Agotándosele ya los adjetivos sobre la reforma laboral, Mariano Rajoy ha insistido en defenderla diciendo de ella -con un cierto aire litúrgico- que es "justa y necesaria".
Podríamos discutir -y bastante- sobre su necesidad, pero desde luego, lo que puede resultar hasta ofensivo es calificarla de justa. Según la clásica definición del jurista Ulpiano "la justicia es la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho", una norma que restringe de forma evidente los derechos de todos los trabajadores no puede, de ningún modo, pasar por justa para ellos, especialmente refiriéndonos a la justicia distributiva.
Espero que, a continuación, no se le ocurra al señor Rajoy decir que es nuestro deber y salvación darle gracias por ella.
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