domingo, 4 de septiembre de 2016

Asemiología

Todavía recuerdo como el presidente de EE.UU. Bill Clinton se salvó in extremis de un impeachment (destitución) de su cargo como presidente debido al auxilio de una figura retórica -de retorcimiento del lenguaje, más bien- que permitía demostrar que el señor Clinton no había mentido -el motivo de fondo para pretender su destitución- al decir que no había mantenido relaciones sexuales con la joven becaria Mónica Lewinsky: la relación física impropia. Según ésto, la relación física impropia -sexo oral, según todos los indicios- no era lo mismo que mantener relaciones sexuales.
Al parecer,  el Banco Mundial tiene un código ético que es de aplicación a cargos directivos tal como el que ocupará el exministro Soria e, incluso, advierte a éstos directivos que deberán evitar conductas que puedan acarrear descrédito o apariencia de impropiedad, si bien el mencionado código no especifica nada concreto sobre la evasión de capitales o el manejo de dinero en paraísos fiscales, sobre todo si se refiere a conductas del pasado. Todo se reduce, pues, a encontrar palabras lo más inocuas posible que sustituyan a descrédito e impropiedad -atendiendo al precedente Clinton- que ya han previsto los rígidos guardianes del Banco Mundial encargados de velar porque sus directivos mantengan los más altos estándares de integridad en su conducta personal y profesional y observar los principios de buen gobierno, y, sobre todo, incidir en que de esas hipotéticas conductas hace mucho tiempo, para que el asunto quede zanjado.
La Semiología es una ciencia lingüística con gran futuro: tiene -básicamente- el encargo de dilucidar el significado de palabras y lenguajes, aunque también de gestos, conductas y comportamientos; estoy convencido que así como ahora la mayoría de los políticos tienen formación en Derecho, en el futuro serán, sobre todo, semiólogos titulados en una de sus disciplinas -aún por inventar-, la Asemiología: hablar -y, sobre todo, escribir- de continuo sin transmitir mensaje alguno no está al alcance de cualquiera y aunque en la actualidad ya tenemos mucho camino avanzado y gozamos de la inane verborrea de muchos políticos, son éstos asemiólogos instintivos, aficionados sin la actitud y el método profesionales que siempre proporciona una formación reglada.

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