En la presente campaña electoral Mariano Rajoy ha demostrado, una vez más, que domina el arte de lo aún más simple: mas allá de las indefinidas obviedades y lugares comunes que tan bien maneja -los platos, los vasos, el sentido común, los españoles muy españoles, de los que, al parecer, tenemos tantos que nos sobran y los exportamos, etc.- ahora ha bromeado -eso dicen- sobre el hecho de que hay algunos españoles un poco malos, en alusión a
sus rivales políticos, pero sin establecer niveles de maldad entre ellos, que de algunos seguro que piensa que son malotes-malotes. Pero los vamos a derrotar el 26 de junio, a todos, ha resumido; que alguien se preguntará, al escuchar éste lenguaje guiñolesco al hablar de los oponentes malos -para Rajoy los buenos son ellos mismos, lógicamente- si ahora el PP también hace campaña en las guarderías de infancia. Pues no, esas manifestaciones las ha hecho el presidente del PP durante una acto electoral en Granada y todos los asistentes eran de un tamaño entre terciado y orondo: pocos niños. Y es que a una semana del final de la campaña éste es el nivel de síntesis al que el señor Rajoy ha llegado; podría superarse pero se lo ha puesto a sí mismo francamente difícil.
En todo caso, lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos, como escribió Jacinto Benavente. Aunque en ésto de los malos estoy más con Mahatma Ghandi: no me asusta la maldad de los malos, me aterra la indiferencia de los buenos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario