La especial apelación a la juventud en el discurso del rey ha sido, de nuevo, un ejercicio de buenismo con tendencia a lo irrelevante y, por si fuera poco, esta vez con una buena dosis de cinismo e hipocresía, porque cuando éste afirma y de esa manera asegurar a los jóvenes, con mayor garantía, nuevas
décadas de progreso y avance como las que nosotros afortunadamente hemos
conocido, ¿a que manera se está refiriendo?, ¿a la que ha permitido una masiva emigración del talento de los jóvenes de éste país a otros países o a malutilizarlo en trabajo precario y mal pagado en éste? algo reconocido de forma explícita diciendo Sabéis que es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de
trabajo que no es para el que os habéis preparado o que no responde a
vuestras expectativas. Evidentemente, es difícil no compartir el diagnóstico cuando afirma de los jóvenes tenéis talento, creéis en la paz, estáis abiertos al mundo porque sois y
os sentís europeos, sois solidarios, estáis comprometidos con las
causas sociales, con la lucha contra el cambio climático y la defensa
del medio ambiente. Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas
serios, y, seguidamente reconocer también que Nuestra responsabilidad, la de toda nuestra sociedad, es que vuestra
capacidad, vuestra motivación, vuestra ilusión y esfuerzo, venzan a las
dificultades; porque tenemos la obligación -contando con vosotros, con
vuestra energía-, de seguir construyendo día a día un país mejor, más
creativo, más dinámico, y siempre en vanguardia; una España más
cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre
hombres y mujeres pero, en llegando al momento en que podrían -y deberían- haberse sugerido las políticas que habrían de llevar al terreno de lo concreto ese cuento de hadas y dragones a los que vencer...silencio, parece que hasta ahí podía leer el rey. Y, de inmediato, vuelta -como si fuera el bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura- a pedir respeto a una convivencia basada en la Constitución: La obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes. El mejor y seguramente el único.
A todo esto os animo. Gracias por escucharme y os deseo nuevamente a
cada uno de vosotros y a vuestras familias, una muy feliz Navidad.
Pues nada, con sus problemas resueltos y realmente animados, ya pueden volver los jóvenes a los países de donde han venido a pasar la Navidad con sus familias y a oír las sabias e inspiradoras palabras de Jefe del Estado. Y que no olviden meter en la maleta el respeto a la convivencia y un ejemplar de la Constitución. Y el rey ya puede, también, volver a su mundo, ese mundo en el que todos los problemas de los jóvenes y, en general, del país y de los paisanos que lo habitan, son algo sobre lo que hacer un discurso una vez al año como una forma más de asegurarse un buen sueldo a perpetuidad.
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