viernes, 29 de abril de 2022

Ocasiones perdidas


Todos los imperios que en el mundo han sido llegaron a su momento álgido de poderío para luego dejar la hegemonía que detentaban en otras manos; eso en cuanto al histórico patrón común, pero dentro de él, tanto el ascenso como el descenso -antes y después- para llegar y sobrepasar ese momento álgido los patrones son bastante variados. Toynbee y otros dedicaron su vida de historiadores eruditos  al análisis de esos imperios tratando de hallar tanto ese patrón común como las diferencias en ese proceso imperialista y de auge y caída de las distintas civilizaciones.

Por hacerlo breve -y simplificando- recordaremos sólo los tres últimos imperios mundiales de procedencia europea y cuyos perídos álgido de poderío mundial coinciden aproximadamente con períodos seculares: el imperio español en los  siglos XVI /XVII, el imperio francés los siglos XVII/XVIII y el imperio británico en los siglos XVIII/XIX; en los siglos solapados lo que hubo fué, consiguientemente, guerras entre los imperios establecidos y los emergentes. Centrándonos en el imperio español podemos decir que el mantenimiento de ese imperio estuvo a punto de costarnos la propia integridad de España: entre  1640 y 1652 se produjo una sublevación en Cataluña (coetánea a la de Portugal, que sí logró su propósito de segregarse de España) e incluso hubo proyectos de segregación de España en la mismísima Andalucía, la conocida como Conspiración de Sevilla. Tras ésto, la monarquía del último representante de la casa de Austria en España, Carlos II, era un reflejo fiel de la deflacción del imperio, con sus problemas físicos e infertilidad derivados de múltiples matrimonios cosanguíneos previos, pese a que ahora se comienza a reconocer que ni estaba tan hechizado ni era tan decadente. El hecho es que el imperio sucesor del español tras un siglo de guerras vino a España para heredarlo todo:  Felipe V como representante de la casa de Borbón francesa logró alzarse con el trono de España disputándoselo al representante de la casa de Austria: el Archiduque Carlos (más tarde nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos VI, una de las causas de que hizo que finalizara una larga -casi 15 años- guerra de Sucesión en España). Quedémonos (para el final) con dos datos curiosos: el imperio que comenzó con Carlos I concluyó con Carlos II; Felipe V prevaleció también sobre Carlos VI, el sucesor del emperador Carlos V en el Sacro Imperio Romano Germánico.

Es sabido también que la concepción administrativa y de gobierno de la casa de Borbón era mucho más centralista que la de la casa de Austria: de las Españas -concepto  pluralista de gobierno- Felipe V pasó a implantar en España el modelo de gobierno centralista de Francia -sobre todo en los territorios integrantes de la Corona de Aragón-  mediante los Decretos de Nueva Planta; una inequívoca declaración de intenciones ya en su título.

Según consideremos o no a la guerra de Sucesión española como una ocasión perdida, esa hubiera sido la primera de ellas; pero vayamos a las dos claras ocasiones posteriores que con posterioridad se perdieron para lograr evitar la nada saludable -para los españoles- presencia de la casa de Borbón en el trono de España (no reiteraré -por consideración a quien lea esto- el resumen sobre todos y cada uno de los representantes de esta dinastía en España; quien lo desee puede consultarlo aquí).

Y así, la primera de esas dos ocasiones claramente desperdiciadas resulta que fué la derivada de las abdicaciones de Bayona, mediante las cuales tanto Carlos IV como Fernando VII renunciaron a la corona de España en favor de Napoleón: ¿con que méritos volvió el Deseado -también conocido como el rey felón- a reinar en España tras su renuncia al trono?

La segunda ocasión perdida se podujo cuando producto de la revolución de 1868 (La Gloriosa) fué expulsada de España Isabel II; tras esa revolución se intentó la  instauración de una monarquía realmente constitucional en la persona de Amadeo de Saboya -previamente el general Prim le había ofrecido el trono (circunstancias internacionales lo impidieron) a Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, a quien los españoles, vista la difícil pronunciación de su apellido (y siempre dispuestos a la chanza)  denominaban, mediante la conveniente asimilación fonética, como Ole-Ole si me eligen-; este laborioso intento de mejorar nuestra salud democrática costó la vida a Prim, principal valedor del proceso, y tras su asesinato y la renuncia al trono de Amadeo de Saboya se intentó recurrir a la heróica: la constitución de una I República, intento que finalizó cuando -inaugurando una tradición también muy española- el general Pavía entró en el Congreso de los Diputados al frente de la Guardia Civil, propiciando la vuelta al trono del Borbón de turno: Alfonso XII.

Retomando los datos curiosos antes mencionados: ¿es posible que una dinastía inaugurada en este país con Felipe V finalice con Felipe VI? Es sabido que a la tercera va la vencida y también que no hay dos sin tres:  la instauración de una Tercera República  aprovechando una tercera ocasión sería justicia poética, por lo menos; homenaje a aquella II República a la que apenas dejaron existir durante ocho años, tres de ellos en guerra, y a la última ocasión -después de las dos mencionadas- que tampoco se logró por mucho tiempo.

lunes, 11 de abril de 2022

Servidor del pueblo

En 1997 Volodímir Oleksándrovich Zelenski, -Ze para allegados, seguidores y amigos- creó y dirigió la productora de comedias Kvartal-95;  desde 1998 hasta 2003 se gestionaba desde Moscú, dedicándose a elaborar productos de entretenimiento para televisión con destino a los países ex-soviéticos. En 2003, Kvartal-95 comenzó a producir programas de televisión para el canal de televisión ucraniano 1+1 y en 2005 el equipo se trasladó al canal de televisión ucraniano Inter en cuya directiva se integró Zelenski posteriormente; en diciembre de 2018 declaró que Kvartal-95 había hecho su última película con su filial rusa en 2012 y su oficina en Moscú  se había cerrado en 2014. En 2015 Kvartal-95 creó una serie de televisión llamada Servidor del pueblo, en la que Zelenski desempeñaba el papel de presidente de Ucrania; en 2018 empleados y allegados de Kvartal-95 fundaron un partido político con el mismo nombre de la serie de televisión, partido inevitablemente dirigido por el propio Zelenski: con ese partido concurrió y ganó las elecciones a la presidencia real de Ucrania en 2019, con lo cual la serie hubo de concluir: la ficción ya no era tal; hubiera sido un lío.

Ahora me explico porqué yo, que ignoraba todos los datos expuestos, tenía esa sensación de estar contemplando una serie de ficción política al estilo de Okkupert (Occupied; Rusia invadiendo Noruega en este caso y no digo más,  por quien no la haya visto), al ver y oír a un presidente Zelenski que se nos muestra habitualmente en camiseta verde oliva (es posible que a imitación de su personaje en la mencionada serie, no lo sé, no la he visto), presto a salir corriendo (por el motivo que sea) de inmediato y realmente, a diferencia de las patéticas imágenes que recordamos de Rajoy, andando deprisa y queriendo hacernos creer que era deporte; lo que es saber manejar los medios: de Zelenski nos lo creemos sin verlo. Parece que desde Ronald Reagan esos medios -que van camino de convertirse en toda la realidad- y la industria del entretenimiento no han parado de ganar protagonismo en la sociedad hasta el punto de hacer realidad literal la frase de McLuhan: el medio es el mensaje. Y es la razón por la cual cada vez es más difícil -que nunca fue fácil- saber donde está la verdad; soy de la generación del padre de Pablo Iglesias y aún creo -seguramente como él- que la verdad debe existir, aunque no sepamos dónde se halla (ni si se haya).

viernes, 8 de abril de 2022

Solipsismo

El solipsismo es una radical propuesta filosófica -tan indemostrable como difícil de refutar- que defiende que tan sólo podemos asegurar la existencia de nuestro propio yo, de nuestra mente, que el resto -el mundo, los demás, la vida- no es más que el escenario creado por nosotros mismos, tal y como declama nuestro solipsista más célebre, Segismundo:
 
 Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar. 
.....

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

.....

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Desde oriente (taoísmo, budismo zen, hinduísmo) se propone justamente lo contrario: no es el mundo una invención del yo; soy yo un sueño del mundo. Según el hinduísmo no somos más que el sueño de un dios que duerme, Brahma, y el mundo material que percibimos sólo Maya (ilusión).

Lo cierto es que de ambas opciones prefiero la segunda, que me exime de la responsabilidad de haber imaginado o soñado que en la historia del hombre figuran hechos tales como la esclavitud, la tortura, el Holocausto, el fascismo, y más cercana, una España que basa su historia reciente en una guerra civil cuyos vencedores sometieron a la mayoría a su dictadura y cuyos herederos han manejado a su antojo nuestras vidas y recursos bajo una apariencia formal de democracia hasta el día de hoy. Por resumir, que tampoco voy a entretenerme en detallar -si lo supiera, que no tengo ni idea-  el porqué mi Segismundo interior se ha dedicado a inventar un partido político con unos líderes tales como Aznar, Rajoy, Aguirre, Díaz Ayuso, Casado, etc.; ni porqué la única alternativa a este partido que ha podido elaborar mi imaginación haya sido otro denominado PSOE. 

En fin, que el solipsismo me resulta bastante complejo y hasta angustioso; prefiero, ya digo, que Maya sea ajena a mí; de Brahma o de quien se haga responsable.

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...hablando de Maya, recuerdo -y recomiendo- una novela algo olvidada de Angel Ganivet: La conquista del reino de Maya (un libro raro, titulaba Navarro Ledesma una reseña de la misma aparecida en El Globo en abril de 1897); no tiene mucho que ver con el solipsisimo -salvo que la novela es, en sí, descripción de mundos imaginados; solipsismo literario socialmente aceptado- pero ahí queda.

martes, 5 de abril de 2022

Consejos vendo...

Anda Pedro Sáchez, el presidente del gobierno, cual caballero andante de reluciente armadura en su corcel, rampante en redes sociales, manifestando su horror, dolor e indignación ante las terribles imágenes que llegan desde la localidad ucraniana de Bucha, señalando que los crímenes de guerra que se están cometiendo no pueden quedar impunes, confundiendo, una vez más, los verbos poder y deber; porque poder estoy convencido de que pueden (si realmente se han cometido y se averigua quién los ha cometido, que es sabido que en toda guerra la primera víctima es la verdad), aunque no deberían.  Y para ello no tiene el señor presidente del gobierno más que recordar nuestra propia historia que, no hace aún un siglo, produjo también terribles imágenes y aunque en aquella época los medios de comunicación no fueran omnipresentes como hoy, han perdurado las suficientes, por más que los hechos que relatan estén sobradamente acreditados. Y para demostrar que los crímenes de guerra sí que pueden quedar impunes debe recordase -de nuevo-  que, en efecto, más de 100.000 españoles continúan malenterrados en cunetas, fosas comunes y al pie de las tapias de los cementerios (generalmente en el exterior), sin que, en todo ese tiempo,  desde el poder político alguien haya pretendido realmente acabar con la impunidad de los que cometieron aquellos crímenes y, ni siquiera, realizar el acto de justicia de reconocer aquellos hechos -no basta con atestiguar su ilicitud- y paliar de oficio por parte del Estado el dolor de los descendientes de aquellas víctimas; que ha tenido que ser algún sindicato de un país extranjero el que costeara los gastos de exhumación de fosas comunes procedentes de aquellos terribles tiempos, mostrando así mayor sensibilidad que nuestros propios gobiernos democráticos (de uno u otro color político) al respecto.

...y para mí no tengo.