Hace tiempo que sospecho -y cada día encuentro nuevas pruebas que lo corroboran- que el verdadero peligro para la humanidad, para su progreso y futuro, son realmente los tontos y no los malos; esos malos -muy pocos y en la sombra, dificilísimos de ver y aún de saber quienes son, aunque los suponemos siempre forrados de poder y dinero- seguramente utilizan a los tontos para hacer el trabajo sucio que les permite seguir mangoneando el mundo; sin los tontos, los malos no serían capaces de hacerlo y aún podríamos tener esperanzas. Si no fuera ésto así, no encuentro manera de explicarme la proliferación de dirigentes políticos -hablo a nivel mundial, aunque es inevitable recordar a los representantes autóctonos- manifiestamente incapaces de serlo, de gestionar los problemas y desequilibrios de la sociedad para, mayormente, dedicarse justamente a lo contrario, a aumentar ambos, haciendo que punto por punto sea exacta la frase de Marx (Groucho) sobre los políticos y la política, a la que definía como el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados, es decir, el arte de aumentar el caos.
Yo imagino, en definitiva, que los malos -esos pocos malos amos del mundo- no tienen más que elegir a los más simples de entre la asombrosa cantidad de ellos que no son conscientes de sus limitaciones -es una característica esencial de los tontos más tontos- y ponerlos a los mandos de lo social tal y como réplicas de un Homer Simpson a los mandos de la central nuclear de Springfield (siempre imaginé a M. Rajoy comiendo rosquillas mientras firmaba decretos). Lo demás viene solo, la cacofonía aumenta y nos tienen a la mayoría entretenidos intentando oír y entender algo de lo que los tontos dicen y hacen mientras los malos pueden seguir a lo suyo (liquidando el planeta, fundamentalmente). Sí, ¡homérico!, como exclamaba Michaleen Oge Flynn (Barry Fitzgerald) en Un hombre tranquilo, pero esta vez recordando a Homer Simpson.
Aclaro que no es que yo me crea, hablando en general, un listo; como todo es relativo seguramente yo sea más listo que unos y a la vez más tonto que otros. Aunque, no sé porqué, conozco a muchos más de los unos que de los otros.
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