sábado, 24 de septiembre de 2016

Celestinismo

Creo que el celestinismo de Albert Rivera va a ser digno de estudio incluso por parte de sociólogos: ahora se está encargando de advertir a Pedro Sánchez -contra los partidos nacionalistas y Unidos Podemos, claro está- que no se puede sentar con quien quiere cargarse España. Tal cual: no ya hablar o negociar; ni tomar asiento. Ultimamente le veo como madre admonitoria, advirtiendo a un hijo en edad de merecer que no se le ocurra ni intercambiar miradas con ninguna lagarta manirrota, que muchas solo van por el interés.
Él, por su parte, sí debe considerarse buen partido -valga la redundancia- para formar incluso un trío amigable y con derecho a roce con PP y PSOE, e insiste en que a los dos  ya los hemos puesto de acuerdo y no lo saben, según él en base a la intersección  de  conjuntos que fueron sus pactos con PSOE y PP -despistados que son en el PP y en el PSOE- y a afeado especialmente a Pedro Sánchez que no quiera nupcias con el PP y sí con 44 -ignoraba el número-  partidos políticos, cuando ni siquiera se pone de acuerdo con los suyos; que ya digo, se le está poniendo aceleradamente cara de madre aconsejando a Sánchez: tú con quien tienes que casarte es con el PP, que es muy buen partido y dejarte de aventuras de picaflor del 44.
Concluyó un acto electoral en Galicia con un rotundo: somos la garantía de que aquí no habrá un referendum. Un poco más y se pone a sí mismo como garantía para evitar los divorcios. No sólo el del bipartidismo, sino todos. 

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