martes, 13 de noviembre de 2018

Voxeando

Parece que, en la campaña por las elecciones andaluzas del próximo 2 de Diciembre, en Vox creen que en Andalucía se iniciará una reconquista para dar voz a los españoles, así lo ha proclamado enardecido el líder de esa formación política; sí,  la reconquista esta vez desde el sur, que sería algo así como los miembros de Vox propagándose por toda España en forma de ola divina de forma que, a su mágico contacto, se revertiría la mudez de todos los españoles al norte de Despeñaperros  (de ahí la marca Vox, supongo). De momento, visto que sería un viaje largo -otra Cruzada- y por si lo de la mágica ola no funciona, van preparando la caballería tirando del grueso de señoritos andaluces que, por un rato, han vuelto a la tradición, aparcando el Land Rover.
No me voy molestar en comentar tal ocurrencia electoralista en los adecuados términos socio-históricos, pero sí en reseñar el lenguaje agresivo al que está recurriendo cada vez más la derecha de este país (en línea con otros neofascismos europeos): puedo recordar, por ejemplo, el nada sutil a por ellos con que esa derecha jaleó a las fuerzas y cuerpos de seguridad desplazadas a Cataluña con motivo de la consulta del 1 de Octubre del pasado año; el esquema es antiguo  -en aplicación de varios  de los principios (1, 5 y 11) de la propaganda- pero muy eficaz al estar diseñado a la medida de las mentes a las que va dirigido: simple y simplificador. Todo el argumentario en que se basa el discurso de Santiago Abascal -ese chico lleno de cualidades- se basa en referencias explícitas a la confrontación agresiva: resistencia y lucha por España; no tenemos que tener miedo a nada ni a nadie; España, Andalucía y Sevilla se han puesto en pie para reclamar la voz que han querido callar, reprochando incluso a los flojos, a la derechita cobarde, haber sido el mayor cómplice de quienes querían acabar con España; nada muy alejado del argumentario falangista de los años 30. Y para  salvar a España -y, de nuevo, aún contra su voluntad, a los españoles de sí mismos- todo le sirve: los jóvenes para que estén orgullosos de la bandera y del himno; los pensionistas tras una vida de esfuerzo y sacrificio; los funcionarios de la Junta para hacer un trabajo útil; los inmigrantes como tierra solidaria y de acogida que somos (ésto último como cortina de humo políticamente correcta y desorientadora; es conocida la postura de Vox respecto a la inmigración).  También ha utilizado una imagen gráfica más explícita: según Santiago Abascal nos esperan con la escopeta cargada (lo cual supongo que creerá que le legitima para llevar la suya cargada; el líder de Vox ha reconocido reiteradamente que porta habitualmente un arma, y no de forma metafórica). 
Es conocido que en cualquier acondicionamiento de una persona para la guerra, se comienza siempre por el lenguaje, procurando despersonalizar, alejar y excluir al señalado y reconocido como enemigo: luego resulta más fácil subir el siguiente escalón y pasar de las palabras a los hechos; no es una ocurrencia mía, ha sido así siempre. Y no tenemos más que repasar la historia reciente de este país.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Lícito

Así pues, tras ser de conocimiento público las conversaciones entre María Dolores de Cospedal, el ex-comisario José Villarejo e Ignacio López del Hierro -empresario y consorte de la primera- éste ha sido declarado en cuarentena por Iberinco (Iberdrola), sociedad que, a su vez, se ha visto envuelta en el pasado en varios casos de corrupción (por ejemplo, se podría recordar el relacionado con una planta en Letonia, en su día inaugurada por el entonces rey Juan Carlos, o el ocurrido en Albania, a raíz de lo cual el Banco Mundial condenó a Iberinco por mala praxis); no parece pues que esa cuarentena pretenda aislar una corrupción que, según los antecedentes, está ya plenamente instalada y extendida. Por su parte, López del Hierro debe estar temblando temeroso a raíz de esa cuarentena,  al constatar que sólo le quedan 26.999 sitios de los que seguir cobrando (según afirmación del ex-presidente de la Comunidad de Madrid, durante las investigaciones sobre el caso Lezo,  López del Hierro cobra bajo cuerda de 27.000 sitios).
Y como resulta que no ha podido quedar acreditado judicialmente que  López H. ó López Hierro fuera Ignacio López del Hierro (al igual que no se pudo demostrar que M. Rajoy  fuera Mariano Rajoy) en los papeles de Bárcenas, ya que según asegura su esposa hay muchos López del Hierro en España, si no existe algún otro inconveniente, el señor López del Hierro continuará con sus negocios. Y, además volverá a Iberinco tras la higiénica cuarentena para poder redondear adecuadamente sus ingresos.
Pero no debemos preocuparnos: la Justicia de éste país está  muy atenta y no permanece inactiva ante el delito; por ejemplo, la Fiscalía pide cuatro años y diez meses de prisión para un hombre que robó un bocadillo con el agravante de violencia al esgrimir como arma una lata de bebida rota (con la que previamente se había hecho cortes en los brazos para desmostrar que su hambre era desesperada); según apunta el ministerio público, el hombre quería obtener un beneficio patrimonial (¡un bocadillo!) ilícito. Deduzco pues, que el beneficio patrimonial obtenido por el señor López del Hierro  con sus negocios es totalmente lícito (es tan desprendido que incluso se le conoce como atizante de mondongo), porque los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Lo dice el artículo 14 de la vigente Constitución Española, sí, esa Carta Magna cuyo cuarenta aniversario se celebrará en breve; sí, la misma que aquellos que aseguran defenderla coinciden con los que más la ignoran de forma totalmente consciente.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Banderita tú eres roja...(*)

Si veinte años no es nada -tal y como asegura la letra del tango Volver (**)- diez son la mitad de nada: así se pasa el tiempo, sin sentir; diez años largos han transcurrido desde la publicación de esta carta (mía,  lo siento) que envié a El País y fué publicada el 20 de Enero de 2008.
Ahora que tanto agitar de banderas nos tiene a muchos mareados -y atufados, con la mezcla de olores-  y cuando hasta el community manager de la Benemérita ha tenido a bien divulgar en un tuit  La #Bandera simboliza la unión de un pueblo #Respétala (y el hashtag #MiraQueEsBonita), me ha parecido oportuno recordarla:

A cuento del último intento fallido de dotar de letra al himno nacional de España por el imperioso motivo de que nuestros deportistas tengan algo que llevarse a la boca mientras se consumen los acordes de la Marcha Granadera, ironizaba el jueves día 17 EL PAÍS en su página editorial (El Acento) sobre que tal vez el COE tendría que abrir un concurso para que los ciudadanos sugiriesen mejoras a la enseña nacional.
Pues bien, tampoco sería la primera vez: nuestra actual bandera nacional, para los que no lo sepan, es producto de un concurso promovido por el rey Carlos III, que eligió los dos diseños que más le gustaron de entre 12 bocetos que le presentó el ministro de Marina, uno para la marina de guerra y otro para la marina mercante. En sus propias palabras: "Para evitar los inconvenientes y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia, puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos, con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de en medio amarilla...". (Real Decreto de 28 de mayo de 1785).
Hasta entonces la enseña de los regimientos del Rey -el concepto de bandera nacional era entonces desconocido- había sido la cruz de San Andrés o Cruz de Borgoña en aspa, roja, sobre fondo blanco, que los Borbones heredaron de los Austrias. La misma que hoy identifica a la Comunidad Tradicionalista (Carlistas). Es decir, que las palabras rojo, gualda, sangre, oro y otras figuras poéticas referidas a nuestra actual bandera están muy bien para figurar en himnos y marchas cuya misión principal es la de enardecer reclutas que han de matar franceses, moros o rojos, pero la realidad de nuestra bandera es mucho más prosaica y funcional.
Porque una bandera -como un himno- puede llegar a ser un símbolo. Pero siempre es, sobre todo, un trapo de colores. O sea, campo para el diseño.

Fin de la cita. (Noto que hace diez años se podía escribir algo políticamente incorrecto y que, aún así, se publicara en un medio de comunicación; hoy sólo podría publicar la carta en este blog, seguramente. Deduzco que la libertad de expresión no es que haya mejorado mucho, precisamente,  en este país desde entonces. Por cierto, la Guardia Civil bien haría centrándose en sus cometidos, dejando de ejercer labores de formación del espíritu nacional: tan españoles son los que sienten la #Bandera como los que no y tiene la obligación de servir y respetar a ambos).

(**)
Volver
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.

Pues sí, pero lo malo es que todo lo demás sigue igual. O peor. 

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(*)

Allá por la tierra mora,
allá por tierra africana,
un soldadito español
de esta manera cantaba:

Como el vino de Jerez
y el vinillo de Rioja
son los colores que tiene
la banderita española,
la banderita española.
Cuando estoy en tierra extraña
y contemplo tus colores
y me acuerdo de mi España,
mira si yo te querré.
Como el vino de Jerez
y el vinillo de Rioja
son los colores que tiene
la banderita española,
la banderita española.
Banderita tú eres roja,
banderita tú eres gualda,
llevas sangre llevas oro
en el fondo de tu alma.
El día que yo me muera
si estoy lejos de mi Patria,
sólo quiero que me cubran
con la Bandera de España.
Banderita tú eres roja,
banderita tú eres gualda,
llevas sangre llevas oro
en el fondo de tu alma.
El día que yo me muera
si estoy lejos de mi Patria,
sólo quiero que me cubran
con la Bandera de España.