martes, 28 de agosto de 2018

La ilusión de Ciudadanos

Ciudadanos nació en Cataluña como partido anti; antinacional-catalanista para ser exactos. Su presidente, Albert Rivera, y como constatación de que es un partido de fortuna, fué elegido por sorteo: la suerte parece que recayó toda en el elegido; a los demás no nos tocó nada salvo soportar, cada vez más frecuentemente, sus nerviosas peroratas. Al principio (2005-2008) Ciudadanos jugó incluso a ser de izquierdas -de aquella manera- mediante una propuesta de Francesc de Carreras en uno de sus congresos iniciales pero, ya en 2009, Rivera pacta una candidatura conjunta en unas elecciones europeas con Libertas, una agrupación ultraderechista liderada  por el irlandés Declan Ganley. Tras el fracaso de esa aventura, Rivera continuaba asegurando que su partido estaba entre el liberalismo social y la socialdemocracia, aunque tampoco precisó mucho que entendía él por una cosa y la otra, sobre todo la segunda.
En esas estaban cuando -tal y como se relata la creación del mundo en la Biblia: Y vió Dios que era bueno- así el Ibex35, en su omnímodo poder, vió que Ciudadanos era bueno como posible altenativa a su tradicional representante político y  comenzó a proporcionarle los medios para poder ser utilizado al efecto: en 2014, con un PP en el comienzo de su largo proceso de descomposición y al final de una socialmente aterradora y desgastadora -también para el propio PP- legislatura, Rivera lanza Ciudadanos a nivel nacional -hasta entonces se habían limitado fundamentalmente a Cataluña- mediante el Movimiento Ciudadano; entre los apoyos explícitos a ese Movimiento, figuraba el de Santiago Abascal, dirigente de la formación ultraconservadora Vox, entre otras figuras públicas, políticos, etc. que eran tanto o más liberales sociales o socialdemócratas que el propio Abascal.
Pero llegó el momento de ajustarse ideológicamente -incluso el enlace al Movimiento Ciudadano ha desaparecido de la página de Ciudadanos- así es que, en su IV Asamblea General (Febrero de 2017 ) el partido -a propuesta de Rivera- se convirtió en liberal, progresista, demócrata y constitucionalista. Puede observarse -además de la resonante ausencia de la palabra social; anteriormente figuraba por duplicado- que salvo la autodenominación de liberal (con lo que eso significa en éstos tiempos: quien paga manda) el resto es pura obviedad sin significado real alguno: ¿puede existir un partido que dentro de una supuesta democracia se autodefina como lo contrario: reaccionario, antidemócrata y anticonstitucionalista?
Habría que recordar, como contraste práctico, que un partido que también se autoproclama regenerador, ha sido -en un breve intervalo temporal-  tanto pareja de hecho del PSOE como muleta parlamentaria del PP; seguramente Ciudadanos pretendía una regeneración de ambos partidos por contacto (o por ósmosis). Por tanto, y en resumen, Ciudadanos es un partido que será lo que haya que ser para poder estar; ese podría ser el sintético guión de su ideología política. Y es que parece que no son éstos tiempos de ideologías -ni aún de ideas- y menos en política.  Ciudadanos es un partido que siempre se adaptará -como los gases- al recipiente que lo contenga (quiero decir, a los intereses de quien lo financie).
En la cuenta oficial de Ciudadanos en Twitter puede leerse actualmente: El populismo y el nacionalismo no pueden ser la alternativa. La solución es un nuevo proyecto nacional que ilusione a los españoles. ¿Alternativa mutua? ¿un proyecto nacional no es nacionalismo? ¿no es esta declaración, en sí misma -y en tan poco espacio- populismo en estado puro?; ¿nos está proponiendo Ciudadanos ilusionar a los españoles recuperando el Movimiento Ciudadano a nivel Nacional promoviendo un nuevo Movimiento Nacional aquí y ahora?
Ilusión (1ª acepción RAE): Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por el engaño de los sentidos. No será que no avisan, ellos mismos.

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