Y digo encontrarme algo perplejo porque aunque se suele dar generalmente por supuesto que lo que se recuerda es que fué un golpe de Estado fallido en el que la democracia venció al autoritarismo tardofranquista, los hechos que se van conociendo pese a las distintas muestras de blanqueamiento de responsabilidades -sobre todo y fundamentalmente de la figura de Juan Carlos I, Jefe del Estado en España por aquellas fechas- por parte de numerosas figuras públicas e instituciones del propio Estado actual, con el tiempo se han ido conociendo datos que ayudan a reconstruir desde la pura lógica aquél golpe que más que fallido fué realmente -¡vaya con la polisemia!- un sainete mal escrito y sobre todo, chapuceramente interpretado: tengo la certeza de que se llegará a conocer públicamente que muchos de los héroes conmemorados estuvieron mucho más cerca de los villanos en aquellas fechas de lo que la versión oficial de los hechos asegura, aún después de cuarenta años; sumando a los hechos ciertos y comprobados -incluídos los precedentes y consecuentes- la toma en consideración de los intereses entonces en juego deberíamos, ya digo, obtener una reconstrucción lógica y coherente de la verdad de lo ocurrido. La verdadera suele ser la más sencilla de las versiones; la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja, como ya enunció Guillermo de Ockham.
En todo caso, si conmemoramos que el golpe de Estado del 23-F falló, ¿deberíamos por el mismo motivo conmemorar el levantamiento militar del 17 de Julio de 1936 contra una República española legalmente constituída que resultó igualmente fallido al dar lugar a una sangrienta guerra civil de casi tres años y llevó, además, a este país a un estancamiento de varias décadas y a una dictadura de cuarenta años? Como golpe de Estado fallido tendría muchos más méritos que el 23-F que, a la vista de lo anteriomente expuesto, no sabemos a ciencia cierta si fué fallido o no.
No hay comentarios :
Publicar un comentario