lunes, 7 de agosto de 2017

La primera víctima

Sí, es sabido que en cualquier guerra, la primera víctima es la verdad; o si queremos posar como conocedores estratégicos, el primer arma a utilizar por cualquier ejército es la desinformación. Del enemigo, a ser posible. (Franco finalizaba una de sus primeras proclamas de la guerra civil: sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza, haciendo reales en nuestra Patria, por primera vez y en este orden, la trilogía fraternidad, libertad, e igualdad. En ese orden: parece que Franco anhelaba, sobre todo, la  fraternidad; hermanó a media España en el cementerio o en las cunetas; al parecer  la consideraba incompatible con su paz interior; la de la otra  media España, supongo).
Es por ello que todo lo que sabemos de la intentona golpista de 20 militares -o paramilitares, o ambos- al mando de un un antiguo ex-capitán de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) -o de la Guardia Nacional Bolivariana, GNB, según otros medios-  que abandonó el Ejército -ó la GNB- en 2014 y que, al parecer, estaba siendo buscado por su presunta participación anterior en un intento de derrocar a Nicolás Maduro, es que ha fracasado al ser repelida por las fuerzas militares leales al Gobierno venezolano.
En la España de 1932 -en la noche del 9 al 10 de Agosto, hace por tanto casi exactamente 85 años- las fuerzas conservadoras, derechistas y reaccionarias intentaron su primer golpe militar contra la República, que fracasó -fué aún más chapucero que el de 1936- y el general Sanjurjo  su cabeza visible, tuvo que asumir las consecuencias: fué juzgado y condenado a muerte, pena que le fué conmutada por la de cadena perpetua y finalmente amnistiado en 1933, sólo un año después, por un gobierno radical-cedista. Relata  Azaña que al declarar arrestado inmediatamente después del golpe en la Dirección General de Seguridad, el general comentó al juez ¡que sueño tengo!; Azaña, siempre mordaz, no pudo dejar de acotar: me figuro como estará, él, tan torpón de ordinario.
Y lo cierto es que aunque me gustaría dejar aquí de establecer paralelismos entre la situación actual en Venezuela y la de aquella España, la deriva internacional y la información aparecida en algunos medios me lo impide.

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