El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se apresuró a ofrecer ayer una rueda de prensa en La Moncloa para
informar de las conclusiones de la Mesa de Valoración de la Amenaza
Terrorista (que reúne a todos los principales responsables de las
fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, incluido el jefe de los
servicios de Información de los Mossos d'Esquadra), manifestando el ministro que la conclusión de la Mesa era que se daba prácticamente por desarticulada la célula responsable de los atentados en Cataluña. Unos minutos más tarde, en Barcelona, los Mossos contradecían
esta afirmación: desde Mossos no vamos a desmentir ni a confirmar al
Gobierno, pero Mossos lidera esta investigación, en coordinación con la
Policía Nacional y la Guardia Civil. Nosotros informaremos cuando
consideremos que la célula ha sido desactivada, manifestó Albert Oliva,
portavoz de la policía catalana. El consejero catalán de Interior,
Joaquim Forn, contradijo también las declaraciones del ministro: Lo que
se produjo en Cambrils (la muerte de cinco terroristas) permite
garantizar que se ha dado un golpe muy fuerte a la célula, pero en este
momento no se puede decir que esté absolutamente desarticulada.
Ello pone de manifiesto que el atentado de Barcelona no es -ni puede, ni creo que deba ser- el instrumento para recomponer unas relaciones institucionales hace tiempo muy deterioradas. E, igualmente, demuestra la tradicional tendencia del PP a darlo todo por resuelto mucho antes de estarlo -accidente del Yak-42, accidente de Spanair, accidente de Angrois, hundimiento del Prestige, por no hablar del 11-M- intentando transmitir una imagen de eficiencia que, a la larga -pero no tardando mucho- se desmonta por sí sola y viene a ser la prueba evidente de un deseo genérico de taparlo todo a fin de evitar que la ciudadanía esté informada y pueda reaccionar ante la verdad. La misma táctica de echar rápidamente tierra encima -al tiempo que la de esconder la cabeza bajo el ala, como el avestruz- utilizada habitualmente ante la corrupción de su partido.
Tendrán que demandar nuevamente desde El País la máxima coordinación y unidad de acción entre las diferentes administraciones y fuerzas de seguridad del Estado. Esa colaboración solo puede nacer de la más absoluta confianza entre los diferentes niveles de Gobierno y sus instituciones. Creo que deberían insistir, sobre todo, en lo de la confianza. Y que Rubalcaba vaya preparando la Imprescindible unidad 2.0, que hoy ya le tocó a Xavier Vidal-Folch contarnos la realidad del universo paralelo en que viven en El País. (Por cierto, señor Vidal-Folch, que no le pierdan a usted los hábitos de escritor de tebeos de su hermano, los empleados de la empresa de seguridad Eulen que decidieron suspender la huelga en el aeropuerto de Barcerlona son vigilantes de seguridad, seguratas sólo coloquialmente -que se empieza por ahí y se acaba llamando ministrata a Zoido-; supongo que en el El País aún matienen un mínimo las formas ya que no los fondos).
Ello pone de manifiesto que el atentado de Barcelona no es -ni puede, ni creo que deba ser- el instrumento para recomponer unas relaciones institucionales hace tiempo muy deterioradas. E, igualmente, demuestra la tradicional tendencia del PP a darlo todo por resuelto mucho antes de estarlo -accidente del Yak-42, accidente de Spanair, accidente de Angrois, hundimiento del Prestige, por no hablar del 11-M- intentando transmitir una imagen de eficiencia que, a la larga -pero no tardando mucho- se desmonta por sí sola y viene a ser la prueba evidente de un deseo genérico de taparlo todo a fin de evitar que la ciudadanía esté informada y pueda reaccionar ante la verdad. La misma táctica de echar rápidamente tierra encima -al tiempo que la de esconder la cabeza bajo el ala, como el avestruz- utilizada habitualmente ante la corrupción de su partido.
Tendrán que demandar nuevamente desde El País la máxima coordinación y unidad de acción entre las diferentes administraciones y fuerzas de seguridad del Estado. Esa colaboración solo puede nacer de la más absoluta confianza entre los diferentes niveles de Gobierno y sus instituciones. Creo que deberían insistir, sobre todo, en lo de la confianza. Y que Rubalcaba vaya preparando la Imprescindible unidad 2.0, que hoy ya le tocó a Xavier Vidal-Folch contarnos la realidad del universo paralelo en que viven en El País. (Por cierto, señor Vidal-Folch, que no le pierdan a usted los hábitos de escritor de tebeos de su hermano, los empleados de la empresa de seguridad Eulen que decidieron suspender la huelga en el aeropuerto de Barcerlona son vigilantes de seguridad, seguratas sólo coloquialmente -que se empieza por ahí y se acaba llamando ministrata a Zoido-; supongo que en el El País aún matienen un mínimo las formas ya que no los fondos).
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