viernes, 29 de mayo de 2020

Estas aristócratas.

Dejando a un lado lo poco aristocrático -poco elegante, más bien- que resulta recordar a alguien sus progenitores -nadie es responsable de los suyos ni de sus actos, puesto que no los elegimos- en éste caso la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Cayetana Alvarez, marquesa de Casa Fuerte, ha ido más allá de los límites no sólo de la cortesía parlamentaria, si no del puro respeto debido a cualquier persona, al recordar -tergiversado, además- el pasado político de Javier Iglesias, el padre del vicepresidente del actual gobierno, Pablo Iglesias.
Por lo dicho, no tendría ningún sentido acusar a nadie de ser el hijo de un terrorista, ya que los delitos no se heredan -como sí ocurre con cierto tipo de deudas- pero es que además -de ahí la tergiversación- en éste caso afirmar que Javier Iglesias fué un terrorista (la misma acusación que seguramente mantenía la Gestapo contra su padre, Juan Illán Álvarez de Toledo, que parece ser -no está contrastado- que combatió en la Resistencia Francesa durante la segunda guerra mundial y del cual presume a menudo) es una evidente falsedad por la cual un sedicente periodista ya fué condenado por la justicia a pagar la multa correspondiente por intromisión ilegítima y vulneración del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen tras ser demandado por Javier Iglesias. Aquí se ecuentra la versión -corroborada en lo esencial en el juicio mencionado- de éste: reparto de propaganda considerada ilegal cuando pertenecía a una organización clandestina pre-FRAP y por lo cual nunca llegó a ser juzgado aunque sí encarcelado; no existe justificación, ni legal ni objetiva, para denominar terrorista a Javier Iglesias, al que sólo cabe agradecer -después de casi medio siglo- su compromiso de lucha contra la dictadura franquista.
Y cuando la presidenta del Congreso estaba intentando -e  hizo, finalmente- favorecer a la portavoz del PP, eliminando esa intervención del diario de sesiones, Cayetana Alvarez insistió en que no se suprimiera: he exigido que se mantenga la expresión (terrorista) en el diario de sesiones porque es un hecho fáctico; que yo diría que todos los hechos realmente sucedidos son hechos de hecho, o sea, fácticos; otra cosa es que ella estuviera pensando más bien en hechos teóricos o imaginarios (su versión de la realidad) y pretendiera colárnoslos como reales mediante esa torpe redundancia. A estos fines deben servir su doctorado en Historia y su prosapia aristócratica.
La portavoz del PP podría aprovechar las actuales circunstancias utilizando alguna mascarilla mejorada que -además de las usuales características- le impidiera contaminar verbalmente su entorno; creo que hasta en el PP se lo agradecerían.

martes, 26 de mayo de 2020

Hablar por no callar

Allanamiento epistémico (Epistemic Trespassing, un caso más de denominación importada para algo conocido hace tiempo en este país, en el que la tertulianidad en los medios de comunicación viene a ser casi un oficio en sí mismo. El allanamiento epistémico parece ser algo así como la versión mejorada del argumento de autoridad ó argumentum ad vericundiam (que, recordémoslo, es un tipo de falacia que consiste en defender algo como verdadero sólo porque alguien que se cita como apoyo del argumento tiene autoridad en la materia) con la diferencia de que no es obligado ser experto en el tema de que se trate (aunque se sea en otros, de ahí lo de allanar ó traspasar). En éste país, ya digo, no sólo la practican los periodistas -que, en general, no sólo informan de todo, también, a menudo opinan sobre todo, sin ser realmente  especialistas en nada, salvo excepciones contadísimas- si no que cada uno de los individuos pertenecientes al superconjunto que engloba al de periodistas, ésto es, el de tertulianos (no todos los terturlianos son periodistas, ni parece que sea necesario), se siente con capacidad y autoridad (autoconferidas), de expandir sus opiniones urbi et orbi sea o no -sobre todo si no- experto en el tema de que se trate y sea cual sea éste; en el hipotético y raro caso de que el tertuliano fuera realmente un experto en el tema tratado, las opiniones pasan ya a constituir un caso superlativo del mencionado argumentum ad vericundiam, y son fácilmente reconocibles por la manifiesta actitud del experto de estar donando su saber cuasi-divino al resto de la Humanidad, y también porque  ese tertuliano se distingue enseguida por su hablar despacioso, como acomodánsode al ritmo de un hipotético cantero que tuviera la misión de traspasar, letra a letra, sus palabras directamente al mármol.
Y es que, para decirlo todo, cada español (*) alberga un tertuliano en potencia (¿tertulliano in potentia?); ahora que las redes sociales están resultando ser un muestrario humano universal -para lo bueno y para lo malo- de todos esos tertulianos (tanto de los oficiales como los potenciales), ¿quién no ha escuchado la receta definitiva -como si se tratara de la hábil y desconocida maniobra que los jubilados administran gratuitamente a los maquinistas de las retroexcavadoras en las obras- para acabar con la pandemia de la CoVid19?; que, ya puestos, y como justa compensación de lo que llevo soportado al respecto, sí quisiera hacer alguna proposición a incorporar en la nueva normalidad -ese gracioso eufemismo con olor a oxímoron-  proponiendo el abandono de la denominación del último mes de año como Diciembre (que, según Díaz Ayuso  siempre nos recordará la fecha del inicio de la propagación del virus, al decidir OMS no aludir a una localización geográfica específica, un animal o un grupo de personas para denominar la pandemia) y volver al Nivoso de la Revolución Francesa. Y ya puestos, igualmente -en estos tiempo de crisis y reclusión se tienen estos altibajos y derivas entusiastas- recuperar también algunos de los nobles propósitos incumplidos de esa revolución, por ejemplo, los Derechos del Hombre y del Ciudadano; no lo veo improcedente ni inútil, teniendo en cuenta que ya hay quien está correteando por las calles como miembros de una asociación que pretende ser la reedición local de las Secciones de Asalto (Sturmabteilung ó SA) nazis, incluso con el mismo color pardo y cantando La muerte no es el final (que, poco nos dejan a los que no esperamos mucho del más allá); anteponiendo su idea de la Patria/Nación al bienestar de las personas que viven en ella. Sea dicho todo esto desde el punto de vista de otro tertuliano en potencia: hablar por no callar; uno de los muchos refranes en español sobre hablar (o no hacerlo); Algo sabe el que no sabe, si callar sabe; Callar y coger piedras es doble prudencia; El buen saber es callar hasta ser tiempo de hablar, son otros: el refranero tiene para todos. Sin embargo, la mayoría de ellos se refieren explícitamente a las virtudes de callar.
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(*) Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar; es una frase atribuída generalmente a Manuel Azaña. Le faltó especificar a don Manuel -seguramente no le pareció oportuno, por no alargar la frase hasta convertirla en una tesis-  que entre las cosas a ser sabidas por cada español debería encontrarse todo lo que no sabemos porque, de no ser así, pocos temas habrá  que nuestro tertuliano en potencia no se sienta capaz de abordar y, desde luego, opinar.

sábado, 23 de mayo de 2020

¿Universos paralelos?

Parece ser que se ha desmentido que se haya descubierto un universo paralelo donde el tiempo corría hacia atrás; ¡vaya cosa!, nosotros ya tenemos en España nuestro propio universo paralelo:  por ejemplo, en el anterior, en 1936, transcurrieron apenas seis meses entre la formación del gobierno del Frente Popular en Febrero y el alzamiento militar alentado por fuerzas reaccionarias contra ese gobierno en Julio; aquí y ahora, tras la formación -finalmente, y superando los obstáculos permanentemente renovados por los poderes fácticos, poco entusiamados con la idea- del gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos en Enero de 2020 (84 años después) si tomáramos aquél otro universo como referencia orientativa, para junio cabría esperar un golpe de fuerza por parte de la derecha de éste país, que, de momento, ya va caldeando el ambiente tachando al actual gobierno -como aquél, legal y legítimamente constituído- de ilegítimo y criminal; para coadyudar a crear el clima adecuado, Felipe González
-aparte de que a él, personalmente, le haya parecido fatal el impuesto que propone Podemos para las grandes fortunas; no imagino porqué- ya ha transmitido las órdenes recibidas con el propósito de acabar como sea con Podemos como partido político, utilizando para ello los megáfonos del grupo PRISA (que, sinceramente, ya no son lo que fueron, aunque ellos continúen creyéndose los reyes del mambo de la comunicación informativa).
De momento, en este universo en el que el éxodo bien podría producirse en cualquier momento -ya lleva un tiempo produciéndose entre los jóvenes- antes de esperar el desastre final, como ocurrió en el del 36 (éste universo parece que también es temporalmente retrógrado, pero generalmente va más deprisa; no sé si llegaremos a Junio); para los que tenemos ya una edad, siempre nos queda lamentarnos como es propio y tradicional de éste país: me tuve que ir cuando pude...

martes, 19 de mayo de 2020

Los tontos, de nuevo

Existe la teoría -en estos tiempos las teorías abundan aún más, son gratis total- de que la actual pandemia que padecemos sacará de cada uno de nosotros lo mejor; que no digo que no, pero es que, a la vez, es muy posible que en muchos de nosostros lo mejor no llegue ni a regular, hablando en términos generales; quiero decir -yo también tengo mi propia teoría- que lo que en realidad ocurre es que en tiempos de crisis, ésta actúa de catalizador; es decir, que si somos buenos seremos mejores y si somos malos, seremos peores; claro está que ésta es la teoría simplificada, porque todos estamos hechos de lo uno y de lo otro: generalmente nos debatimos más bien entre gris claro y gris oscuro, rara vez entre blanco y negro.
Como todos estamos al tanto de los ejemplificantes y paradigmáticos casos de lo primero -casi causa de beatificación- voy a poner un ejemplo de los segundos, o sea, de la casuística abominable: de lo peor de nosotros mismos; por mejor decir, y con mayor precisión, no tanto de los malos como de los tontos  -los malos continúan a lo suyo sin dar la más  mínima publicidad de sí mismos, como siempre- esos tontos tan abundantes que son, como ya he defendido anteriormente, el verdadero peligro para la Humanidad.
Sí, la peor pandemia, la de los tontos (pudiera ser un fake o un infiltrado, ya digo que hoy, en el mundo de la sobreinformación hay teorías para todo, pero no creo que fuera necesario: tenemos tontos de sobra). Porque es ésta -la de los tontos- una pandemia casi tan contagiosa como la CoVid19.

viernes, 15 de mayo de 2020

Público y privado

Contra la habitual confusión -intencionada- entre lo público y lo privado que aqueja habitualmente al PP -y también a Ciudadanos, ese partido que venía a regenerar la política- se nos asegura que la residencia de lujo en la que se hospeda la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, es un asunto privado; es notable, en este caso, la rotunda capacidad de separación entre lo público y lo privado cuando, ya digo, en general es habitual su intención de lograr una amalgama que produzca un entramado inextricable en el que por un lado se procuran unos ingresos públicos -o sea, de todos- y, como resultado, se obtienen unos beneficios privados -o sea, de unos pocos privilegiados- lo que viene a hacer realidad una de las principales máximas del neoliberalismo, consistente en socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, que viene a ser una versión actualizada de la muy antigua ley del embudo; dos ejemplos muy ilustrativos de ésta máxima son el rescate de la banca con 65.000 millones de dinero público cuando ésta, desde entonces, continúa obteniendo beneficios que en pocas ocasiones han sido destinados a devolver el dinero público de ese rescate, así como el caso concreto de la privatización de la Sanidad en la Comunidad de Madrid, donde el PP  ha logrado, simultáneamente, encarecerla y privarla de recursos.
En todo caso, lo cierto es que todo lo que atañe a un cargo público y a lo que se paga con fondos públicos, no puede ser considerado como un asunto personal y privado; según la presidenta de la Comunidad de Madrid, se trasladó a su actual residencia de lujo porque su vivienda habitual es demasiado pequeña -vamos, que ella lo vale- y porque no voy a resolver los asuntos de los madrileños en el comedor en el que ceno todos los días; no creo que eso sea lo más oportuno. Mientras trabaje como presidenta, lo haré en un sitio digno. Como residente en esta Comunidad de Madrid, debo decir que estoy mucho más preocupado por lo que ella resuelve y mandata respecto a los asuntos a que se refiere, que por el sitio en que lo hace. También creo que Díaz Ayuso tiene bastante confundido el valor y significado de la palabra dignidad (como parece frecuente) ya que ésta es generalmente independiente de lugares y circunstancias; se tiene o no, Quod natura non dat, Salmantica non præstat: los sitios no otorgan, per se, dignidad a los actos que en ellos se desarrollan, la dignidad debe ser consustancial a los propios actos; lo demás es accesorio.
Y que, supuestamente, el pago de  esa residencia de lujo saliera de su bolsillo no supone que eso lo convierta en un asunto privado, porque ¿de donde procede lo que hay en ese bolsillo?

sábado, 9 de mayo de 2020

Menú de empresa

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
De forma parecida, ya hace tiempo se establecieron las leyes de la empresa (no escritas, pero asumidas por cualquiera que viva dentro del sistema capitalista; sólo cambia ligeramente el orden, respecto a las de la robótica arriba enunciadas):
1. Una empresa debe procurar obtener beneficios y proteger su propia existencia.
2. Una empresa debe cumplir las órdenes de los seres humanos según las leyes del mercado, a excepción de todo aquello que entre en conflicto con la primera ley.
3. Una empresa procurará el bienestar de los seres humanos, a los que nunca hará daño -por acción u omisión- en la medida que esto no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
Con ésto en mente, podemos valorar y contextualizar la defensa que el gobierno de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha hecho de los polémicos menús escolares (de acuerdo al contrato que han firmado con Telepizza, Rodilla y Viena Capellanes) basados fundamentalmente  en pizzas, pollo rebozado, hamburguesas de pollo, sandwichs de jamón y queso -delicioso, según se explica- y bebidas azucaradas con gas; Díaz Ayuso ha insistido en que estos menús han sido supervisados por los departamentos de nutrición de las empresas, pensando en una dieta equilibrada y variada, teniendo en cuenta factores como la ingesta de calorías, de fibra, las vitaminas aportadas, y minerales necesarios en su alimentación; aunque el caso es que, en aplicación de las leyes anteriormente mencionadas, puede que las empresas pensaran (segunda y tercera ley) en el bienestar de los consumidores de esos menús, pero siempre que esto no entrara en conflicto con la primera ley, es decir, que a esas empresas les resultara rentable en el desarrollo del cumplimiento del contrato.
Por si no estuviéramos lo suficientemente convencidos de la  calidad dietética de los mencionados menús, Díaz Ayuso nos aporta un dato contundente: al 100% de los niños les encanta la pizza (es de esperar que no hayan probado aún las drogas que, por lo que dicen, también son bastante encantadoras al principio) y, finalmente ha aportado un dato científico generalmente desconocido (lo cual es normal que deje sin habla a los posibles contestatarios): la pizza es uno de los productos más antiguos de la dieta mediterránea, se consume desde hace más de 1.000 años.
Recordando al ínclito Manuel Fraga (hablo tanto por Díaz Ayuso -que es muy posible que tenga algo suyo en algún relicario- como por mí): ...y no tengo nada más que decir. Para qué, sabiendo que Isabel Díaz Ayuso es únicamente la portavoz de los empresarios de Madrid.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Desescalando


Continuamos creando eufemismos; los medios de comunicación parecen especialmente adictos al ejercicio de uno de los pocos grados de libertad que les es permitido -ese y el de suprimir los artículos determinados: en Casa Real, en Moncloa, dentro de nada en calle, por en la calle; toda una economía- pero lo cierto es que también parece que todos nos sentimos encantados mejorando la realidad o, al menos, disfrazándola, aunque sólo sea en sus denominaciones parciales. Desescalada es el último eufemismo, ubicuo y omnipresente; no sé quien será su inventor, quizá un antiguo montañero que ahora funge de comunicador (una vez más, hacemos seguidismo de términos del idioma inglés sin necesidad, ya que en español existen términos suficientes y que serían más apropiados; de-scalated se utiliza en inglés como sinónimo de reducir, aminorar, menguar o controlar). Observo, en todo caso, que lo primero que se ignora o se confunde al crear este tipo de eufemismos es el propio sujeto al que se pretende mencionar: en austericidio -otro eufemismo de mucho éxito hace no mucho- se ignoraba que la víctima no era el sujeto -como un rey en magnicidio o un familiar en primer grado en parricidio-  o sea,  la austeridad, si no aquellos a quienes se les imponía, es decir, los austericidiados (para intentar entendernos, ya puestos); así en desescalada, no se sabe, en definitiva, quien escala y/o desescala -sube o baja- si el virus o nosotros, quienes le hospedamos: ¿escalaba el virus en su expansión y desescalamos los humanos en el confinamiento que trata de limitar esa escalada? pues eso debe ser aunque, ya digo, queda bastante confuso al intentar explicarlo. A alguien he oído hablar de desconfinamiento; no he visto que haya tenido mucho éxito ni demasiados seguidores: normal, se trata de un término preciso y poco rebuscado: demasiado claro y explícito.
Para otro día lo de nueva normalidad, que es, casi, casi, un oxímoron (digo yo que lo nuevo muy normal no será -más bien todo lo contrario- porque, si no, muy nuevo no sería).