martes, 29 de diciembre de 2020

El coronel Ignotus

Es cierto que, como ya señaló Antonio Machado, en este país, nueve de cada diez cabezas se dedican antes a embestir que a pensar; es un rasgo característico de nuestra idiosincrasia, quizá relacionado con nuestra tradicional afición a la tauromaquia: ambas actividades exigen parecida utilización del raciocinio. Pero también es cierto que aprovechamos notablemente bien ese minoritario diez por ciento, será por eso -por adecuación a la oportunidad- que nuestra colección de heterodoxos es bastante lucida (además de la conocida obra del ortodoxísimo y catoliquísimo Marcelino Menedez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, está la intersante obra de Fernando García de Cortázar, Los perdedores de la Historia de España); en tiempos recientes y en el terreno de la ciencia y la ingeniería se me ocurren, así, a vuelapluma, varios ejemplos de brillantes heterodoxos: Santiago Ramón y Cajal, Isaac Peral, Juan de la Cierva, Leonardo Torres Quevedo y el menos conocido Emilio Herrera, que ya en 1935 diseñó una escafandra estratonaútica inspiración directa para los ingenieros de la NASA, treinta años después, en el diseño de los trajes espaciales para los astronautas; también fué el director técnico de la aviación republicana durante la guerra civil, exiliado de España tras ésta y Presidente de la II República Española en el exilio entre 1960 y 1962.

Pero hoy aquí quiero recordar la figura de otro heterodoxo también brillante y original, la de José de Elola y Gutiérrez, de la que tuve pronto conocimiento -por mi profesión- al haber sido, entre sus otras actividades, autor de tratados sobre Topografía e inventor de aparatos en ese campo (brújula taquimétrica autorreductora y la famosa mira Elola, permeable al viento). Elola (coetáneo y paisano de Manuel Azaña, aunque supongo que, de conocerse, no hubiera entre ellos mucha afinidad ideológica), coronel de Estado Mayor y que, como tal, planificó las defensas de Puerto Rico poco antes de la guerra hispano-norteamericana de 1898, fué también el coronel Ignotus, seudónimo que utilizó para firmar una larga saga de originalísimas novelas de ciencia-ficción -Biblioteca novelesco-científica- tal que ésta; es cierto que conservó su rango militar en el seudónimo con que firmaba sus obras, pero todo lo demás es pura imaginación premonitoria. Hoy, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror celebra los HispaCon y concede los Premios Ignotus a las consideradas mejores obras de ciencia ficción.

Como muestra de su incuestionable originalidad, incluyo la sinopsis de otra de sus novelas, Amor en el siglo cien: dos novios bilbaínos (de nombres y apellidos tan poco vascos como Inés Ramírez y Juan García) son accidentalmente hibernados en el año 2000 (que también era futuro lejano en 1922, el año que fué publicada la obra) y reanimados en el siglo cien. En el mundo futuro en el que despiertan -aunque se habla una versión actualizada de esperanto, ellos logran entenderse en euskera, que continúa siento utilizado por los vascos del siglo cien-  una de las fuentes de energía más utilizada es la energía del amor -en realidad, la generada durante (o previamente) el acto sexual en las denominadas yuntas amatorias- energía que se mide en electrocupidios y que es extraída de jóvenes parejas de amantes pertenecientes a la clase social baja (sí, en el siglo cien continúan existiendo diferentes clases sociales). Mientras, las clases altas  disfrutan de las ventajas y comodidades propias de su clase -una característica también intemporal- conformando una sociedad decadente y de relajadas costumbres morales, educada en la promiscuidad y en la que religión ha sido transferida para uso exlusivo de las clases bajas. Pero el amor de los bilbaínos provenientes del siglo XX es tan grande -pese a la hibernación- que, a causa de un escape accidental, sobrecargan el sistema con una ola de amor puro que se extiende por todo el mundo cual benéfica pandemia, una inundación generalizada de bondad y amor al prójimo que provoca la abolición del sistema oligárquico y la supresión de la casta de los parias de la clase baja, que a partir de entonces serán considerados como auténticos seres humanos: el revolucionario comienzo de una nueva sociedad, nacida del amor de los dos protagonistas. ¿A quien se le ocurre hoy algo parecido, que me apunto?

Rafael Azcona, cuando le contaban algún sucedido de esos intensamente tragicómicos en los que se inspiran sus guiones, confesaba a quien se lo contaba: ¿sabes?, eso me reconcilia con la vida. A mí, una de las cosas que me reconcilian con la vida en este país, del que muchos -con la excepción conocida del permanente neófito James Rhodes- renegamos frecuentemente, es que, de entre la mayoría de embestidores de mucha testuz y poco seso, surge de cuando en cuando un deslumbrante heterodoxo, de los que hacen comprender que entornos hostiles propician especímenes sorprendentes. La ley universal de la compensación, será. Elola y su mente permeable al viento de la imaginación.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Déjà vu taurómaco, realmente


Cuando parecía que no deberíamos esperar sorpresas del tradicional discurso dirigido en éstas fechas por el Jefe del Estado a los españoles y que, una vez más, nos tocaría cabrearnos sordamente ante el habitual -e insustancial- buenismo (sobre todo al recordar aquél la justicia es igual para todos pronunciado por su padre y predecesor en el cargo en idénticas circunstancias), hete aquí que, efectivamente, era lo que parecía: con la que ha caído y está cayendo, por si no queríamos buenismo, más de lo mismo (y me ha quedado un pareado); todo se ha reducido, de nuevo a un hilvanado de inquietudes y reflexiones que quedan como mero ejercicio teórico sobre la realidad del país, y aún ésto, parcial y sesgado.
Tras un calentamiento ambiental previo a cargo de TVE, recordando lo buenísima que es la realeza para  los españoles y sus desvelos para con ellos, cual supernumerario toro para rejoneo, se produjo la faena real:

De nuevo -y previsible- una apelación a la democracia y a  la convivencia basada en el cumplimiento de la Constitución, cuando es patente  que hace tiempo que se produce una aplicación selectiva de la misma. Sin embargo, ninguna observación respecto a comentarios de militares -de los cuales es formalmente jefe-  respecto a fusilar a más de la mitad de la población: se referirá a convivencia sólo entre los que fusilan.  Una chicuelina.

De nuevo -y previsible- una apelación a la ética, la de una monarquía renovada, cuando todo lo que ha mencionado en relación con la conducta poco ética de su padre y predecesor en la Jefatura del Estado ha sido su propio compromiso personal en cuanto a una conducta integra, honesta y transparente, como garantía institucional:  parece que esos parámetros -y la consecuente justificación de responsabilidades- no son de aplicación a anteriores monarquías que no están sujetas a tales parámetros éticos, reconociendo, no obstante, que los principios éticos están por encima de consideraciones personales o familiares; otro capotazo, una vistosa larga cambiada casi lagartijera, en esta ocasión.

De nuevo -y previsible- un reconocimiento de la precariedad de nuestro futuro si por tal entendemos el de los jóvenes de este país, bien formados en un considerable porcentaje, pero instalados en trabajos precarios, o que se ven obligados -no por propia elección- a emigrar; los jóvenes son los más perjudicados. No nos podemos permitir una generación perdida; es evidente, ¿qué propone para evitarlo después de una década en esa situación? Un trincherazo, creo.

Y, finalmente, la novedad de este año, la pandemia de CoVid-19, frente a la que se requiere un gran esfuerzo colectivo, en el que cada uno siga dando lo mejor de sí mismo en función de sus responsabilidades y de sus capacidades; en dos palabras, como diría Jesulín de Ubrique: im-presionante; ¿no es aplicable ese esfuerzo colectivo a todos y cada uno de los aspectos de la vida social del país?; a eso se llama hablar para rellenar un discurso. Un pase de pecho rematado con un desplante.

A pesar de todo, y considerando la bondad fundamental de los españoles -no es extraño que coleccionemos tantos santos reconocidos por la Iglesia católica, pese a nuestro paganismo, paradójicamente- tenemos que afrontar el futuro con determinación y seguridad en nosotros mismos, en lo que somos capaces de hacer unidos, con confianza en nuestro país y en nuestro modelo de convivencia democrática; pues nada, un estatuario de adorno.

Dicen que no hay quinto malo; no sé, parece que éste quinto discurso de Felipe VI como Jefe del Estado español ha sido como los anteriores: perfectamente inocuo y prescindible; una faena de aliño. Mientras no le devuelvan el toro a los corrales todo bien, parece.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Numerología china


Así como la astrología y la astronomía o la alquimia y la  química en sus incios estaban estrechamente ligadas, lo mismo ocurrió con la numerología y las matemáticas; hace tiempo que la ciencia separó a todas ellas, distinguiendo entre ciencia y superstición, entre las hijas legítimas y las bastardas. Ello no significa que no haya creyentes y seguidores de las primeras -de la primera, sobre todo- ya que el ser humano siempre ha querido saber y tener respuestas de los porqués universales por la vía rápida: los cabalistas judíos -y los ocultistas herméticos desde el Renacimiento- se plantearon una especie de manual para interpretar la realidad y sus misterios desde signos ocultos en textos sagrados mediante complejas metodologías al alcance sólo de estudiosos e iniciados.

La cultura china, llegó en ésto -como en casi todo- antes que la cultura occidental; los chinos de siempre han creído que hay unos números que traen buena suerte (números auspiciosos) y otros que traen mala suerte (números ominosos). En la China actual el número cuatro es un número claramente ominoso y es como para nosotros el 13 (que, por otra parte, suma cuatro), pero más serio: para empezar suena muy parecido a la palabra muerte (, en chino)  y procura evitarse nombrarlo con frecuencia ya que se supone que trae aparejadas desgracias; en la práctica el número cuatro se suele evitar en la numeración de edificios en las calles, teléfonos, logotipos o nombres de empresas; no es infrecuente sustituir un cuarto piso por el 3A (yo mismo acabo de evitar escribir la cifra, por si acaso). El siguiente número, el cinco, es para los chinos un número neutro ya que en su idioma suena como la palabra nada (), es decir, ni fú ni fá (ni wú ni wá, en chino macarrónico).

Teniendo en cuenta que las desgracias de éste 2020 no habrán sorprendido en absoluto a cualquier numerologista chino -teniendo en cuenta que, mediante la reducción mística, sus cifras suman cuatro- seguramente ese mismo numerologista tampoco nos augure muchas venturas para el próximo año 2021, cuyas cifras suman cinco. Por más que, en la cultura española, esa cifra tiene una rima inevitable.

Por contra, el nueve, la suma de ambos, es un número auspicioso porque se pronuncia exactamente como la palabra eterno (jiû); no sé si eso nos permitiría deducir que sumando ambos años tendríamos un año regular (que eterno tampoco creo que nos interesara).

Y a los chinos hay que tenerlos hoy muy presente. En todo. Que puede que atiendan a semejantes supersticiones, sí, pero han llegado a la Luna y van a heredar la Tierra (lo que reste).

lunes, 7 de diciembre de 2020

Esta Constitución


Ya alguna vez he sostenido que una nombre más apropiado y descriptivo para la Transición del 78 sería el de Transacción; transición supone de ir de un lugar o posición a otra y la Transición del 78 fué, más bien, un ejercicio gatopardiano de aggiornamento político: Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi (si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie) es decir, lo mismo que hizo la Iglesia católica (no por nada es la más longeva de las actuales instituciones humanas) mediante el Concilio Vaticano II, actualizar la liturgia pero manteniendo los dogmas de fe; más prosaico sería decir cambiando el collar a los perros, que continuaron siendo los mismos. A la actualidad me remito, más de cuarenta años después de aquella milagrosa transición.

Por todo ello, mantener que el documento que plasmó aquél ejercicio de revestimiento del santo -la Constitución del 78- que ayer se conmemoraba, celebrando su vigencia, es querer ignorar voluntariamente que muchos ya se han dado cuenta de la ineficacia -por no hablar de ineficiencia- de la tramoya del guiñol montada para mantener en la ignorancia a una mayoría suficiente para que la privilegiada minoría de siempre continuara con sus privilegiados negocios. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ha apelado a una lectura integradora ya que una Constitución inclusiva demanda una lectura honesta y abierta; una lectura también integradora, que no pretenda apropiarse del texto constitucional convirtiéndolo en bandera y patrimonio partidista. Nadie tampoco debe pretender ignorar los contenidos que le resulten molestos o incorporar al mismo nuevas exigencias excluyentes o reductoras. Tarde ya, creo, para que cuarenta años después la Constitución pase a ser de instrumento artificial de engaño a instrumento de defensa de la mayoría social de este país, cuando es continuo el ejercicio de malabarismo selectivo que permite defender con pasión artículos peligrosísimante ambiguos (por ejemplo, el 155) e ignorar simultáneamente los referidos a los derechos y libertades de los españoles

Tarde, ya digo, para pretender que una vez vista por muchos la trampa, todos deseemos continuar viviendo en ella únicamente por los teóricos beneficios derivados de la Carta Magna. Como si se tratara de un coñac que vemos de continuo beber a otros; a los de siempre.

martes, 1 de diciembre de 2020

Presupuestamente

Es sabido que los Presupuestos Generales del Estado vienen a constituir lo que podríamos denominar la realpolitik, en cuanto que -en los sistemas democráticos- concretan de manera directa las políticas defendidas por los distintos partidos en las distintas partidas (valga la redundancia) presupuestarias cuando acceden a la posibilidad de gobernar; la dotación y priorización de cada una de éstas indica, ni más ni menos, la importancia y apoyo que desde el gobierno se da a los distintos sectores sociales como destinatarios de los recursos públicos. Si alguien quiere comprobar la orientación política real -no teórica ni sedicente- de cualquier país, no tiene más que analizar sus presupuestos.

Resulta que en España, actualmente, seguimos aplicando los Presupuestos Generales que aprobó el gobierno del PP en 2018, presupuestos que lógicamente respondían a los criterios de aquél gobierno que cesó en su ejercicio hace dos años, pero que, en función de la situación política habida desde entonces, han continuado aplicándose y están vigentes a día de hoy,  por más que, incluso para quien fué responsable de su elaboración, no parecen ser los más adecuados a las actuales circunstancias socio-económicas del país.

Pues bien, a pesar de eso, los partidos de la derecha de éste país (PP, VOX y Ciudadanos) se han empeñado en que no haya nuevos Presupuestos Generales basándose, principalmente, en que el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado 2021 va a salir adelante, previsiblemente, con el apoyo -entre otros grupos políticos además de los que conforman el gobierno- de EH Bildu; quiere esto decir que si a EH Bildu le pareciera bien que cayera maná -hipotético- sobre España, a los partidos de la derecha les parecería mal, con independencia de que los españoles pudieran estar muriéndose de hambre; de nuevo en aplicación la vieja consigna de la derecha de este país que ya aplicó, por ejemplo, Franco: salvar a España aún a costa de los españoles. 

No puedo más que estar de acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero -quizá el único ex-presidente que parece haber ganado en lucidez al alejarse del poder- cuando dice que le tranquiliza que la mayor crítica que se puede hacer al Proyecto es que lo vota EH Bildu, remachando cuando afirma que ese apoyo engrandece la democracia. Y al asegurar que el gobierno es quien debe y tiene la potestad de decidir porque el poder se ejerce generacionalmente, aconsejando desoir a antiguos floreros incontinentes que bastante deberían tener con ocuparse de lo suyo, no de lo de todos.

Es cierto que presupuesto es otra palabra polisémica; por ejemplo, cuando los partidos de la derecha presuponen que EH Bildu es lo mismo que ETA, están presuponiendo pero gratuitamente, es decir, sin fundamento objetivo; ya hay quien ha señalado, oportunamente, que el fin de ETA se debió, entre otros, a la propia izquierda abertzale. Es cierto que contra ETA el PP se encontraba agustísimo, pero donde hubo nidos antaño no hay pájaros hogaño, seguir presuponiendo al margen de la realidad es vivir -peligrosamente- en mundos paralelos. Yo también tenía mucho pelo en la cabeza y hoy prácticamente puedo prescindir del peine.