sábado, 6 de febrero de 2021

Táctica y estrategia

Según las últimas revelaciones del ex-tesorero del PP, Luis Bárcenas, resulta que el  M. Rajoy que figuraba en sus papeles contables siempre fue -¡oh, sorpresa!- Mariano Rajoy; no sólo eso, también nos informa de que las pruebas que lo atestiguaban -y también otros asuntos relacionados con la corrupción institucionalizada en el PP- fueron destruídas por el propio Mariano Rajoy, aunque él se guardó una copia, por lo que -según sus previsiones- pudiera ocurrir. Que, de hecho, viene ocurriendo.

En la actual directiva del PP, ante la también previsible fuga de información relativa a la mencionada corrupción, dosificada por el ex-tesorero en correspondencia a lo que él siente como abandono por parte de la famiglia, sólo han sabido aplicar la consabida táctica del sedicente alejamiento de las anteriores directivas: nosotros somos otros, distintos, no estábamos allí, no sabíamos nada, estamos sorprendidísimos  y desoladísimos... Javier Maroto, actual portavoz del PP en el Senado, ha reeditado la táctica de Mariano Rajoy al enfrentarse al desvelado parcial de la trama Gürtel allá por 2009: el PP como partido era víctima de una conspiración; siete años después en los medios se repetía -y aún se hace, sin argumentos creíbles-  tan indigerible posibilidad.  Pero Maroto, a falta de algo más sólido, insiste (seguramente recordando el sexto de los once principios de la propaganda, atribuídos a Goebels): La dirección del PP no tiene nada que opinar de un señor que está en la cárcel por hacer daño al PP y al conjunto de la política en España. No nos importa en absoluto lo que pueda decir. Es la estrategia de un preso, y yo no opino de la estrategia de un preso. Pero, para aquellos reticentes o de estrechas tragaderas que no pueden con las ruedas de molino, y considerando que son hechos antiguos y por los que ya han sufrido (sic) mucho, complementa sus argumentos respecto a los hechos constitutivos de la corrupción del PP: ...es parte del pasado, que hemos olvidado y (del) que hemos aprendido, y nos hemos disculpado. Hemos pagado nuestra pena y ahora de lo que se trata es de evitar caer en una trampa similar y que no vuelva a ver en España casos como éste, ni en mi partido ni en ningún otro. En todos los partidos siempre ha habido una oveja negra. Vamos, que en todo caso, ha prescrito políticamente y, de ser posible, también jurídicamente; algo nada sorprendente para hechos que datan del año 1982, cuando el PP (AP) lo dirigía Manuel Fraga que fué sucedido por Aznar, Rajoy y Casado, todos ellos conocedores profundos de las cloacas financieras de su propio partido, como parece inevitablemente razonable; sin embargo, según la versión de Maroto, se trataría tan sólo de una oveja algo oscura: Bárcenas. Y aquí paz y después gloria; aunque habría que recordar a Maroto que Bárcenas no está en la cárcel de forma preventiva desde hace varios años por hacer daño al PP y al conjunto de la política en España precisamente, si no por otros asuntos castigados penalmente.

Obsérvese que yo he hablado de táctica y no de estrategia como hace  Maroto cuando se refiere a Bárcenas; todo el mundo sabe -o debería- que, en términos militares, la táctica únicamente sirve para, como mucho, ganar batallas... pero no las guerras; la estrategia del PP -si existe- debe consistir simplemente en sobrevivir, como la del propio Bárcenas. Y, de ser posible, de continuar disfrutando del banquete que el resto les costeamos: eso sí que sería -para ellos- ganar la guerra.

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