sábado, 29 de marzo de 2025

Aquellos tres años prepandémicos

En el mismo mes -Junio- y con el intervalo de un año (2017 y 2018), se produjeron en este país dos mociones de censura contra el gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy; habría que recordar que los dos años anteriores también habían sido políticamente bastante agitados: elecciones generales en Diciembre de 2015 y Junio de 2016; en las segundas Unidos Podemos y grupos políticos afines sumaron algo más de cinco millones de votos y 71 diputados (el PSOE menos de cinco millones y medio y 85 diputados).

Pero volviendo a las dos mociones de censura (la primera, fracasó en su intento, pero no así la segunda, que fue la primera en conseguir su propósito de las cuatro planteadas en la historia política posterior a la dictadura franquista), habría que recordar, en primer lugar, que ambas fueron promovidas por Podemos. Y el resultado de este hecho fue la formación del gobierno del PSOE con Pedro Sánchez como presidente. A continuación, y ante la imposibilidad de que el gobierno aprobara los presupuestos generales del Estado, fueron convocadas elecciones generales  para Abril de 2019; este año fue igualmente crítico y convulso pues dentro de él se celebraron unas segundas elecciones generales en Noviembre. 

Se me ha ocurrido ese marco temporal de tres años escasos (de la primera moción de censura en Abril de 2017 a las segundas elecciones generales de 2019, en Noviembre), los tres años previos a la pandemia CoVid-19, para una selección de entradas de este blog, en secuencia temporal ordenada y cuyos enlaces figuran a continuación:

 

2017

Rubia Platino

Ojos que no ven...

Sonados

Nada más que decir 

Morados 

Irene Montero y Eva Perón

El nuevo PSOE 

Panegirismo  

El ojo delator

La democracia de Rajoy

Pena de tomate 

 Ni sólida, ni sana, ni social

Golpe de Estado

La fractura

El 155 

Reprobable

¡Pobre País!   

Raro, raro, raro...

Todos

¡Feliz 2016! 

 

2018 

Resumiendo

Omni mors aequat

Por una Ley Electoral más justa

Mentiras

Este nacionalcatolicismo

El viento, la lluvia y las moscas 

Coherencia  

Lo normal aquí

Esta corrupción

El desencanto

Del hayque al nosepu 

La ilusión de Ciudadanos

El peligro de los mediocres 

Perdona, pero aguanta

Lícito 

Realmente

 

2019

Gobernando

Tahúres

Parole, parole 

Como a niños

Convicción(es) 

...et labora  

Gramsci y Sun Tzu

El bipartidismo, de nuevo

Somos la izquierda 

Regalo griego

Los equidistantes 

No es relato, es cuento

El estrambote Sánchez

Votar como es debido 

Mirando a la izquierda

Dos tazas 

Monterroso y los pollos

 

 


 

sábado, 15 de marzo de 2025

Dos Cromwell

Viendo la serie de televisión Wolf Hall -de excelente factura, como la mayoría de las de la BBC británica-  en la que se narra principalmente la relación entre Thomas Cromwell y el rey Enrique VIII de Inglaterra, he procurado informarme sobre el personaje; estoy deseando llegar al final de la segunda temporada de la serie por ver cómo se trata su trágico final:  la decapitación (nada anómalo, por cierto, para personajes poderosos de la época); en éste caso Cromwell sufrió pacientemente el golpe del hacha de un verdugo andrajoso que realizó el oficio pésimamente, al parecer por expreso deseo de Enrique VIII, que eligió a propósito a un verdugo inexperto. La causas por la cuales perdió el favor real -y la cabeza- no están claras, pero que el hijo de un herrero hubiera llegado a acumular tanto poder y riquezas no había sido bien visto por la nobleza que procuró hacerle responsable del enlace, por razones de estado, de Enrique con Ana de Cléveris, princesa alemana protestante, que finalmente no fue del agrado de Enrique VIII; Ana de Cléveris fue lo suficientemente inteligente para facilitar la disolución del matrimonio evitando la visita al verdugo, como ocurrió con algunas de las seis esposas de Enrique, pero como alguien tenía que ser culpable, Cromwell acusado de infundados cargos de traición y herejía, tuvo que renunciar a su cabeza. Cosas de la realeza.

Pues resulta que, un siglo después,  Oliver Cromwell, sobrino-tataranieto de Thomas Cromwell, líder de la Cámara de los Comunes y jefe militar del ejército parlamentario que finalmente derrotó al rey Carlos I, fue el máximo responsable de que este sucesor de Enrique VIII, fuera juzgado, condenado a muerte y ejecutado por decapitación -anticipándose en ésto en más de un siglo a lo revolucionarios franceses- acusado de alta traición y otros crímenes.  Oliver Cromwell mantuvo el poder bajo una dictadura militar en Inglaterra con el título de Lord Protector hasta su muerte en 1658.

Finaliza este baile de cabezas en 1661, cuando Carlos II -hijo de Carlos I-  fue nombrado rey por el Parlamento: éste ordenó que el cuerpo de Oliver Cromwell fuera exhumado y sujeto al ritual de la ejecución póstuma. El proceso tuvo lugar el 30 de enero, la misma fecha en que se ejecutó a Carlos I. Su cabeza decapitada estuvo en lo alto de un poste a la entrada de la abadía de Westminster -donde había sido enterrado- hasta 1685, cuando murió el propio Carlos II. 

Como corolario anecdótico: la princesa Diana de Gales descendía de dos de los hijos naturales (se le suponen 14, al menos) de Carlos II: el duque de Grafton y el duque de Richmond (que es también ascendiente directo de la reina Camila), de modo que su hijo, el príncipe Guillermo de Gales, actualmente primero en la línea sucesoria al trono británico, será el primer monarca británico que descienda de Carlos II y de Carlos I desde la muerte de la reina Ana en 1714.

miércoles, 5 de marzo de 2025

En dos palabras

Palabra 1:

Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos. (Evangelio según San Mateo 8, 5-11) 

...que viene a ser una descripción un tanto ordenancista -y militar-  del milagroso poderío divino; también de que puede que tengamos un concepto un tanto sobrevalorado del estatus romano en Judea: el centurión no tenía una vivienda para enseñar o para invitados (aunque sí para tener criados y/o soldados bajo sus órdenes); habría que recordar que centurión tan creyente no era judío. Y, por otra parte, resulta que gentiles creyentes podrán sentarse a la mesa con judíos (pero sólo en el más allá, parece que la reglamentación kosher será divinamente automática). Cosas evangélicas.

Diecinueve siglos después:

Palabra 2:

...en la tercera semana de Cuaresma, durante la epidemia, tuve que ir a Malitzkoe... Cuando el tifus exantemático... Allí, en las «isbas», se morían las gentes como moscas... ¡Suciedad..., pestilencia..., humo..., terneros por el suelo, junto a los enfermos!... ¡Hasta cerdos había!... Yo no me senté en todo el día, ni probé bocado; pero, eso sí..., cuando llegué a casa, tampoco me dejaron descansar. Me traían al guardagujas de la estación... Le tendí sobre la mesa para operarle, y se me murió bajo el cloroformo... Pues bien.... entonces..., cuando menos falta hacía, el sentimiento despertó dentro de mí. La conciencia me dolía como si le hubiera matado premeditadamente. Me senté, cerré los ojos..., así..., y pensé: aquellos que hayan de sucedernos dentro de cien o doscientos años, y para los que ahora desbrozamos el camino..., ¿tendrán para nosotros una palabra buena?... (Así discurre el médico Astrov en la primera escena del Acto primero de la obra de teatro "Tío Vania" de Anton Pavlovich Chejov).

Respecto a la última pregunta creo que sí podríamos asegurar a Astrov, si pudiera oírnos, que no, no la tendrán, sobre todo porque nosotros no desbrozamos si no que, siendo precisos, destrozamos.

lunes, 17 de febrero de 2025

Errare humanum est

Me equivoco, no sé si más o menos frecuentemente comparado con la media, aunque con la edad creo que menos.  Equívoco es, además de error o confusión, algo que puede interpretarse en varios sentidos o dar ocasión a juicios diversos o ser intencionadamente ambiguo. Para entendernos, asumiré que me refiero sólo a lo primero, al tradicional meter la pata no sé si hasta el punto de ser un genuino metepatas; aún así sin saber si en mayor o menor medida que la media (que yo creo que es bastante elevada). Hasta aquí nada reseñable o fuera de lo común, pero mi especialidad característica es, dentro de ésto, que en muchas ocasiones me doy cuenta instantáneamente de mi error, algo así como si al ángel que dicen que llevamos dentro no le diera tiempo para callar al demonio que igualmente dicen que nos acompaña y yo lo presenciara todo en vivo y en directo, de tal manera que si el error consiste en alguna frase inoportuna y/o inconveniente, me doy cuenta de ello incluso antes de acabar de pronunciarla, lo cual me deja generalmente en un mutismo prolongado, como en un pasmo, consciente de que nada lo que dijera a continuación sería capaz de enmendar el error: equivocación y arrepentimiento casi simultáneos; es bastante pesaroso e incómodo continuar la frase con la cual soy consciente de estar equivocándome sin poder hacer nada para evitar que mi boca siga funcionando. Pesar e incomodidad que generalmente me dejan en un estado de irritabilidad necesario y suficiente para añadir -tras el pasmo- un corolario al error en un adorno final; una equivocación con rúbrica: una cagada con guinda, si se me permite expresarlo de forma algo grosera.

En fin, que errare humanum est, sed perseverare diabolicum. Ya, que divino no debo ser, pero diabólico creo que cada vez menos. Y prudente, según Jerónimo de Estridón.

sábado, 8 de febrero de 2025

El karma (suceso imaginario)

Un pino creció justo al lado de un obús de gran calibre  semienterrado y sin explosionar desde la guerra civil. El pino creció lentamente, a ritmo de pino, y sus raíces fueron abrazando la bomba: la vida y la muerte, tan cerca. Pasaron casi noventa años, al cabo de los cuales una de las raíces del pino se aproximó tanto al percutor de la bomba, que ésta no pudo si no hacer aquello para lo que había sido programada: reventar en una gran explosión; el pino resultó destrozado por la parte inferior y quedó inclinado y sujeto precariamente al borde de un cráter de varios metros. Los artificieros desplazados al lugar han determinado que la única explicación posible es la expuesta, ya que no se ha encontrado a nadie -vivo o muerto- que haya visto o  manipulado el explosivo y también descartan la posibilidad de que hubiera sido un animal, además de que el suceso se ha producido de madrugada; distinto hubiera sido si la explosión hubiera sido de día, ya que el lugar se encuentra cerca de un camino bastante transitado por los residentes de una conocida urbanización de lujo en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón) que, lógicamente se despertaron alarmados por un suceso que no han podido evitar los avanzados sistemas de seguridad de que dispone una urbanización tan exclusiva.

A veces el karma lo intenta, pero no cierra el círculo completamente.