jueves, 30 de junio de 2016

Chévere

Ha sido finalizar la campaña electoral en España y solucionarse como por ensalmo y uno a uno todos los problemas existentes en Venezuela. Ya los medios no nos informan a diario de la delicada situación de la oposición política en ese país, no estamos al día de la última ocurrencia de Maduro, desahogándose a gusto con Rajoy, Albert Rivera hace ya tiempo que no llora por el hambre de los venezolanos e imaginamos que todos los supermercados de ese país están suficientemente abastecidos de papel higiénico y otros productos de primera necesidad.
Que no sé si todo ello tendrá que ver, también, con que la Fiscalía de la Audiencia Nacional de España ha solicitado el archivo de la denuncia presentada contra Podemos por supuesta financiación ilegal de ésta formación política con fondos procedentes de Iran y Venezuela;  respecto al delito fiscal o el de blanqueo, el fiscal afirma explícitamente  que no existe el más mínimo sustento documental o de otro tipo que acredite su existencia. Habría que recordar que la denuncia se basó en el denominado Informe Pisa que en la propia Audiencia Nacional han calificado como de supuesto informe policial, añadiendo, además, que su contenido no incluye ningún indicio que apoye la denuncia contra la formación  y concluye diciendo que la denuncia en sí es un conjunto desordenado de reproducciones de noticias publicadas en prensa. La misma prensa y los mismos medios de comunicación, supongo, que nos informaban a diario de los problemas de los venezolanos, que, ya digo, se han solucionado en cuanto la madre patria ha dejado de prestar atención a ese país caribeño. Que, por otra parte, bastante tiene ya esa madre con apañar su propia casa.

lunes, 27 de junio de 2016

Camus

Fué en España donde los hombres aprendieron que es posible tener razón, y aún así, sufrir la derrota, que la fuerza puede vencer al espíritu, y que hay momentos en que el coraje no tiene recompensa, reflexionaba Albert Camus sobre el resultado de la guerra civil  española.
Mas allá de valoraciones históricas concretas, Camus era un firme convencido de que el hombre no puede vivir sin valores -creía que, con independencia de la religión, cada persona tiene la obligación de buscar sus propios valores- pero estaba igualmente convencido de la irracionalidad del mundo que crea en el hombre una nostalgia irracional cuando nuestra necesidad de significado y trascendencia se enfrenta -y se rompe- a la indiferencia del mundo, inamovible, absoluta.
Buscando otras citas o frases de Camus, he encontrado ésta: El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo; y ésta otra: La estupidez insiste siempre, que parecen -por lo breve y tajante- el resultado de un depuración sintética. Y, no sé porqué, ambas y la citada al principio sobre la guerra civil, me han parecido especialmente instructivas y adecuadas a la situación política en España hoy.

sábado, 25 de junio de 2016

Rajoy, moderno

Rajoy, opinando sobre los partidos políticos emergentes (supongo que, concretamente, sobre uno de ellos): Presumen de nuevos partidos, pero no son partidos nuevos sino los viejos doctrinarios de mi etapa universitaria, que ya no tienen sentido en el siglo XXI. Está hablando de los años setenta del siglo pasado, de los finales de la dictadura, cuando los viejos doctrinarios -el Partido Comunista de España, fundamentalmente- forzaban el final de la misma y proponían soluciones democráticas para España. Y lo dice el representante político de la ideología más antigua del mundo, implantada inmediatamente después de la economía agraria de subsistencia, portavoz de un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y que se centra en el capital como asimétrico generador de riqueza; un sistema tan antiguo, al menos, como el Antiguo Testamento de la Biblia, donde ya se previene contra el capitalismo: Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables (Proverbios 18:11) en contraposición a los valores propiamente humanos: Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata (Proverbios 16:16).
Lo que realmente no tiene sentido en el siglo XXI es la perpetuación de un sistema que está esquilmando de forma acelerada los limitados recursos del planeta en el que vivimos -en un final previsiblemente cercano, si mantenemos el ritmo actual, la Humanidad deberá repartir la nada-  y que provoca que actualmente las 62 personas más ricas del mundo tengan una fortuna equivalente a la de la mitad más pobre de los habitantes de ese planeta.

viernes, 24 de junio de 2016

La cloaca destapada

Es muy probable que no todas las conversaciones que cualquiera de nosotros pueda haber mantenido a lo largo de la vida sean merecedoras de ser puestas como ejemplo de ética, pero creo que es exigible a cualquier cargo público ese plus de honestidad, de transparencia, de honradez, en el ejercicio de ese cargo, dado que no sólo responte ante sí mismo o los suyos, sino ante el conjunto de la sociedad que lo eligió para él. No lo entiende así Daniel de Alfonso que, según lo que puede deducirse de las entrevistas (una hipótesis plausible es que él mismo grabara las conversaciones por seguridad propia, pero que esas grabaciones hayan acabado en otras manos y se hayan publicado sin su consentimiento, lo que explicaría su actitud patética en ellas) que mantuvo con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, utilizaba su cargo antifraude para recolectar información  al respecto, pero eligiendo a su jefe, a aquél a quien reportarla, -yo estoy a sus órdenes, ministro; considérame un cabo de tu Cuerpo Nacional- antes que al Parlamento catalán del que teóricamente depende la Oficina Antifraude de Cataluña; cuando Daniel de Alfonso, ha comparecido ante a los diputados del Parlamento de Cataluña, no ha tenido inconveniente en manifestarles con toda claridad: No sean hipócritas, me reúno con todos ustedes y eso no es negligente, que suena  muy parecido a la misma canción amenazante que entonó en idéntico escenario Jordi Pujol, cuando mencionó aquello de segar una rama del árbol.  Quiero decir que es muy probable -él, desde luego, alardea de ello- que el jefe de la Oficina Antifraude haya utilizado su tiempo en el cargo para elaborar suficientes  dossieres de asuntos inconfesables de todos los partidos presentes en el Parlamento de los que haya podido obtener información comprometedora. Y que luego haya pretendido vender esa información al mejor postor. No sólo eso, en la misma comparecencia, también acusó de delinquir, aduciendo la ilegalidad de las grabaciones, y de comportamientos mafiosos -lo dice un aparente experto en el tema- a los medios de comunicación que han revelado las grabaciones que nos han permitido oler lo que algunas de las cloacas gubernamentales transportan. Parece que Daniel de Alfonso no quiere, evidentemente, pasar por mensajero muerto y recomienda que asuman ese papel los que publicaron la información sobre las conversaciones, en cuya postura coincide con casi todos los que pretender colocar rápidamente  la tapa de la cloaca de nuevo en su sitio pero que a la vez y de forma totalmente previsible, mantienen un estentóreo silencio sobre el fondo del asunto: la fuente del olor. Aunque hay olores que se quedan para siempre en el cerebro, por poco que nos lleguen a la nariz: el de la putrefacción es uno de ellos. Y por más que últimamente nos esté llegando a diario, no hay forma de acostumbrase: siempre resulta repugnante.
No me extraña que en en la Audiencia Provincial de Barcelona estén encogidos ante la posibilidad de que Daniel de Alfonso regrese a su puesto de magistrado de la Sala de lo Penal, tras su posible cese como jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña. Y no sólo en la Audiencia.

jueves, 23 de junio de 2016

El contexto

1)Entorno físico o de situación, político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el que se considera un hecho; 2)Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen; no sé a cual de éstas dos acepciones de la palabra contexto recogidas en el diccionario de la RAE se refiere el señor ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cuando afirma que las conversaciones entre el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso y él mismo, como ministro de Interior del gobierno de España están descontextualizadas. Sobre el entorno físico o de situación todos parece que estamos de acuerdo -interloculores inluídos- en que se desarrollaron en fechas determinadas, en el despacho del ministro y con la única presencia personal de ellos dos; o sea que ese contexto parece difícil de descontextualizar. Las mismas dudas tengo sobre que el señor ministro se está refiriendo a que las conversaciones -y lo que ellas implican- se hayan desenredado o desenmarañado; antes al contrario, la maraña conspirativa que se deduce de las propias conversaciones indica que estamos ante una auténtica conspiración urdida por el PP -utilizando medios públicos y del Estado- contra adversarios políticos.
Y, por aclarar algo el contexto personal de los interlocutores: aunque el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña -organismo que teóricamente sólo responde ante el Parlamento de Cataluña- utiliza en las conversaciones con el ministro de Interior del gobierno de España un lenguaje del que se podría deducir que es el delegado del gobierno en Cataluña, no lo es; y aunque el ministro del Interior adopta el lenguaje y atribuciones del ministro de Justicia -tal como habla de repartir encargos a la Fiscalía General del Estado, a la que implica directamente en sus manejos conspirativos- tampoco lo es.
Todo ésto el presidente del gobierno en funciones lo explica rápidamente:  El ministro me ha dicho que estas conversaciones son habituales. Yo estoy muy tranquilo y él también. No va a dimitir. Ni él lo va a cesar, naturalmente. Y añade, como si se tratara de los prolegómenos de un conflictivo partido de fútbol: Estamos en lo de siempre: como estamos a cuatro días del final de la campaña, hay algunos que intentan aprovechar y pescar en río revuelto para ver qué sacan. Y a otra cosa.

miércoles, 22 de junio de 2016

Rajoy propagandista

De los once principios de la propaganda atribuídos a Goebbels, Mariano Rajoy -toda una vida dedicada a algo finalmente te convierten en profesional de lo que quiera que sea ese algo- se maneja bien en la mayoría de ellos, pero en dos podríamos decir que tiene categoría suficiente para impartir clases magistrales: el 11º y el 5º.
Comenzando por el último, el 11º, o principio de la unanimidad, en él se afirma que es necesario  llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, a fin de crear impresión de unanimidad, de verdad incuestionable. Gran parte de la retórica de Mariano Rajoy -y por extensión, del PP- vá dirigida a hacer creer a cada posible votante, que cualquiera tiene el suficiente sentido común como para poder opinar y decidir sobre el futuro del país, que las personas sencillas son las más numerosos sobre la faz de la Tierra y que para prueba basta un botón: éste que les habla (me he encarnado momentáneamente -espero- en el propio Rajoy durante un acto electoral). Las numerosas apelaciones al sentido común de Mariano Rajoy hacen referencia, más que a la sabiduría popular, a un sólo sentido compartido -de ahí lo de común- por miles de personas. Pero cada una con su voto.
El otro principio mencionado, el 5º, denominado principio de la vulgarización, muy ligado al anterior, afirma que toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. 
Imposible oír en pleno mítin a Rajoy y no pensar que tiene el principio de la vulgarización presente en todo momento; sus perogrulladas del tipo en Málaga hay malagueños, en España tenemos españoles, el voto al PP sirve para que gobierne el PP, etc. no son casuales, sino que responden a una insuperable puesta en práctica del 5º principio de la propaganda de Goebbels para maximizar en número de convencidos por la vía del mínimo esfuerzo mental requerido. Vale que algunas veces se le ván de las manos los españoles que son mucho españoles, los vecinos y los alcaldes, pero para eso está la segunda parte del principio, que se refiere a la memoria de pez de las masas, a su increíble capacidad de olvido.

Matando al mensajero, una vez más

Una vez conocidas las conversaciones del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña (un cargo excelente para practicar desde él actividades fraudulentas), Daniel de Alfonso, de las que se deduce que ambos conspiraron para incriminar a miembros de partidos catalanistas (CDC y ERC), ¿cual ha sido la reacción del ministro?, efectivamente, ha solicitado al comisario general de Policía Judicial abrir una  investigación  para averiguar las circunstancias concurrentes en el caso, es decir, para conocer quien realizó y filtró la grabación de esas conversaciones y demás detalles adyacentes (cómo y porqué).
Es muy común -y nos vamos acostumbrado a considerarlo normal- el que en la actuación política el fondo sea la forma y, sobre todo, que la forma sea el fondo; así, el ministro no parece que vea necesario explicar su conducta -no ya alegal, sino claramente ilegal y causa de una inmediata dimisión o cese-  pero sí le resulta necesario conocer como ha sido posible que su conducta haya acabado siendo de conocimiento público. Y, en todo caso, seguramente pocos conocerán tan bien las circunstancias concurrentes como el propio señor ministro ya que él mismo estuvo allí y sabe con quien se reunió; quiero decir que quizá sean ganas de marear la perdiz y distraer a la opinión pública el hecho de abrir una investigación al respecto.
A todo esto, aunque también  el ministro ha intentado exculpar su conducta con un concluyente el presidente del Gobierno lo sabe, mucho me temo que tampoco ésta vez Mariano Rajoy reconozca saber algo del asunto, él no suele estar para los detalles. Y, además, parece que el ministro se refirió a él como a una tumba, y ya se sabe que las tumbas no hablan, salvo en el Don Juan de Zorrilla. Más tarde, Rajoy ha insistido en que desconoce el contenido de las conversaciones y que, por tanto, no es prudente opinar sobre cosas que no conozco. Que, si por eso fuera -sumando lo que dice desconocer a lo que realmente desconoce- Rajoy podría pasar por mudo o cartujo.
Por su parte, Daniel de Alfonso, no parece sentirse dispuesto a ejercer de mensajero o de chivo expiatorio, en sus palabras: comerme el marrón de ser el tío que graba una conversación con el ministro no lo paso, no paso ni aunque me llenen con 10 litros de vino y me emborrachen. No y no y no. Los expertos consultados argumentan, sin embargo,  que hay diferentes ruidos de roce, llegadas de mensaje o la cercanía y lejanía de las voces que indican a que fue De Alfonso quien grabó con su teléfono, mientras el propio Daniel de Alfonso se defiende diciendo  estoy convencido de que mi teléfono ha podido estar intervenido, porque cuatro veces he cambiado de móvil por sospechas e, ímplicitamente, hace recaer sospechas sobre la propia cúpula policial, ante la posibilidad de que haya sido ésta quien haya utilizado su teléfono para grabar las conversaciones con el ministro. Este es el nivel. Tampoco ningún comentario por su parte, sobre la veracidad y el contenido de las conversaciones salvo que en las conversaciones se verá que jamás me he avenido a hacer nada que pueda contravenir ninguna norma. 
Sigmund Freud consideraba la conducta conocida como matar al mensajero es un caso marginal de un tipo de defensa para enfrentar lo insoportable. Pero no enfrentar la realidad -y el fondo de ella- no suele ser más que una huída hacia delante y una posposición ficticia de lo inevitable.
Parece, además, que el angélico custodio del señor ministro del Interior, Marcelo, no dá abasto ante su hiperactividad. Ni él puede estar en todos los detalles de la apretada agenda del señor ministro, que tan pronto está conspirando como condecorando a la Virgen del Amor Hermoso. Que lo mismo también ha intentado eludir la realidad y descargar su conciencia equilibrando lo uno con lo otro.


sábado, 18 de junio de 2016

Un poco malos

En la presente campaña electoral Mariano Rajoy ha demostrado, una vez más, que domina el arte de lo aún más simple: mas allá de las indefinidas obviedades y lugares comunes que tan bien maneja -los platos, los vasos, el sentido común, los españoles muy españoles, de los que, al parecer, tenemos tantos que  nos sobran y los exportamos, etc.- ahora ha bromeado -eso dicen- sobre el hecho de que hay algunos españoles un poco malos, en alusión a sus rivales políticos, pero sin establecer niveles de maldad entre ellos, que de algunos seguro que piensa que son malotes-malotes. Pero los vamos a derrotar el 26 de junio, a todos, ha resumido; que alguien se preguntará, al escuchar éste lenguaje guiñolesco al hablar de los oponentes malos -para Rajoy los buenos son ellos mismos, lógicamente- si ahora el PP también hace campaña en las guarderías de infancia. Pues no, esas manifestaciones las ha hecho el presidente del PP durante una acto electoral en Granada y todos los asistentes eran de un tamaño entre terciado y orondo: pocos niños. Y es que a una semana del final de la campaña éste es el nivel de síntesis al que el señor Rajoy ha llegado; podría superarse pero se lo ha puesto a sí mismo francamente difícil.
En todo caso, lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos, como escribió Jacinto Benavente. Aunque en ésto de los malos estoy más con Mahatma Ghandi: no me asusta la maldad de los malos, me aterra la indiferencia de los buenos.

España y los españoles

Aunque creo que todos los países cuentan -sean muchos o pocos- con los naturales del mismo, para Rajoy tenemos una gran nación y, sobre todo tenemos algo que es muy importante, tenemos españoles; es difícil permanecer impasible ante una posesión de tal importancia -de vez en cuando nos redescubre que España está llena de españoles y no de canadienses, que digo yo que esto último sí tendría mérito- pero mucho me temo que eso sea todo lo que muchos españoles tienen: los unos a los otros; no sólo que haya millones que no tienen trabajo, -y de los que lo tienen, muchos no han dejado de ser pobres- sino que a toda una generación de jóvenes, los que por definición más futuro deberían tener, han visto frustradas sus expectativas de trabajo en su propio país y se han visto obligados a emigrar al extranjero, con lo cual hemos acabando teniendo menos españoles, y de los mejor preparados, precisamente. No todo ello, claro está, es mérito del señor presidente del gobierno, pero sus políticas no han contribuído a paliar las consecuencias del enésimo ajuste de un capitalismo salvaje y global, antes bien todo lo contrario, han contribuído a crear un desolador paisaje humano: los españoles pobres aumentan incluso cuando la economía de España crece.
Pero la base de las promesas electorales del señor Rajoy es, simplemente, más de lo mismo que ya ha demostrado su ineficacia e ineficiencia a los efectos que dice perseguir, y ha subrayado  que España tiene unas posibilidades enormes -aunque claramente son dudosas y precarias las posibilidades de los españoles de la España que él pueda legar- y que sólo hay que perseverar en las políticas desarrolladas en los últimos dos años. Cualquier cosa que diga no hará sino confirmar la insondable inteligencia emocional de alguien que es capaz de emocionarse en un campo de alcachofas. Aunque sean de Tudela.

sábado, 11 de junio de 2016

Patriotismo

Para El País  la reivindicación de la patria no es sino otro ardid de una estrategia populista que reclama aquellos significantes vacíos de contenido (patria, pueblo, gente, etcétera) que pueden contribuir a amalgamar detrás de sus siglas a aquellos que no se identifican con categorías políticas tradicionales. Para El País sólo es lícito hablar de patriotismo constitucional, no de patria ni de patriotismo (concepto éste último que confunde, a fondo, con patrioterismo); los patriotas constitucionales sí son para El País ciudadanos de pleno derecho y ellos -como patriotas buenos- son los titulares de la soberanía y de los derechos. En una democracia, todo ciudadano tiene que poder sentirse orgulloso de pertenecer a una comunidad política que respeta sus derechos y libertades y que organiza un marco de convivencia justo y respetuoso con su identidad, cualquiera que sea esta. Salvo, claro está, que no sean patriotas constitucionales y políticamente tradicionales -como es debido, en una palabra- en cuyo caso incurren, al menos,  en delito de populismo.
Vamos, que para el editorialista del El País el concepto patria viene a ser, sensu stricto, como aquello de que hacienda somos todos, un mero eslógan vacío de contenido y para uso exclusivo de patriotas -de los de pulserita rojigualda, cuentas bancarias en Suiza y offshores en Panamá- el cual, les permite engañar y robar más comodamente a la gente y al pueblo que, al latrocinio, deben sumar la conciencia de no ser personas ni tampoco ciudadanos tal y como teóricamente les reconoce la Constitución, sino meros significantes, igualmente vacíos de contenido. Y populistas, además.
Prosigue sin inhibiciones el editorialista y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, afirma rotundo de Podemos: este retorcimiento de los conceptos, ya visto en el intento de capturar la marca socialdemócrata, o en la pretensión de reclamar la soberanía frente a Europa y a la vez declararse europeísta, se traslada ahora a otra combinación imposible: el patriotismo plurinacional.  
No sé si sería posible que alguien hiciera comprender a El País que se puede simultáneamente ser europeísta y renegar de aquello en que Europa se está convirtiendo actualmente, o que España puede ser una y diversa; las Españas no es una denominación actual, sino bastante antigua, para denominar una realidad que siempre fué plural. Respecto a que alguien quiera capturar la marca de la socialdemocracia, en el PSOE deberían agradecer que alguien quiera recoger la marca de un corpus ideológico que desde ese partido han contribuído durante décadas a devaluar y a convertir, ésta vez sí, en un auténtico significante vacío de contenido.

viernes, 10 de junio de 2016

Para robagallinas

Seguimos soportando en éste país una justicia injusta; no es una opinión personal, es lo que afirmó recientemente el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes: tenemos una Ley de Enjuiciamiento Criminal que está pensado para el "robagallinas" pero no para el gran defraudador, no para los casos como los que estamos viendo ahora donde hay tanta corrupción, precisando: para la lucha contra la corrupción el sistema legal procesal no es el adecuado, sino muy defectuoso. He escrito recientemente, pero ésto fué ya hace casi dos años, nada se ha avanzado para corregir la situación desde entonces.
Para muestra, dos botones :
 1º) El Tribunal Supremo ha anulado la condena a un año de prisión que la Audiencia de Barcelona impuso a los antiguos responsables del Palau de la Música, Felix Millet y Jordi Montull en relación con el denominado caso Hotel del Palau (irregularidades en la tramitación urbanística de un hotel de lujo junto a la entidad cultural). El alto tribunal ha rechazado los recursos de la fiscalía, de la acusación particular y de la acción popular ejercida por una asociación de vecinos de Barcelona. La sentencia ahora anulada impuso a Millet y Montull un año de cárcel y el pago de multas de 3,6 millones y 900.000 euros, respectivamente, por los delitos de tráfico de influencias y ofrecimiento de cometerlos. Absueltos.
2º)Alejandro Fernández, de 24 años de edad, ha ingresado en la prisión provincial de Albolote (Granada), condenado a la pena de seis años de cárcel según sentencia del Tribunal Supremo por utilizar una tarjeta falsificada (y cargar en ella 79,20 euros); los delitos: pertenencia a banda organizada y estafa. Los hechos delictivos que se le imputan ocurrieron en 2010; claramente resultó ser el chivo expiatorio de los auténticos responsables de la banda. Ni antes ni después de los hechos se le imputa ningún delito a Alejandro, del que hoy dependen su padre, enfermo, y su pareja, con la que convive hace cinco años, en paro. Condenado, en prisión y pendiente de un posible indulto.
Lo dicho, justicia (que no lo es) y sólo para robagallinas.

miércoles, 8 de junio de 2016

La socialdemocracia aquí y ahora

A escasos cuarenta años de que el PSOE renunciara -por expresa voluntad de Felipe González- a reconocerse como marxista, ahora están bastante recelosos de que alguien les pueda arrebatar también la etiqueta socialdemócrata, de la que se consideran la única franquicia en España.
Pero es que ésto de las etiquetas autoadjudicadas nunca acaba de estar muy claro. Desde un punto de vista histórico, en su origen (1880-1914), el período clásico de la socialdemocracia coincide con la edad de oro del marxismo. La revolución soviética en Rusia (1917) tuvo entre sus consecuencias producir una ruptura dentro del marxismo entre posturas tradicionalmente revolucionarias y otras más orientadas al reformismo; éstas últimas conformarían la socialdemocracia de entreguerras. Tras el final de la segunda guerra mundial, la socialdemocracia europea abandonó formalmente el marxismo e intentó la acomodación a unas nuevas relaciones entre capitalismo y socialismo, de las que el PSOE se dió -le dieron- por enterado en 1979. Parece claro que en éstas relaciones el capitalismo cedió justo lo necesario -estado del bienestar, protección social, negociación laboral, etc.- para intentar demostrar a aquellos países que estaban bajo régimen nominalmente marxista que podía existir un capitalismo de rostro humano. Tras la caída de los regímenes comunistas en Rusia y el resto de países europeos de la órbita soviética, el capitalismo ha dejado de considerar necesarias para su supervivencia las concesiones sociales que en su día hizo y la socialdemocracia europea se comenzó a sentir sin la fuerza disuasoria prestada por la sombra amenazante del hermanastro comunista y actualmente le resulta más difícil cada día mantener las tesis y posturas de posguerra, es decir, el reformismo socialdemócrata. Es por ello que, cerrando el ciclo, la socialdemocracia de hoy se encuentra en el dilema de volver a las tradicionales tesis marxistas o desaparecer: ya no tiene ni siquiera la fuerza necesaria para plantear medidas reformistas dentro de un capitalismo salvaje y sin trabas. Y es por ello, también, que la etiqueta socialdemócrata podría adjudicársela hoy con más propiedad quien recoja y defienda los postulados del período clásico de la socialdemocracia.
A los que sonríen con suficiencia ante esta explicación y dicen considerar antiguas y obsoletas las tesis marxistas, siempre hay que recordarles lo obvio: más antiguo es el capitalismo y a pesar de lo irracional de sus presupuestos e imposible sostenibilidad, pocos podrán dejar de reconocer la fuerza con que continúa estrujándonos a todos, al tiempo que continúa esquilmando los recursos del planeta como si no fuera a existir un mañana. Que, continuando la esquilmación a este ritmo, desde luego que no.

martes, 7 de junio de 2016

Lágrimas y sudor, de momento

Sangre, sudor y lágrimas fué todo lo que Winston Churchill prometió a los ingleses al ser nombrado presidente del gobierno del Reino Unido al principio de la segunda guerra mundial.
Albert Rivera empezó temprano por el final, que aparenta ser más fotogénico: el hambre y privaciones de los venezolanos le hicieron llorar (aunque tampoco tenía necesidad de haber cruzado el Atlántico, aquí tenemos suficientes motivos para el llanto).
Peor ha sido lo del sudor:  Juan Carlos Girauta, portavoz del grupo parlamentario de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, ha acusado a Jordi Évole de apagar el aire acondicionado durante el debate que Albert Rivera mantuvo con Pablo Iglesias en la Sexta, lo cual hizo sudar a Rivera casi tanto como José Antonio Camacho en el mundial de fútbol de Corea.  Que Pablo Iglesias también sudara -aunque dicen que el color de su camisa lo disimulaba- no es impedimento para que Girauta haya deducido que Jordi Évole no fué imparcial en el cara a cara: que radicales y comunistas suden debe considerarlo Girauta (que en el pasado también militó en la Joven Guardia Roja, en el PSOE y en el PP) como parte del atrezzo propio del rojerío, otra cosa es que un señorito sude, y sin un gin-tonic a mano; eso siempre desluce la imagen de un super-centrista.
En todo caso, espero que no se llegue -para nadie- a la fase de la sangre: bastante es con que estén todos los candidatos deshidratados a casi veinte días de las elecciones (no puedo dejar de visualizar el andar prisillas de Rajoy, y los consiguientes sudores que debe producirle). Con los calores que se pronostican para este mes, ya entrando el verano. Y Pedro Sánchez en Sevilla, hoy que están allí a 37º C (y de que también está allí, además, Susana Díaz).

lunes, 6 de junio de 2016

El Gran Impostor

Ganar es una aspiración legítima de los partidos democráticos; el problema es que desconocemos los verdaderos planes del magma populista y radical formado por Podemos e IU; no deja de ser triste comprobar la inequívoca deriva -o el descubrimiento del verdadero rostro- de El País, a cuyo editorial, Una gran impostura, del 5 de Junio pasado, pertence la cita del párrafo inicial, del cual se deduce que ellos -al menos la dirección de ese diario- sí conoce los verdaderos planes del resto de las fuerzas políticas: PP, PSOE y Ciudadanos; es decir, los presuntos implicados en el Gran Plan, o sea, la Gran Coalición. Todo lo que quede fuera de ese Gran Plan pertenece, para El País,  al magma populista, es decir, a las tinieblas exteriores de Mordor, el País Negro.
El País -blanco-  ha tomado para sí la responsabilidad de señalar a los electores los riesgos que entraña la operación en marcha para deprimir al centroizquierda para hacerle frente con arrojo. Concluye el arrojado editorialista de El País: Se quiere convencer a esa gran mayoría situada en las zonas ideológicas templadas de que no hay más alternativa que el PP o Podemos, cuando no es cierto. Esa impostura puede costarle muy cara a la sociedad española.
Que, si hubiera impostura, ¿quien cree El País que es responsable de ella?, ¿no será el propio PSOE el que defendiendo -sólo de boquilla y sólo antes de citas electorales- los presupuestos socialdemócratas, pero aplicando siempre que gobierna políticas neoliberales apenas disimuladas, es, desde hace décadas, el Gran Impostor?

domingo, 5 de junio de 2016

Finiquitando

Según Dolores Cospedal, los españoles podemos elegir entre dos tipos de gobierno en las próximas elecciones: gobiernos moderados, racionales, que miran al futuro, que no quieren estar todo el rato mirando al pasado, viviendo de la división y de la confrontación... y me he quedado sin conocer la alternativa a un gobierno tan buenísimo. Que, claro, para qué. O sea, que borrón y cuenta nueva, mirando a un futuro prometido -de nuevo y por enésima vez- por el PP y sin que nadie recuerde el expolio a que algunas formaciones políticas han sometido a los fondos públicos en el pasado, sin divisiones, continuando la multiplicación de las posibilidades de corrupción; todos unidos, sin confrontación, en la inevitable -para algunos- Gran Coalición.
Según la secretaria general del PP: Podemos evitar que la radicalidad y el extremismo se apropien de España entera. Que, conociendo la facilidad de palabra contando milongas de la poseedora del copyright de la  famosa explicación del finiquito en diferido de que fué objeto Luis Bárcenas, hubiera resultado divertido oírla decir: Podemos evitará que la radicalidad y el extremismo se apropien de España entera. Que no hubiera sido otra cosa que justicia poética.
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P.S.
Finiquitar (nueva definición): se acabó (fini) el robar (quitar).

Para evitar tropezones

En  un vídeo electoral del PP ante las próximas elecciones, un corredor supuestamente anónimo, alguien que pasaba por allí -en realidad Juan Parejo, vicesecretario de Organización del PP de Extemadura- felicita a Mariano Rajoy por su buen ritmo cuasimarchista. En el mismo vídeo Rajoy nos  confiesa: siempre he preferido caminar rápido a correr; caminar rápido es mi manera de alcanzar los objetivos. Porque cuando no corres, tienes menos posibilidades de tropezar. Lástima que ésta estrategia segurona tenga, como inconveniente llegar más tarde y, en todo caso, no garantice la ausencia de tropezones: en la política -como en la vida- los tropezones tanto pueden producirse por acción como por omisión. Es cierto que lo segundo es más descansado -y conveniente, tras la cuasimarcha-  y permite, mientras, leer el Marca.
Tras ésta lección del manual de filosofía  mariana sobre como evitar tropezones corriendo, Rajoy insiste -no tiene hartura- en vendernos que más vale lo malo conocido, es decir, el PP y él mismo, que lo bueno por conocer: extremismos, radicalismos y populismos; o sea, que no vayamos a tropezar.
Así es Mariano Rajoy, con sus platos, sus vasos, sus máquinas que fabrican -o no- máquinas, sus vecinos, sus alcaldes, en definitiva, con sus españoles muy españoles y mucho españoles. Y, a ser posible, también bastante lelos; al menos lo suficiente como para evitar correr por no tropezar. O votar al PP por lo mismo.

miércoles, 1 de junio de 2016

Ideologías peligrosas

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares (que, por si no fuera de general conocimiento, recuerdo que ha ocupado el cargo más alto en la jerarquía de la iglesia católica en España), sabe -y nos lo ha dicho- cual es la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad en toda su historia. Ya está otra vez la iglesia católica asustando con el comunismo, habrá pensado más de uno. Pues no, el cardenal se se refería a la ideología de género que, según él, tratan de imponernos poderes mundiales más o menos solapadamente con legislaciones inicuas, que no hay que obedecer. Yo, que no tenía noticia siquiera de que el género tuviera ideología, he tenido que recurrir a la sabiduría del papa emérito, Benedicto XVI, para saber a que se refiere el cardenal Cañizares: con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo. Así es, para el cardenal Ratzinger, peor que el ateísmo y que el materialismo resulta una ideología que pretende la igualdad de hombres y mujeres con independencia de sus diferencias fisiológicas y que defiende igualmente que cada ser humano tiene el derecho a decidir su propia orientación sexual. Como los textos en que el cardenal Ratzinger diserta sobre la ideología de género resultan de nomenclatura algo arcaica -de hecho, habla de creaturas para referirse a personas- en el mismo sitio web reseñado nos lo explican: es una ideología (es decir, es un sistema de pensamiento cerrado) que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos. Que se mencione, para empezar, que la ideología de genero es una ideología cerrada y que no se puede dialogar con los que la defienden, no deja de ser un rasgo de humor -negro, evidentemente-, viniendo de quien viene. Y, sobre todo, una ideología no es un sistema de pensamiento cerrado, sino el conjunto de ideas fundamentales de una persona, una colectividad o una época, según una definición más aceptable. 
En todo caso, me ocurre lo mismo que al burgués gentilhombre de Moliere, que llevaba más de cuarenta años hablando en prosa sin saberlo: yo llevo siendo ideólogo de género aproximadamente los mismos años y también sin enterarme. Con el peligro que, al parecer, esa ideología encierra. 
Aunque, la verdad, a mí más peligrosa me parece la apelación del cardenal Cañizares a los católicos para que desobedezcan las leyes que consideren injustas (en éste caso, la vigente Ley Orgánica 3/2007): no podemos someternos a una mentalidad inspirada en el laicismo, tampoco en la ideología de género porque -según el cardenal- ambas ideologías llevan gradualmente, de forma más o menos consciente pero certera a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso. Que era lo que, posiblemente, quería demostrar: empiezas por no distinguir entre sexos y acabas por no creer en Dios. O viceversa. Pero en el entramado de sus argumentos me he perdido: será el incienso, que siempre me ha mareado bastante.