Está claro que la principal ventaja de esta lotería sobre las convencionales sería, fundamentalmente, que la mayoría de los participantes ganaría (si por tal entendemos no perder) con lo cual sería más conveniente para elevar la moral de la población en tiempos difíciles, además de que sería más difícil envidiar a los agraciados -menos desgraciados- siendo éstos mayoría. Y también a considerar otra ventaja: sería gratis; participaría de forma automática toda la población y los números que entrarían en el sorteo semanal serían los del DNI.
En la década larga que llevamos de regresión ya ha habido alguna muestra de algo parecido a la lotería inversa, pero cuando yo creía que sería algo de improbable puesta en práctica como tal, hete aquí que el virus de la CoVid19 lo ha llevado a efecto de un día para otro sin mayor problema. Pero, a pesar de los 10.000 -en números redondos- a los que diariamente les toca la pedrea y los 300 a los que también diariamente les toca el gordo definitivo, no veo que la mayoría de agraciados muestre mucha alegría, seguramente todos estén -estemos- pensando en el sorteo de mañana.
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