viernes, 14 de septiembre de 2018

Efectos colaterales

No deja de estremecerme el nivel de perversión del lenguaje -y de los conceptos e ideas que se sustentan en él- a que puede llegarse en términos políticos, sobre todo en la -así llamada- diplomacia, palabra que ya Bierce, en su Diccionario del Diablo, definía como el Arte de mentir en nombre del país, definición a la que yo añadiría: pero prescindiendo de él; algo así como el lema ilustrado todo por el pueblo, pero sin el pueblo.
A cuento de las famosas 400 bombas que el Estado español ha vendido a Arabia Saudí, ha manifestado el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que se trata de un tipo de  arma de precisión (de menos de un metro (*) nos detalla el señor Borrell) que no produce efectos colaterales (el famoso eufemismo para referirse a víctimas civiles, y ya ni siquiera daños, sólo efectos), queriendo con ello  responder a las críticas sobre la utilización de esas armas en la guerra en Yemen, cuyas consecuencias ha acabado padeciendo reiteradamente la población civil de ese país. Según Borrell, era un contrato de anterior Gobierno y no se ha visto ninguna irregularidad. Que era un contrato de un Gobierno anterior es evidente, así como eran de Gobiernos anteriores políticas que este Gobierno anticipó querer revertir; en caso contrario, ¿cual es la labor del actual Gobierno?, ¿el control formal de manera que no haya irregularidades en la aplicación de decisiones de anteriores Gobiernos? 
Y, en lo que respecta a la precisión de las bombas guiadas por laser, existen detalladas denuncias por parte de Amnistía Internacional y otras organizaciones humanitarias de casos -sin duda existirán muchos más de los que no haya constancia- en que ese tipo de bombas han alcanzado viviendas de civiles, e incluso,  un hospital de Médicos sin Fronteras; ¿no hubo en estos casos efectos colaterales? Porque, señor Borrell, parece claro que nadie puede evitar que quien lanza este tipo de armas guiadas fije como objetivo el que desee, como tampoco puede evitarse que, aunque las bombas puedan ser guiadas con una precisión de un metro, su efecto sea bastante mas amplio; aunque se emplea tecnología laser no se trata de cirugía.
Por cierto, esas 400 bombas guiadas por laser que el Estado español adquirió a EE.UU. -para ahora revender por 9,2 millones de euros, más o menos a 23.000 euros cada una-  con el compromiso ante ese país de ser España el destinatario final (lo que, al parecer,  ha obligado a pedir permiso a EE.UU. para poder formalizar la reventa), ¿que uso pensaba darles el Ejército español? ¿a que hipotéticos objetivos estaban destinadas? ¿porqué ahora el Ejército puede prescindir de ellas?
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(*) ...ratificado por otra ministra experta que parece que se ha aprendido bien el argumentario del Gobierno y que como es su portavoz, pues nos lo aclara: Por las características de los misiles láser no parece que vayan orientadas a ese fin (usarse contra la población de Yemen)...seguimos con las apariencias...

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