Albert Rivera, el líder de Ciudadanos -partido que se declara fundamentalmente regeneracionista- no vé bien ésto de andar a vueltas con los nombres de las calles, los bustos, las medallas...en fin, con la memoria histórica: él se declara partidario de una nueva Transición que, a mi modo de ver, tal como él la entiende, de nueva sólo debe tener la fecha; lo que entonces no pudo hacerse -debido a las circunstancias- ya vá siendo hora de que se haga y finalmente entremos como país en la normalidad histórica que supone una condena sin matices de la dictadura totalitaria implantada durante cuarenta años en éste país, que no por durar más -también debido a las circunstancias- que las semejantes de Alemania e Italia fué menos injusta, sangrienta y dolorosa que éstas. Y sobre todo, también vá siendo hora de que se adopte de una vez por parte del Estado una política decidida de apoyo a los familiares descendientes de las víctimas de nuestra guerra incivil que aún permanencen enterrados en cunetas y fosas comunes, con seguridad que eso también nos haría entrar en la normalidad social y jurídica que son exigibles en un país como el nuestro. Y todo ello no es revisionismo ni guerracivilismo como pretenden hacernos creer algunos, simplemente la aceptación de nuestra realidad histórica y sus consecuencias.
Y éste es uno de los puntos a atender por cualquier fuerza política que pretenda una auténtica regeneración ya que transitar por una nueva Transición sin añadir las pertinentes rectificaciones históricas no resueltas en la primera, sería algo totalmente vacío de contenido y, desde luego, muy escaso de auténtica regeneración. Y sin ningún cambio en ésto, respecto a la situación actual. Que, cada vez más me recuerda Albert Rivera al Tancredi -Alain Delon- de El Gatopardo cuando le dice a su tío Fabrizio: se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi (si queremos que todo quede como está, todo debe cambiar); aunque es cierto que el paralelismo entre Mariano Rajoy y el príncipe de Salina resulta algo más forzado: la verdad es que Rajoy se parece a Burt Lancaster como un huevo a una castaña.
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