martes, 1 de diciembre de 2020

Presupuestamente

Es sabido que los Presupuestos Generales del Estado vienen a constituir lo que podríamos denominar la realpolitik, en cuanto que -en los sistemas democráticos- concretan de manera directa las políticas defendidas por los distintos partidos en las distintas partidas (valga la redundancia) presupuestarias cuando acceden a la posibilidad de gobernar; la dotación y priorización de cada una de éstas indica, ni más ni menos, la importancia y apoyo que desde el gobierno se da a los distintos sectores sociales como destinatarios de los recursos públicos. Si alguien quiere comprobar la orientación política real -no teórica ni sedicente- de cualquier país, no tiene más que analizar sus presupuestos.

Resulta que en España, actualmente, seguimos aplicando los Presupuestos Generales que aprobó el gobierno del PP en 2018, presupuestos que lógicamente respondían a los criterios de aquél gobierno que cesó en su ejercicio hace dos años, pero que, en función de la situación política habida desde entonces, han continuado aplicándose y están vigentes a día de hoy,  por más que, incluso para quien fué responsable de su elaboración, no parecen ser los más adecuados a las actuales circunstancias socio-económicas del país.

Pues bien, a pesar de eso, los partidos de la derecha de éste país (PP, VOX y Ciudadanos) se han empeñado en que no haya nuevos Presupuestos Generales basándose, principalmente, en que el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado 2021 va a salir adelante, previsiblemente, con el apoyo -entre otros grupos políticos además de los que conforman el gobierno- de EH Bildu; quiere esto decir que si a EH Bildu le pareciera bien que cayera maná -hipotético- sobre España, a los partidos de la derecha les parecería mal, con independencia de que los españoles pudieran estar muriéndose de hambre; de nuevo en aplicación la vieja consigna de la derecha de este país que ya aplicó, por ejemplo, Franco: salvar a España aún a costa de los españoles. 

No puedo más que estar de acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero -quizá el único ex-presidente que parece haber ganado en lucidez al alejarse del poder- cuando dice que le tranquiliza que la mayor crítica que se puede hacer al Proyecto es que lo vota EH Bildu, remachando cuando afirma que ese apoyo engrandece la democracia. Y al asegurar que el gobierno es quien debe y tiene la potestad de decidir porque el poder se ejerce generacionalmente, aconsejando desoir a antiguos floreros incontinentes que bastante deberían tener con ocuparse de lo suyo, no de lo de todos.

Es cierto que presupuesto es otra palabra polisémica; por ejemplo, cuando los partidos de la derecha presuponen que EH Bildu es lo mismo que ETA, están presuponiendo pero gratuitamente, es decir, sin fundamento objetivo; ya hay quien ha señalado, oportunamente, que el fin de ETA se debió, entre otros, a la propia izquierda abertzale. Es cierto que contra ETA el PP se encontraba agustísimo, pero donde hubo nidos antaño no hay pájaros hogaño, seguir presuponiendo al margen de la realidad es vivir -peligrosamente- en mundos paralelos. Yo también tenía mucho pelo en la cabeza y hoy prácticamente puedo prescindir del peine.

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