esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
.....
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Desde oriente (taoísmo, budismo zen, hinduísmo) se propone justamente lo contrario: no es el mundo una invención del yo; soy yo un sueño del mundo. Según el hinduísmo no somos más que el sueño de un dios que duerme, Brahma, y el mundo material que percibimos sólo Maya (ilusión).
Lo cierto es que de ambas opciones prefiero la segunda, que me exime de la responsabilidad de haber imaginado o soñado que en la historia del hombre figuran hechos tales como la esclavitud, la tortura, el Holocausto, el fascismo, y más cercana, una España que basa su historia reciente en una guerra civil cuyos vencedores sometieron a la mayoría a su dictadura y cuyos herederos han manejado a su antojo nuestras vidas y recursos bajo una apariencia formal de democracia hasta el día de hoy. Por resumir, que tampoco voy a entretenerme en detallar -si lo supiera, que no tengo ni idea- el porqué mi Segismundo interior se ha dedicado a inventar un partido político con unos líderes tales como Aznar, Rajoy, Aguirre, Díaz Ayuso, Casado, etc.; ni porqué la única alternativa a este partido que ha podido elaborar mi imaginación haya sido otro denominado PSOE.
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...hablando de Maya, recuerdo -y recomiendo- una novela algo olvidada de Angel Ganivet: La conquista del reino de Maya (un libro raro, titulaba
Navarro Ledesma una reseña de la misma aparecida en El
Globo en abril de 1897); no tiene mucho que ver con el solipsisimo -salvo que la novela es, en sí, descripción de mundos imaginados; solipsismo literario socialmente aceptado- pero ahí queda.
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