viernes, 22 de enero de 2021

La igualdad y el Titanic

Nada mejor que una catástrofe -de algo sirven- para hacernos comprender que, pese al empeño que pusieron los revolucionarios franceses en 1789, la Igualdad sigue siendo un quimera lejana tanto o más que sus hermanas, la Libertad y la Fraternidad en la famosa tríada. Es conocido el hecho de que entre los fallecidos en el naufragio del Titanic hubo grandes diferencias según la clase en que viajaran: solo pereció un niño de los 6 que viajaban en primera clase (16,7%) contra los 52 de los 79 que viajaban en tercera clase (65,8%); en cifras globales (hombres, mujeres y niños) murieron el 37,8% de los pasajeros de primera clase, contra el 74,8% de los pasajeros de tercera clase;  es decir, el clásico de las mujeres y los niños primero habría de completarse añadiendo la clase al enunciado, o mejor, anteponiéndola.

Poco hemos avanzado en el mundo en el siglo largo transcurrido desde el hundimiento del Titanic en 1912; en España, menos. En la actual catastrofe mundial (la pandemia CoVid19) y centrándonos en España -tras ver repetidamente imágenes en televisión de la primera nonagenaria vacunada- conocemos día sí, día también, que las distintas clases privilegiadas corren de tapadillo a vacunarse saltándose un orden establecido que lo ha sido consensuadamente y basado tanto en la necesidad por criterios epidemiológicos, como en la solidaridad (¿algo de Fraternidad?) y la justicia. Así, si hace poco nos enterábamos que cargos políticos y/o electos justificaban su vacunación con argumentos coyunturales y traídos por los pelos y que finalmente han debido dimitir o ser cesados en el caso de que eso sea posible (que aquí lo de dimitir se reserva sólo para casos de fuerza mayor irresistible, es decir, realmente nadie dimite, si no que es dimitido), hoy nos enteramos que altos cargos militares también se han saltado sin mucho problema su puesto en la cola; la ministra del Ejército se ha visto en la tesitura de tener que pedir explicaciones al Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), tras conocer que ha recibido la primera dosis de la vacuna contra la CoVid19 junto a otros altos cargos militares del Estado Mayor de la Defensa (es un clásico ésto de arroparse en la trampa haciendo partícipes a los que pudieran dar a conocer los hechos, para asegurar su silencio) (*). Así como he tenido que escuchar al dimitido consejero de Salud de la Comunidad de Murcia que él se había vacunado en su condición de profesional sanitario, no me sorprendería nada  que los altos mandos militares se justificaran diciendo que se han vacunado para no dejar a la tropa sin mandos e inermes ante la posible invasión de cualquier ejército extranjero; aunque seguramente la vacunación tenga realmente por objeto pemitirles asistir a eventos sociales prescindiendo de la mascarilla. Y cuando -también posiblemente- nos enteremos de algo semejante respecto a los obispos y la jerarquía católica, tampoco me sorprendería que ésta nos informara de que lo hacen por el bien de los fieles, para no privarles de interlocutores ante la divinidad (que lo de que cada uno hable directamente con Dios queda como muy luterano).

Hasta Urdangarín está vacunado (ignoro en aplicación de que principio exacto en el orden de prioridades establecido, si fuera por estar en contacto con personas de riesgo durante su voluntariado, pudiera ser más rentable enviarlo de nuevo a la celda y, si tuviera derecho a ello, a su casa y utilizar esa vacuna para alguno de los muchos mayores o personal sanitario que aún no se ha vacunado); así de iguales somos aquí. 

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(*) ...finalmente cesado o dimitido; el mismo medio no está seguro....

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