Contra la habitual confusión -intencionada- entre lo público y lo privado que aqueja habitualmente al PP -y también a Ciudadanos, ese partido que venía a regenerar la política- se nos asegura que la residencia de lujo en la que se hospeda la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, es un asunto privado; es notable, en este caso, la rotunda capacidad de separación entre lo público y lo privado cuando, ya digo, en general es habitual su intención de lograr una amalgama que produzca un entramado inextricable en el que por un lado se procuran unos ingresos públicos -o sea, de todos- y, como resultado, se obtienen unos beneficios privados -o sea, de unos pocos privilegiados- lo que viene a hacer realidad una de las principales máximas del neoliberalismo, consistente en socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, que viene a ser una versión actualizada de la muy antigua ley del embudo; dos ejemplos muy ilustrativos de ésta máxima son el rescate de la banca con 65.000 millones de dinero público cuando ésta, desde entonces, continúa obteniendo beneficios que en pocas ocasiones han sido destinados a devolver el dinero público de ese rescate, así como el caso concreto de la privatización de la Sanidad en la Comunidad de Madrid, donde el PP ha logrado, simultáneamente, encarecerla y privarla de recursos.
En todo caso, lo cierto es que todo lo que atañe a un cargo público y a lo que se paga con fondos públicos, no puede ser considerado como un asunto personal y privado; según la presidenta de la Comunidad de Madrid, se trasladó a su actual residencia de lujo porque su vivienda habitual es demasiado pequeña -vamos, que ella lo vale- y porque no voy a resolver los asuntos de los madrileños en el comedor en el que ceno todos los días; no creo que eso sea lo más oportuno. Mientras trabaje como presidenta, lo haré en un sitio digno. Como residente en esta Comunidad de Madrid, debo decir que estoy mucho más preocupado por lo que ella resuelve y mandata respecto a los asuntos a que se refiere, que por el sitio en que lo hace. También creo que Díaz Ayuso tiene bastante confundido el valor y significado de la palabra dignidad (como parece frecuente) ya que ésta es generalmente independiente de lugares y circunstancias; se tiene o no, Quod natura non dat, Salmantica non præstat: los sitios no otorgan, per se, dignidad a los actos que en ellos se desarrollan, la dignidad debe ser consustancial a los propios actos; lo demás es accesorio.
Y que, supuestamente, el pago de esa residencia de lujo saliera de su bolsillo no supone que eso lo convierta en un asunto privado, porque ¿de donde procede lo que hay en ese bolsillo?
Muy de acuerdo con el artículo salvo hacer referencia al vídeo de Spanish Revolution, que de por sí, es sesgado y con muchas imprecisiones.
ResponderEliminarEste "comunicador" les matizó muchas cosas:
https://youtu.be/ZtEcuxs1xlk
P.D. En linea con el artículo,escucharle sería un acto de dignidad hacia el hecho, no hacía el comunicador.
...escuchado el "comunicador" (y sólo mantengo las comillas, no las adjudico) no veo razón para suponer que el video de Spanish Revolution sea sesgado (más allá del sesgo que supone opinar de una determinada manera, que supongo que es la opción personal de cada uno); creo que aún sé distinguir entre matizar (es decir, dar razones para una rectificación) y opinar de forma distinta (también claramente sesgada y también con abundantes imprecisiones, si a eso vamos); los evidentes recortes de recursos en sanidad en la Comunidad de Madrid en la última década empeoraron objetivamente la capacidad de respuesta del Sistema sanitario ante la pandemia de la CoVid19.
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