viernes, 27 de noviembre de 2015

Presuntos y convictos

Preguntado el presidente del gobierno y del PP sobre Marta Domínguez -a la que una imprevista aceleración de la prevista sanción del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) ha apartado de la candidatura en las listas del PP para las próximas elecciones- ha manifestado:  Marta Domínguez le ha dado muchísimas alegrías al deporte español. Es una mujer con mucho temperamento y mucha fuerza y no voy a entrar en el detalle de la sanción porque no me lo sé, pero yo creo en la presunción de inocencia siempre. Impresionante -y no es un adjetivo gratuito, quedo impresionado- el señor Rajoy, como es habitual en él; al parecer le es igual que fueran alegrías ficticias por estar basadas en la trampa: se alegró y lo agradece. Pero el resto de la frase es de traca; al ser Marta Domínguez mujer de mucha fuerza y temperamento no opina sobre la sanción no vaya a ser que le suelte un fuerte -y temperamental- sopapo. Y parece ignorar, también, que el TAS ha suspendido a Marta Dominguez por tres años y que ha anulado los resultados que consiguió entre Agosto de 2009 y Julio de 2013; no parece algo tan difícil de conocer para un asiduo lector de la prensa deportiva, pero el señor Rajoy no se sabe el detalle. Y además -parece decirnos- para él todo eso es relativo, ya que cree en la presunción de inocencia. Vamos a ver, la sentencia del TAS, aunque recurrible es firme y creer en la presunción de inocencia de alguien condenado por la Justicia es equivalente a no creer en la Justicia. 
En el PP no son infrecuentes los  presuntos inocentes que se han transformado en convictos, y ésta es la actual situación de Marta Domínguez de acuerdo a lo que significa: reo a quien legalmente se ha probado su delito, aunque no lo haya confesado.
Por ello, haría bien el señor Rajoy en vez de creer -como quien cree en los espíritus de ultratumaba- respetar la presunción de inocencia sólo en tanto el sistema jurídico por el que nos regimos lo considere de aplicación, como una garantía procesal más, pero no después. Y, desde luego, no siempre.


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