Hace relativamente poco, Cayo Lara recordaba en el Congreso de los Diputados la frase de Estanislao Figueras, primer presidente de la I República española Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros. Lara aplicaba a todos los parlamentarios la frase que Figueras dirigió en su día a los miembros del gobierno. Es conocido que Figueras, consecuente con un estado anímico que le alcanzaba tal nivel, tomó poco después un tren con destino a París, dejando descabezada a la incipiente República.
Con tanto español -y española, con la conveniente sustitución fisiológica y equivalente- pensando actualmente de los representantes parlamentarios Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos ustedes, es una lástima que no haya un tren que lleve -a todos lo que así piensan, en éste caso- a París. O en avión a Nueva Zelanda, que no hay más lejos. De momento Mariano Rajoy se ha ido a Pontevedra y Pedro Sánchez sigue en Almería (ambos todavía dentro de España pero lo más lejos posible entre sí, para que no haya roce, ni siquiera accidental).
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