí no tenemos campamentos de gitanos como en Francia, aquí la situación es aún peor porque no están localizados; están repartidos por varios barrios.... Según el diputado del PP en el Congreso, Jorge Moragas, Albiol no se refirió a ningún grupo étnico en concreto si no a inmigrantes ilegales desperdigados por la ciudad y que generan problemas. Es decir que, según Moragas, García Albiol no se refería a los inmigrantes legales que generan problemas ni tampoco a quienes no son inmigrantes -legales o ilegales, recientes o antiguos- pero que generan problemas, todos ellos, también, desperdigados y mezclados con la población respetuosa con las leyes. La solución pudiera ser, pienso yo, establecer un gueto o barrio para cada uno de esos grupos y subgrupos -étnicos y problemáticos- para que la policía lo tenga más fácil. Luego ya no habría más que establecer el orden de expulsión por bloques: primero los del barrio de los gitanos rumanos problemáticos, luego el de los gitanos españoles problemáticos, ...y así sucesivamente hasta llegar al barrio de los catalanes y/o españoles de toda la vida y que siempre se han dedicado a lo suyo sin meterse con nadie.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Los "singulares" de Labordeta

En el libro Un beduino en las Cortes, de José Antonio Labordeta, hay un capítulo en el que recopila algunas reseñas breves de diputados con los que compartió el hemiciclo a lo largo de dos legislaturas (2000-2004 y 2004-2008), y a los que denominaba los singulares, personas que habían dejado huella en él, buena o mala. Vayan como homenaje a su estilo directo, fino olfato, capacidad de observación y coña aragonesa -algo cruda, pero no malintencionada- algunas de ellas:

José Blanco: Gallego. Dicen que va para importante. No lo aparenta.

Gaspar Llamazares: De lo más íntegro que anda por los andurriales de la política. Lo zarandean los suyos; lo atacan los otros, y los de su proximidad, los del PSOE, intentan por todos los medios descafeinarlo -igual que ellos- y dejarlo en un socialdemócrata más.

José Luis Rodríguez Zapatero: No dio mucha lata. De vez en cuando proponía pactos de buena voluntad con el PP, como el de los Partidos Políticos, y todos andábamos un poco de culo. Como orador era muy deficiente, y movía los brazos igual que un autómata. Supongo que, como yo, acabará aprendiendo.

Joan Puigcercós:Un diario catalán me preguntó qué opinaba de este diputado de ERC. Mi respuesta les hizo gracia: "Se parece a Bruce Springsteen". Como parlamentario es cáustico y defiende sus planteamientos nacionalistas con una rotundidad que a los nacionalistas nacionales los pone un poquito tensos.

Luis Acín: Diputado del PP por Huesca. Viejo colega de combates democráticos, es un ciudadano que no tiene pelos en la lengua y que, cuando sus paisanos no le votaron para ser senador, se cabreó mucho y los puso a parir. No iba a llegar muy lejos en eso de la política. (Dejó su escaño y el PP por el apoyo del presidente Aznar a la guerra de Irak).


Iñaki Anasagasti: Perdona poco la imbecilidad, y cuando habla lo hace con tal precisión que a los ministros les gustaría estar en la cafetería en vez de en el hemiciclo.

Felipe González: Ex presidente del Gobierno. Apenas acude al Congreso. Los del PP dicen que es una vergüenza que cobre y no venga. A veces es más vergüenza estar y no existir. Coincidimos en la cafetería del hemiciclo. Me presenté. "Claro que te conozco", me dijo, "soy fan tuyo, cosa que tú nunca has sido de mí". Bajé la mirada. Tenía razón.

Tanto los que están como los que ya no están -en política- seguro que agradecen que se fijara en su singularidad -más, claro está, si salen bien en la foto- pero, en todo caso, la sonrisa socarrona que puedan provocar algunas de estas reseñas, seguro que le hubieran complacido tanto como la lectura de alguno de sus poemas.

martes, 14 de septiembre de 2010

Política y Justicia

En el PP han entendido perfectamente el desfase de la justicia con la sociedad civil en éste país. Así, respecto a los numerosos casos de corrupción flagrante en la Comunidad Valenciana, desde el PP se asegura que deben actuar "al amparo de resoluciones judiciales que estén y que tengan ya una cierta entidad, no de otro tipo". Nadie conoce exactamente cuando "estarán" ni el tipo y "entidad" de las condenas que para el PP justificaría su actuación. Lo que sí parece claro es que desde el PP no reconocerán su débito ético ni adoptarán medidas preventivas antes que las correctivas sean de obligado cumplimiento judicial, tras meses o años, cuando sean ya perfectamente irrelevantes desde el punto de vista político. No me extraña que a tres de cada cuatro españoles les parezca tan ineficaz el jefe de la oposición como el jefe del gobierno; parece ser que al señor Rajoy le tiene inmovilizado el temor a ser injusto y condenar a dirigentes de su partido sin pruebas. Claro que con ellas supongo que tampoco tendría mucho mérito su condena. Mientras tanto, a esperar. Luego se pregunta la clase política por las razones de la desafección de la ciudadanía respecto a ella.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Todos posmodernos

Hoy no existen ideologías dignas de tal nombre, no hay líderes competentes -aún sin desearlos carismáticos- la situación socioeconómica mundial es muy posible que no regrese nunca a la "normalidad" en la cual la economía se basaba en el crecimiento continuo: hemos constatado abruptamente -algunos lo dijeron pero la mayoría preferimos ignorarlo- que los recursos del planeta son limitados. Hemos entrado plenamente en una época caracterizada por su renuncia a las utopías y a la idea de progreso, en una depreciación continua de la valoración del esfuerzo individual, de lo público, de la razón y de la ciencia -aunque curiosamente se adora la tecnología- donde la información masiva y contradictoria nos deja permanentemente desinformados y donde los medios de comunicación se dedican a vender como noticia la vida privada de personajes y personajillos en un show continuo. Esto a nivel global. En lo que toca a este país, además, hemos salido también repentinamente de un sueño de crecimiento basado en los fondos derivados de nuestra incorporación a Europa que nunca fueron empleados en mejorar realmente nuestra competitividad industrial, si no en alimentar en dosis gigantescas la cultura del pelotazo aplicada fundamentalmente a la construcción, el paro juvenil -nuestro futuro- alcanza porcentajes descorazonadores y tres de cada cuatro ciudadanos de este país no confían ni en el presidente del Gobierno ni en el líder de la oposición para tratar de enfrentar la crisis actual. Y estoy seguro que nadie podría asegurar con razones objetivas que soy un pesimista, sólo un posmoderno. Como la mayoría.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Competitividad

Estábamos ya mal situados, pero ahora estamos peor. España cayó nueve puestos con respecto al año pasado y se coloca en el número 42º en el Informe de Competitividad Global 2010-2011, elaborado por el Foro Económico Mundial (FEM), de los últimos dentro de la Unión Europea. Siendo la competitividad uno de los elementos que tópicamente cualquier gobierno recién llegado promete atender, lo cierto es que la educación, una de sus bases principales sigue siendo una asignatura pendiente en este país. Y no sólo su calidad, si no su orientación estructural. Según un informe comparativo de la OCDE, la distribución de la formación en la población adulta española es de un 49% con estudios primarios, un 22% con estudios secundarios (bachillerato y/o Formación Profesional) y un 29% con estudios universitarios. Estos porcentajes, dentro de la UE-19 son del 28%, 47% y 25%. Está claro que en formación, respecto al mercado de trabajo, somos un país desequilibrado, con abundante mano de obra sin cualificar, abundantes titulados universitarios -que finalmente, como señalaba el titular del El País, ocupan empleos propios de formación de FP- y pocas personas con verdadera Formación Profesional, necesarias para el sostenimiento del entramado de un tejido productivo e industrial realmente competitivo. Es decir, un ejército semejante al de Pancho Villa, de abundante tropa y generalato, con oficiales ejerciendo -a disgusto- de sargentos, pero sin verdaderos mandos intermedios. Una más de nuestras carencias conocidas pero nunca seriamente abordada.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Reflejos

La tasa máxima de alcoholemia permitida por la normativa administrativa de tráfico vigente es, con carácter general, de 0,25 miligramos por litro de aire expirado -que es lo que mide el etilómetro usado por la D.G.T.- lo que equivale a 0,5 gramos en litro de sangre. Al parecer el señor Jesús Neira presentaba una tasa de 0,87 miligramos por litro de aire expirado -es decir, superaba el triple de la tasa permitida- cuando fue detenido conduciendo de forma que era un evidente peligro público. La disculpa esgrimida por el señor Neira -hasta ahora presidente del Observatorio Regional Contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid- atribuyendo su conducta a la toma de un medicamento es a la vez deshonesta y estúpida. Deshonesta por lo que tiene de indirecto recordatorio de lo que él supone que todos le debemos -aún- por otras conductas suyas en el pasado , y estúpida porque un alcoholímetro sólo proporciona un dato objetivo: la tasa de alcohol en sangre, no sus efectos, que, efectivamente pueden agravarse si simultáneamente se está bajo medicación. Hecho que, de seguro, él debía conocer y razón de más para que no hubiera ingerido una gota de alcohol. Me gustaría saber que es lo que ha querido decir su abogado, Javier Gómez de Liaño, cuando ha asegurado que "por un medicamento le produjo el reflejo en la prueba de alcoholemia", y si el juez ha entendido -y admitido- tal alegación. Los alcoholímetros miden la concentración de alcohol, no reflejos.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Carta de un funcionario al director de El País

Señor director:
Siendo la línea editorial de El País una de las voces que asiduamente defienden la necesidad de un ajuste presupuestario radical -que en mi caso ha supuesto una forzada solidaridad consistente en el 5% de mis ingresos para enjugar el déficit del Estado- le comunico que, una vez constatada la minoración aplicada a mi sueldo de funcionario, he calculado el tiempo que me veré obligado a dejar de comprar El País -a razón de 1,20 € los días de diario y de 2,50 € los domingos- para hacer partícipe a ese diario y al grupo PRISA de la satisfacción de tan necesario ejercicio solidario, a la vez que procuro -obligadamente- reducir mis gastos. A partir de ahora me conformaré -en tanto sea gratis- con la edición digital de El País.

PS: No le guardaré rencor si no publica esta carta, ni si, tal y como hacía Porfirio Díaz con el nombre de Emiliano Zapata al comienzo de la película ¡Viva Zapata! de Elia Kazan, subraya o circunda mi nombre en la lista de aquellos que nunca verán publicada una carta en El País.