sábado, 12 de agosto de 2017

Probabilidad (II)

Parece que las religiones llevan siglos de ventaja al pensamiento agnóstico y/o ateo, sobre todo en la elaboración de mensajes -oraciones, jaculatorias, sentencias- esas ideas-píldora, memes  o metafísica encapsulada tan eficaces en la transmisión de ideología. Como ejemplo, el mensaje probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y goza de la vida  que autobuses ateos transportaron por las ciudades españolas hace unos años no dá, francamente, la talla. Además de que, como ya señaló con su clarividente mala leche Rafael Sánchez Ferlosio, la fe en Dios no da preocupaciones, si no que las quita -de eso se trata, precisamente, de autoanestasiarse en ésta vida, mientras pensamos y esperamos la venidera- es que afirmar que probablemente Dios no existe es equivalente decir que probablemente Dios existe, en ambos casos se afirma que hay probabilidades para lo uno y para lo otro; todo dependería del porcentaje de probabilidad asignado a cada una de las alternativas, que en ningún caso se menciona. Otra cosa hubiera sido asegurar Hay un 85% de probabilidad de que Dios no exista, por ejemplo. Y aún así: con muchas menos probabilidades jugamos a la Lotería, y creemos en ella (aunque habitualmente constatamos que, como mucho, nos toca el reintegro). Y, en todo caso, nada competitivo respecto a los mensajes de la iglesia católica u otras religiones que aseguran (al 100% por 100%) la vida eterna -en otras religiones  recompensas más mundanas y materiales- si cumplimos correctamente los correspondientes mandamientos (y un castigo igualmente eterno si no los cumplimos, digamos que una Lotería de dos caras, como unos juegos del hambre).
Desde un punto de vista ateo (o simplemente agnóstico) me hubieran parecido más eficaces -y consecuentes- mensajes en líneas mas lógicas y racionales. Por ejemplo:
-Si fuéramos tan inteligentes como para entender que la divinidad está a cargo de nosotros, no habría ningún problema en éste mundo. (Y no es el caso).
-Los únicos que creen en lo que no ven ni entienden son los niños y los locos, y eso porque los mayores y los cuerdos les estafamos sin pudor.
-No creo en mi capacidad para comprender a la divinidad y sus designios, de ser así, con seguridad habría prosperado más en este mundo, sin tener que esperar al otro que, por cierto, con mi personalidad, se me haría muy largo (recordando el aforismo marxista -de Groucho Marx- nunca sería de un club en el que admitieran a gente como yo). 
No sé que pensaría Richard Dawkins de estas ideas... aunque yo más bien estoy con George Carlin: el ser humano es crédulo por naturaleza, pero tanto más crédulo cuanto más increíble sea lo que se pretende hacer que crea: diles que un ser omnipotente vive en el cielo, ha creado todo el universo que conoces, que nos ha transmitido unas reglas de conducta, ...y te creerán. Diles que la pintura está húmeda y tendrán que tocar para comprobarlo.

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