Sigo sin entender -no escucho a nadie que tenga algún interés en aclararlo- el porqué, una vez que Ciudadanos pase supuestamente de la abstención al sí al PP en la votación de investidura de Mariano Rajoy, el PSOE debería desplazase de su no es no a la abstención; ignoro si ello se debe a un desconocido efecto alud por el que todas las fuerzas políticas deban acercarse un grado al PP, olvidando sus políticas profundamente antisociales durante la penúltima legislatura y la corrupción estructural de ese partido prácticamente desde su fundación. La responsabilidad política no pasa por facilitar la gobernabilidad de quien sea -aunque coincida que sea la formación política más votada- sino por mantener los propios principios y las promesas realizadas a los votantes (creo sinceramente que un útil principio de regeneracion política consistiría en dar a las promesas electorales carácter contractual). Por tanto, que Felipe González haya calificado como el primer acto de responsabilidad política que ha habido desde las elecciones el hecho de que Albert Rivera apoye la investidura de Mariano Rajoy sólo sirve -por si a alguien le fuera útil- para ubicar con más exactitud a Felipe González y a valorar el respeto que tiene por la actual dirección del que supongo que todavía es su partido.
Tampoco entiendo -e, igualmente, nadie gasta mucho tiempo en explicarlo- el porqué es tan irresponsable preferir unas terceras elecciones a un apaño para que el PP prosiga con sus políticas antisociales y su corrupción institucionalizada.
Aunque sin entender ni una cosa ni otra, sospecho con intensidad que tras las bambalinas todo está acordado y que en éste guiñol el primer personaje, Albert Rivera, ya ha salido a escena con la lista de sus seis condiciones en la mano. Que de alguna de ellas podríamos predecir los resultados: la primera sesión de la Comisión de investigación sobre corrupción de la Asamblea de Madrid se produjo en octubre de 2015 y desde entonces se han celebrado 14
sesiones que han tratado temas importantes (algunos de ellos
judicializados), pero que, en realidad, solo han servido para alimentar el circo
político y establecer la pena de telediario para el PP -que no parece tener ninguna trascendencia en unas elecciones- pero sin adoptar ninguna medida con repercusión real. Regeneracionismo de guiñol, también.
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