jueves, 29 de noviembre de 2012

Universos paralelos

Cada vez resulta más claro a la ciudadanía que aunque políticos de éste país hablen su mismo idioma, sus palabras tienen distinto significado lo que, a efectos prácticos, es como si fuera otro idioma. Esto, como es evidente, no contribuye en absoluto a la comunicación, si fuera ese el objetivo perseguido por dichos políticos.
Así, el señor presidente -sobrevenido- de la Comunidad de Madrid nos dice que de ningún modo se está intentando privatizar la sanidad pública. De igual manera, el señor presidente del gobierno abunda en el tema y afirma, cargado de razón -eso aparenta-, que la sanidad pública en España continúa siendo pública, universal y gratuita; será que que los inmigrantes irregulares a los que se ha despojado de la tarjeta sanitaria, los pensionistas que repagan sus imprescindibles medicamentos o los dependientes a los que se les ha suprimido las ayudas, por ejemplo, habitan otro universo: algún universo paralelo.

sábado, 24 de noviembre de 2012

En un lugar llamado Invierno

Nos tienen acostumbrados desde la Dirección General de Tráfico a campañas publicitarias con el supuesto loable objetivo de disminuir las víctimas de circulación vial. En el pasado hubo desde docudramas a campañas admonitorias, amenzantes e incluso crudamente viscerales (de vísceras humanas); siempre he creído que hubiera sido más útil para los efectos perseguidos destinar los recursos de esas campañas a mejorar la educación de los conductores proporcionando información adecuada y eliminando "puntos negros" de calles y carreteras.
 Ahora, desde este gobierno del PP, para los mismos fines han optado por una campaña ñoño-kitsch, que se desarrolla en "un lugar llamado Invierno", donde todos viven felices con sus cadenas para la nieve, aunque existen seres malvados, como Acuaplaning, por ejemplo. Tal cual, quien tenga empeño  puede escucharlo.
 
Esta campaña es otra muestra de la consideración en que el gobierno tiene a la ciudadanía: un conjunto de niños de parvulario; niños, además, tal y como los entiende la gente como Dios manda, es decir, bobos.

jueves, 15 de noviembre de 2012

El seny y la rauxa

Así pues, Oriol Pujol, destacado dirigente de Convergencia Democrática, vé más favorable a los intereses de los catalanes al príncipe Felipe que al rey Juan Carlos: normal, él mismo es "hijo de" y por ello debe ser propenso a creer que la raza mejora en los descendientes, aunque, en el caso que comenta, sus alternativas resulten ser ambas Borbones que descienden de Felipe V.
 Lo cual abunda en el hecho de que, ante un problema de convivencia serio e históricamente irresuelto en España,  digno de atención y dedicación por parte de mentes estado de reconocida altura política  -el presidente Azaña creo que fué el último que lo intentó- aquí y ahora  somos propensos, desde ambos lados de posturas nacionalistas obsoletas al dislate y al chascarrillo, rematándolo todo con la acostumbrada y gloriosa "chapuza nacional" como solución: véase el último Estatuto de Cataluña.
En todo caso, no creo que nadie pueda convencerme de que, con la que está cayendo, la prioridad de un ciudadano en Cataluña pase por independencia sí o independencia no, salvo que por el camino haya perdido uno de sus rasgos realmente identitario: el seny.



Justicia, también sólo para ricos

Nunca fué cierto -ni aquí ni en ningún lugar, creo- que la Justicia fuera igual para todos. Casos recientes de corrupción y otros en este país nos lo han recordado a menudo, ahora, con el proyecto de ley de tasas judiciales aprobado por el gobierno hacen que tan beatífica afirmación sea definitivamente un imposible.
En concreto, y en lo que se refiere al ciudadano como consumidor la consecuencia será que, como ya ha señalado la CECU, quedará sin efecto otro derecho constitucional, el que hace referencia a la tutela judicial efectiva y resultarán impunes prácticas empresariales sancionables, ya que los gastos judiciales serán superiores a la indemnización que en justicia se reclame.
Por si alguien aún no se había caído del guindo: tendremos justicia -o educación o sanidad- sólo si podemos pagarlas.