sábado, 27 de febrero de 2021

La lírica y la prosa

Nos informa el presidente del gobierno de que él siente el mismo rechazo que el resto de la ciudadanía española sobre las conductas incívicas del anterior Jefe del Estado. Vamos a ver; podríamos calificar de incívicas, por ejemplo, conductas tales como escupir en el suelo, tirar la basura fuera de los contenedores, dejar los excrementos de nuestro perros decorando las aceras, no ceder el asiento a una persona mayor en el transporte público o insultar a otros conductores, es decir,  refiriéndonos al civismo (la antigua urbanidad) como lo opuesto a la grosería o descortesía, pero la conducta del anterior Jefe del Estado no es que haya resultado sólo incívica (que, en sí, ya sería reprobable por su falta de ejemplaridad en alguien que ostentaba la más alta representación del Estado), si no claramente delictiva, ya  que no se trata de que utilizara su figura institucional para ejercer de comisionista internacional (lo cual, en sí mismo, tampoco es muy cívico ni ejemplar), si no que, de los ingresos así obtenidos, no tributaba los correspondientes impuestos al fisco, como el resto de la ciudadanía. Aunque, recordemos, continúa portando el título honorífico de rey emérito; ¿un incívico emérito? (nos vamos a quedar sin esdrújulas): ésto sólo es posible en España, donde los extremos se tocan.

Pero vamos al fondo del asunto, es decir, a que el PSOE, como partido institucional -que viene a ser el superconjunto de constitucional- continúa defendiendo la validez de la institución monárquica declarada incuestionable, ya que  su actual representante, Felipe VI, ha marcado un antes y un después a favor de la ejemplaridad, de la transparencia y del buen uso de los recursos públicos; resumiendo: que el anterior rey se ha mostrado malísimo, pero que al ser tan buenísimo el rey actual, la institución monárquica resulta ser, también, buenísima; que me ha dejado con la sensación de haber sido tomado por un incauto espectador del trile: en realidad, la constatación -una vacuna de recuerdo- de que, como aseguran los propios militantes socialistas, el PSOE tiene alma y corazón republicanos, pero su cerebro es monárquico; vamos, que una cosa es la lírica y otra la prosa, la primera reservada por el PSOE para los mítines y la segunda para el BOE en su acción de gobierno: la diferencia práctica entre predicar y dar trigo. Curiosamente, en ésto de la defensa de la institución monárquica por parte del PSOE, parece que ahora con el argumento y la praxis totalmente contrarios a aquellos que se tradicionalmente se declaraban juancarlistas antes que monárquicos, entre ellos el propio PSOE que, apenas hace dos años apeló a sus valores republicanos  para llegar al gobierno. Aunque pronto se nos informó -de nuevo, pero como siempre- de que no es el momento, no es el lugar, no es viable cuestionar la monarquía. Es la ventaja que tiene ser de izquierdas y republicano... pero sólo nominalmente, o sea, para la lírica; fué llegar al poder y comenzar de nuevo a hablar en prosa. Como siempre, ya digo: lo que se espera de una de las mitades del bipartidismo institucional; no les supone mayor problema, por ejemplo,  glosar la figura de Azaña y después cubrir su tumba con la actual bandera de España, con su correspondiente escudo y corona borbónicos; menos mal que don Manuel está hace tiempo al cabo de la calle.

4 comentarios :

  1. Es demencial lo que ocurre en este país, con representantes políticos elegidos por una población que no quiere la monarquía y que ellos apuntalan una y otra vez para que no se venga al suelo. El PSOE siempre con esa ambivalencia (a veces timorata) trata de que la derecha no haga causa borbónica y le robe votantes.

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  2. ...timorata no creo; tú mismo das la clave en la primera parte del comentario

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  3. El PSOE es parte de la corrupción d este país, acostumbra a decir lo q la gente piensa, luego actúa como les conviene.
    Siempre han deseado privilegios.

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