Así pues, Oriol Pujol, destacado dirigente de Convergencia Democrática,
vé más favorable a los intereses de los catalanes al príncipe Felipe que al
rey Juan Carlos: normal, él mismo es "hijo de" y por ello debe ser propenso a creer que la
raza mejora en los descendientes, aunque, en el caso que comenta, sus alternativas resulten ser ambas Borbones que descienden de Felipe V.
Lo cual abunda en el hecho de que, ante un problema de convivencia serio e históricamente irresuelto en España, digno de atención y
dedicación por parte de mentes estado de reconocida altura política -el
presidente Azaña creo que fué el último que lo intentó- aquí y ahora
somos propensos, desde ambos lados de posturas nacionalistas obsoletas al dislate y al chascarrillo, rematándolo todo con la acostumbrada y gloriosa "chapuza
nacional" como solución: véase el último Estatuto de Cataluña.
En todo caso, no creo que nadie pueda convencerme de que, con la que
está cayendo, la prioridad de un ciudadano en Cataluña pase por
independencia sí o independencia no, salvo que por el camino haya
perdido uno de sus rasgos realmente identitario: el seny.
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