domingo, 9 de septiembre de 2018

El peligro de los mediocres

Otro vendrá que bueno me hará, dice un refrán; por más que no me considero hombre refranero -y no por tener que confesarme simultáneamente puñetero, como afirma otro refrán- siempre me admira la profunda sabiduría que encierra el mencionado al principio: la realidad me demuestra que, por más que en ocasiones sea difícil, se cumple de forma inexorable y sin mucha tardanza. Así, era yo uno de los convencidos de que la mediocridad e inanidad del anterior presidente del gobierno de la nación y del PP serían metas dificilmente alcanzables para cualquier político, cuando, hete aquí, que su heredero en el Partido Popular ya está haciendo méritos acreditados para superarlas. Por abajo, claro.
Y es que el señor Pablo Casado nos ha informado -sin aviso previo y sin anestesia de algún tipo- que todos deberíamos ir acostumbrándonos a decir -e interiorizar, supongo- Viva el rey (lo he escrito sin signos de admiración porque el señor Casado recomienda hacerlo sin levantar la voz, pausadamente); y que ésto lo deberíamos decir a todas horas y en todo lugar, en la oficina, en el bar, en la universidad, en la calle, en el mercado...en fin, que todos deberíamos proclamar sin complejos  nuestro monarquismo a quien quiera -o no- oírlo. Aunque, según Casado, ésto ya lo hacemos todos a diario -aún sin ser conscientes de ello, como Monsieur Jourdain de El burgués gentilhombre de Moliére que hablaba en prosa sin saberlo- porque, por ejemplo, cuando abrimos kilómetros de AVE o de carreteras o un aeropuerto también decimos en gran medida un 'viva el rey'; al igual que cuando nuestro sistema de trasplantes salva una vida o cuando se atiende a un dependiente. Según él, también decimos viva el rey cuando pagamos las pensiones; cuando pagamos el paro, estamos diciendo viva el rey...que yo me pregunto ¿que pensiones o paro serán éstos que pagamos?, ¿no serán la pensión y el paro del mismísimo Jefe del Estado? que, en éste caso, el viva el rey no sería propiamente un vítor, sino una constatación. Según Casado decir viva el rey es una versión corta del nombre de todos los españoles; claro, que la lista de cuarenta millones de españoles es algo larga como saludo y es sabido por todos que él es más de cosas cortas y rápidas: en fin, que parece ser que propone que todos nos llamemos Viva y nos apellidemos Rey.
Como el señor Casado siga por estos derroteros es muy previsible que consiga fabricar republicanos a mayor velocidad que Rajoy fabricaba  independentistas en Cataluña, (sería por lo que le gustaban, derivado de su convencimiento de que los catalanes hacen cosas y eso para él debía ser tremendo). No está claro ni se sabe a que serán debidos estos gestos del señor Casado a favor de la República, pero, en fin, sean cuales sean, yo no le afearía excesivamente su repentino y peripatético fervor monárquico y le dejaría hacer. Sin acercarme mucho, desde luego, nada más peligroso que un tonto con un mechero, que no sabe si mata o espanta.

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