lunes, 20 de septiembre de 2010

Los "singulares" de Labordeta

En el libro Un beduino en las Cortes, de José Antonio Labordeta, hay un capítulo en el que recopila algunas reseñas breves de diputados con los que compartió el hemiciclo a lo largo de dos legislaturas (2000-2004 y 2004-2008), y a los que denominaba los singulares, personas que habían dejado huella en él, buena o mala. Vayan como homenaje a su estilo directo, fino olfato, capacidad de observación y coña aragonesa -algo cruda, pero no malintencionada- algunas de ellas:

José Blanco: Gallego. Dicen que va para importante. No lo aparenta.

Gaspar Llamazares: De lo más íntegro que anda por los andurriales de la política. Lo zarandean los suyos; lo atacan los otros, y los de su proximidad, los del PSOE, intentan por todos los medios descafeinarlo -igual que ellos- y dejarlo en un socialdemócrata más.

José Luis Rodríguez Zapatero: No dio mucha lata. De vez en cuando proponía pactos de buena voluntad con el PP, como el de los Partidos Políticos, y todos andábamos un poco de culo. Como orador era muy deficiente, y movía los brazos igual que un autómata. Supongo que, como yo, acabará aprendiendo.

Joan Puigcercós:Un diario catalán me preguntó qué opinaba de este diputado de ERC. Mi respuesta les hizo gracia: "Se parece a Bruce Springsteen". Como parlamentario es cáustico y defiende sus planteamientos nacionalistas con una rotundidad que a los nacionalistas nacionales los pone un poquito tensos.

Luis Acín: Diputado del PP por Huesca. Viejo colega de combates democráticos, es un ciudadano que no tiene pelos en la lengua y que, cuando sus paisanos no le votaron para ser senador, se cabreó mucho y los puso a parir. No iba a llegar muy lejos en eso de la política. (Dejó su escaño y el PP por el apoyo del presidente Aznar a la guerra de Irak).


Iñaki Anasagasti: Perdona poco la imbecilidad, y cuando habla lo hace con tal precisión que a los ministros les gustaría estar en la cafetería en vez de en el hemiciclo.

Felipe González: Ex presidente del Gobierno. Apenas acude al Congreso. Los del PP dicen que es una vergüenza que cobre y no venga. A veces es más vergüenza estar y no existir. Coincidimos en la cafetería del hemiciclo. Me presenté. "Claro que te conozco", me dijo, "soy fan tuyo, cosa que tú nunca has sido de mí". Bajé la mirada. Tenía razón.

Tanto los que están como los que ya no están -en política- seguro que agradecen que se fijara en su singularidad -más, claro está, si salen bien en la foto- pero, en todo caso, la sonrisa socarrona que puedan provocar algunas de estas reseñas, seguro que le hubieran complacido tanto como la lectura de alguno de sus poemas.

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