A diferencia de los diez mandamientos que Yahvé le entregó a Moisés, el decálogo contra los desahucios que está preparando el ministro de Economía y Competitividad parece que no pretende ser de obligado cumplimiento, sino más bien un Código de Buenas Prácticas, es decir, unos consejos a las entidades bancarias que les permitan dar a conocer su gran corazón y su ecuménica caridad para con la ciudadanía.
Desde luego, cada vez es más escandalosa esta asimetría en el reparto de obligaciones entre empresarios y trabajadores, entre bancos e hipotecados, entre defraudadores y defraudados, en definitiva, entre poseedores y poseídos -literalmente- en esta crisis que sirve de justificación y cobertura para ahondar en las injusticias y las desigualdades, por clamorosas que sean; habrá que recordarlo nuevamente: no se trata de caridad, si no de justicia.
Cuando Moisés bajó el monte tan ufano con las recién escritas leyes, comprobó que, en su ausencia, habían sustituido a Dios por un becerro de oro, por lo que, colérico, arrojó -y rompió- las tablas y quemó la estatua del becerro. De momento y por simple precaución, que el señor de Guindos no grabe su decálogo en piedra, bastante será que, en este caso, no sea la ciudadanía la que monte en cólera y se lo arroje a la cabeza. Y sin esperar a leer la letra pequeña.
Desde luego, cada vez es más escandalosa esta asimetría en el reparto de obligaciones entre empresarios y trabajadores, entre bancos e hipotecados, entre defraudadores y defraudados, en definitiva, entre poseedores y poseídos -literalmente- en esta crisis que sirve de justificación y cobertura para ahondar en las injusticias y las desigualdades, por clamorosas que sean; habrá que recordarlo nuevamente: no se trata de caridad, si no de justicia.
Cuando Moisés bajó el monte tan ufano con las recién escritas leyes, comprobó que, en su ausencia, habían sustituido a Dios por un becerro de oro, por lo que, colérico, arrojó -y rompió- las tablas y quemó la estatua del becerro. De momento y por simple precaución, que el señor de Guindos no grabe su decálogo en piedra, bastante será que, en este caso, no sea la ciudadanía la que monte en cólera y se lo arroje a la cabeza. Y sin esperar a leer la letra pequeña.
No hay comentarios :
Publicar un comentario