En la película El puente sobre el río Kwai, el coronel Nicholson, que ha dirigido la construcción del puente utilizando el trabajo forzado de prisioneros británicos -excluyendo a la oficialidad, naturalmente- para uso de las tropas japonesas ocupantes de Birmania, finalmente admite la destrucción de su puente, atendiendo a su patriotismo. Y precisamente ese fué el final que el autor de la novela sobre la que se basa la película, Pierre Boulle, nunca perdonó a David Lean que cambiara: en la novela el coronel Nicholson nunca admite que el puente sea destruído; según Boulle mantener esa decisión es lo que dá sentido al relato.
Como suele suceder, la realidad del trabajo forzado de los prisioneros británicos bajo los japoneses fué mucho más dura que lo narrado en la novela y en la película, e incluso la realidad de la producción de ésta última, donde los guionistas de la misma -Carl Foreman y Michael Wilson- no pudieron ser premiados ni aparecer en los créditos por estar en la lista negra de Hollywood, era bastante más cruel que la épica heroica desarrollada por Lean en ella.
Y, hablando de puentes, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, opina que Felipe VI es un jefe del Estado que entiende la España
plural y diversa y que siempre ha tendido puentes con Cataluña. Salvando las incómodas equiparaciones de un símil traído por los pelos -sólo soy capaz de sustituir el Kwai por el Ebro- ya sólo nos quedaría saber si Felipe VI es el coronel Nicholson de Boulle o el de Lean. Aunque yo creo que en Octubre pasado él mismo se decantó por el de la película.
Para otro día otros puentes....
Para otro día otros puentes....
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