viernes, 8 de abril de 2022

Solipsismo

El solipsismo es una radical propuesta filosófica -tan indemostrable como difícil de refutar- que defiende que tan sólo podemos asegurar la existencia de nuestro propio yo, de nuestra mente, que el resto -el mundo, los demás, la vida- no es más que el escenario creado por nosotros mismos, tal y como declama nuestro solipsista más célebre, Segismundo:
 
 Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar. 
.....

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

.....

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Desde oriente (taoísmo, budismo zen, hinduísmo) se propone justamente lo contrario: no es el mundo una invención del yo; soy yo un sueño del mundo. Según el hinduísmo no somos más que el sueño de un dios que duerme, Brahma, y el mundo material que percibimos sólo Maya (ilusión).

Lo cierto es que de ambas opciones prefiero la segunda, que me exime de la responsabilidad de haber imaginado o soñado que en la historia del hombre figuran hechos tales como la esclavitud, la tortura, el Holocausto, el fascismo, y más cercana, una España que basa su historia reciente en una guerra civil cuyos vencedores sometieron a la mayoría a su dictadura y cuyos herederos han manejado a su antojo nuestras vidas y recursos bajo una apariencia formal de democracia hasta el día de hoy. Por resumir, que tampoco voy a entretenerme en detallar -si lo supiera, que no tengo ni idea-  el porqué mi Segismundo interior se ha dedicado a inventar un partido político con unos líderes tales como Aznar, Rajoy, Aguirre, Díaz Ayuso, Casado, etc.; ni porqué la única alternativa a este partido que ha podido elaborar mi imaginación haya sido otro denominado PSOE. 

En fin, que el solipsismo me resulta bastante complejo y hasta angustioso; prefiero, ya digo, que Maya sea ajena a mí; de Brahma o de quien se haga responsable.

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...hablando de Maya, recuerdo -y recomiendo- una novela algo olvidada de Angel Ganivet: La conquista del reino de Maya (un libro raro, titulaba Navarro Ledesma una reseña de la misma aparecida en El Globo en abril de 1897); no tiene mucho que ver con el solipsisimo -salvo que la novela es, en sí, descripción de mundos imaginados; solipsismo literario socialmente aceptado- pero ahí queda.

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