Así pues, al empresario Enrique Cerezo -y también presidente del Atlético de Madrid- no le parece machista su frase yo de dinero no hablo, y menos con una mujer en respuesta a una periodista que le preguntó por los límites del presupuesto del mencionado club de fútbol; sí, sostenella y no enmedalla como aconsejaban proceder a los antiguos hidalgos, una vez constatado que mantenían una opinión equivocada. Y que será lo que él considera que justifica su conducta: la actitud necesaria para mantener enhiestas las características más raciales del homo hispanicus.
Y, como suele suceder, han sido peores y más ofensivas las explicaciones posteriores; por ejemplo, ha dicho después que lo hace por el bien de ellas (¿para que su femenino cerebro no se líe con cosas de cuentas?, ¿para que no se altere su sensibilidad -que, ya se sabe, las mujeres la tienen más alterable que los hombres- con cifras mareantes por fichajes mientras la cuarta parte de los trabajadores de éste país no llegan a mileuristas?) y porque de dinero hay que hablar con quien hay que hablar; aunque en ésto yo le recordaría que tambien hay alguna que otra mujer banquera, con la que quizá deba finalmente tener que hablar: se debería ir preparando para esa eventualidad.
Pero Cerezo -ese hortera VIP- insiste: No he dicho nada en contra de las mujeres; No entiendo
que a alguna mujer le pueda parecer machista; Yo estoy convencido de que lo que he dicho es correcto y legal y, sin embargo, a favor de las mujeres y finalmente acusó, -siguendo una tradición también muy hispánica- a los mensajeros (los periodistas): Me estáis poniendo en contra de todas las mujeres, a las que adoro,
quiero y amo, lo que ya supone un remate adornándose, del tipo quien bien te quiere te hará llorar; de nuevo el homo hispánicus en todo su esplendor; eso sí, correcto y legal, todo un caballero que concluye irrefutablemente -dirigido sobre todo a ellas- A ninguna mujer con dos dedos de frente le puede parecer que lo que yo
he dicho es machista, al contrario, puede ser simpático, agradable. Menos mal que prudentemente ha intercalado un puede, que ya se ve que él lo considera posible. Y, sobre todo, menos mal que muchas mujeres además de tener más de dos dedos de frente, usan habitualmente lo que tienen detrás de ella.
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