miércoles, 12 de agosto de 2020

La fraternidad primero

Es conocida -aunque no muy divulgada; sólo recuerdo haber visto que se mencione en la excelente Dragón Rapide, de Jaime Camino- la alocución por radio (*) que Franco lanzó oficialmente desde Tetuán el 17 de Julio de 1936
-en realidad en esa fecha se encontraba aún en Agadir, en el Marruecos francés, a la espera de acontecimientos que le garantizaran el éxito de la sublevación- durante el traslado desde su destino oficial como comandante general de Canarias (el día 16 de Julio había asistido al entierro del general Balmes, gobernador militar de Gran Canaria, muerto accidentalmente) que abandonó para tomar el mando de las tropas del ejército español sublevadas en el Protectorado español de Marruecos.

Pocos días después, el 27 de Julio, Jay Allen realiza una famosa entrevista a Franco también en Tetuán; en ella,  Franco, ante la aseveración de Allen de que tendría que fusilar a media España para que la sublevación militar triunfase, lo miró fijamente, sonrió y con su voz aflautada aseguró: he dicho cueste lo que cueste; su versión del conocido axioma de la derecha de salvar a España a costa de los españoles.

Eso sí, en la alocución mencionada que finalizaba con la divisa triádica de la Revolución francesa -Libertad, Igualdad, Fraternidad; se suponía que la sublevación se realizaba para salvaguardar la República- puso buen cuidado en alterar el orden y colocar en primer lugar la Fraternidad: quedaba así inaugurada la fraternal matanza entre españoles durante tres años y la posterior matanza de españoles durante los cuarenta siguientes; ya pudo comprobar el honrado pueblo español como entendía Franco la fraternidad, la libertad y la igualdad (por ese orden), y como pretendía lograr la paz interior de España: la paz del silencio o del cementerio, a elegir por todos aquellos españoles que no estuvieran conformes con la idea de España que le habían encargado imponer.

Sí, de todo ello hace casi un siglo; pero es que la historia de España es un gigantesco péndulo desde el siglo XVII; de cuando en cuando el regeneracionismo diagnostica, pero curar, nadie cura. Somos un auténtico caso de estudio.

_________________________________________________________________

 (*)

"¡Españoles! A cuantos sentís el santo nombre de España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la patria, a cuantos jurásteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a su defensa. La situación en España es cada día más crítica; la anarquía reina en la mayoría de los campos y pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo presiden, cuando no fomentan, las revueltas; a tiro de pistola y ametralladoras se dirimen las diferencias entre los asesinos que alevosa y traidoramente os asesinan, sin que los poderes públicos impongan la paz y la justicia. Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la población, arruinando y destruyendo sus fuentes de riqueza y creando una situación de hambre que lanzará a la desesperación a los hombres trabajadores. Los monumentos y tesoros artísticos son objeto de los más enconados ataques de las hordas revolucionarias, obedeciendo a la consigna que reciben de las directivas extranjeras, con la complicidad y negligencia de los gobernadores de monterilla.

  Los más graves delitos se cometen en las ciudades y en los campos, mientras las fuerzas de orden público permanecen acuarteladas, corroídas por la desesperación que provoca una obediencia ciega a gobernantes que intentan deshonrarles. El Ejército, la Marina y demás institutos armados son blanco de los más soeces y calumniosos ataques, precisamente por parte de aquellos que debían velar por su prestigio, y entre tanto los estados de excepción de alarma sólo sirven para amordazar al pueblo y que España ignore lo que sucede fuera de las puertas de sus villas y ciudades, así como también para encarcelar a los pretendidos adversarios políticos.

  La Constitución, por todos suspendida y vulnerada, sufre un eclipse total: ni igualdad ante la ley; ni libertad, aherrojada por la tiranía; ni fraternidad, cuando el odio y el crimen han sustituido el mutuo respeto; ni unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento territorial, más que por regionalismos que los Poderes fomentan; ni integridad ni defensa de nuestra frontera, cuando en el corazón de España se escuchan las emisoras extranjeras anunciar la destrucción y reparto de nuestro suelo. La Magistratura, cuya independencia garantiza la Constitución, sufre igualmente persecuciones y los más duros ataques a su independencia. Pactos electorales hechos a costa de la integridad de la propia Patria, unidos a los asaltos a Gobiernos civiles y cajas fuertes para falsear las actas formaron la máscara de legalidad que nos presidía.

  Nada contuvo las apariencias del Gobierno, destitución ilegal del moderador, glorificación de las revoluciones de Asturias y Cataluña, una y otra quebrantadoras de la Constitución, que en nombre del pueblo era el Código fundamental de nuestras instituciones. Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas, engañadas y explotadas por los agentes soviéticos, se ocultan las sangrientas realidades de aquel régimen, que sacrificó para su existencia 25 millones de personas, se unen la molicie y negligencia de autoridades de todas clases que, amparadas en un Poder claudicante, carecen de autoridad y prestigio para imponer el orden en el imperio de la libertad y de la justicia.

  ¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo? ¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia? ¡Eso, no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla. Justicia, igualdad ante las leyes, ofrecemos. Paz y amor entre los españoles; libertad y fraternidad, exenta de libertinajes y tiranías. Trabajo para todos, justicia social, llevada a cabo sin encono ni violencia y una equitativa y progresiva distribución de riqueza, sin destruir ni poner en peligro la economía española.

  Pero, frente a esto, una guerra sin cuartel a los explotadores de la política, a los engaños del obrero honrado, a los extranjeros y a los extranjerizantes, que directa y solapadamente intentan destruir a España. En estos momentos es España entera la que se levanta pidiendo paz, fraternidad y justicia; en todas las regiones el Ejército, la Marina y fuerzas del orden público se lanzan a defender la Patria. La energía en el sostenimiento del orden estará en proporción a la magnitud de la resistencia que se ofrezca.

  Nuestro impulso no se determina por la defensa de unos intereses bastardos ni por el deseo de retroceder en el camino de la Historia, porque las instituciones, sea cuales fuesen, deben garantizar un mínimo de convivencia entre los ciudadanos que, no obstante, las ilusiones puestas por tantos españoles se han visto defraudadas pese a toda la transigencia y comprensión de todos los organismos nacionales, con una respuesta anárquica, cuya realidad es imponderable.

  Como la pureza de nuestras intenciones nos impide el yugular aquellas conquistas que representan un avance en el mejoramiento político social, el espíritu de odio y venganza no tiene albergue en nuestro pecho; del forzoso naufragio que sufrirán algunos ensayos legislativos, sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza, haciendo reales en nuestra Patria, por primera vez y en este orden, la trilogía fraternidad, libertad, e igualdad".

  Españoles: ¡Viva España! ¡Viva el honrado pueblo español!

  Tetuán, 17 de julio de 1936

  Francisco Franco


 

No hay comentarios :

Publicar un comentario