De los once principios de la propaganda atribuídos a Goebbels, Mariano Rajoy -toda una vida dedicada a algo finalmente te convierten en profesional de lo que quiera que sea ese algo- se maneja bien en la mayoría de ellos, pero en dos podríamos decir que tiene categoría suficiente para impartir clases magistrales: el 11º y el 5º.
Comenzando por el último, el 11º, o principio de la unanimidad, en él se afirma que es necesario llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, a fin de crear impresión de unanimidad, de verdad incuestionable. Gran parte de la retórica de Mariano Rajoy -y por extensión, del PP- vá dirigida a hacer creer a cada posible votante, que cualquiera tiene el suficiente sentido común como para poder opinar y decidir sobre el futuro del país, que las personas sencillas son las más numerosos sobre la faz de la Tierra y que para prueba basta un botón: éste que les habla (me he encarnado momentáneamente -espero- en el propio Rajoy durante un acto electoral). Las numerosas apelaciones al sentido común de Mariano Rajoy hacen referencia, más que a la sabiduría popular, a un sólo sentido compartido -de ahí lo de común- por miles de personas. Pero cada una con su voto.
El otro principio mencionado, el 5º, denominado principio de la vulgarización, muy ligado al anterior, afirma que toda propaganda debe ser
popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los
que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño
ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las
masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad
para olvidar.
Imposible oír en pleno mítin a Rajoy y no pensar que tiene el principio de la vulgarización presente en todo momento; sus perogrulladas del tipo en Málaga hay malagueños, en España tenemos españoles, el voto al PP sirve para que gobierne el PP, etc. no son casuales, sino que responden a una insuperable puesta en práctica del 5º principio de la propaganda de Goebbels para maximizar en número de convencidos por la vía del mínimo esfuerzo mental requerido. Vale que algunas veces se le ván de las manos los españoles que son mucho españoles, los vecinos y los alcaldes, pero para eso está la segunda parte del principio, que se refiere a la memoria de pez de las masas, a su increíble capacidad de olvido.
No hay comentarios :
Publicar un comentario