Ya en el pasado ví la figura del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, como la más reciente reencarnación -es un paradigma históricamente frecuente- del personaje de Tancredi (El Gatopardo) y cada vez lo veo más idéntico al modelo original.
En la sesión de investidura de Pedro Sánchez como candidato a presidente del gobierno, Albert Rivera, tan embebido estaba en su papel de vendepeines, que a los votantes nos ha llamado jefes -me ha recordado cuando, no hace mucho, Bankia nos quería convertir a todos en banqueros- como si hubieramos subido a un taxi llamado España sin que necesitáramos indicarle al señor Rivera nuestro destino, o al menos, sin recomendarle una ruta, que él sabe lo que necesitan los autónomos, los parados, los pensionistas, los enfermos y, sobre todo, como arreglar la justicia, el trabajo, la corrupción, Cataluña...como arreglar España, en definitiva: déjeme a mí, jefe, que por donde le llevo hay menos tráfico y casi no hay semáforos. Y por el mismo precio, medidas contra la violencia del género y contra el mobbing laboral.
Durante su discurso, ha citado a varias veces a Winston Churchill -unas veces mencionando la fuente y otras no- y aún más veces a Adolfo Suárez, del cual parece tener un empeño especial en ser considerado hijo político -que no yerno- y reencarnar, como protagonista, una nueva Transición. Y es que Rivera es bastante adicto a las citas: en el acto de campaña de su partido el 13 de Diciembre en Vistalegre dicen que citó a Ghandi, a Roosevelt, a Mandela, a Pascal, a Kennedy, a Víctor Hugo y, por supuesto, a Suárez , y que aún le sobró tiempo para intercalar algún artículo y alguna que otra preposición.
Es cierto que se atribuye a Suárez, como hoy ha recordado Rivera en el Congreso, la frase la vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por tí. Pero igualmente -se encuentra en el mismo sitio de donde posiblemente se ha extraído la anterior -parece que también dijo: brindo por el pueblo español, esperando que tenga unos dirigentes mejores que los que actualmente posee. Y es que abusar de las citas para rellenar el tiempo -sobre cuando no se tiene un discurso propio- puede producir el mismo efecto que utilizar el refranero sin medida: a poco que te despistes acabas defendiendo algo y lo contrario. O leyendo, literalmente, fin de la cita; que se lo pregunten, si no, a Rajoy. Menos mal que Rivera vá sin papeles: lo de los peines lo tiene trillado.
Durante su discurso, ha citado a varias veces a Winston Churchill -unas veces mencionando la fuente y otras no- y aún más veces a Adolfo Suárez, del cual parece tener un empeño especial en ser considerado hijo político -que no yerno- y reencarnar, como protagonista, una nueva Transición. Y es que Rivera es bastante adicto a las citas: en el acto de campaña de su partido el 13 de Diciembre en Vistalegre dicen que citó a Ghandi, a Roosevelt, a Mandela, a Pascal, a Kennedy, a Víctor Hugo y, por supuesto, a Suárez , y que aún le sobró tiempo para intercalar algún artículo y alguna que otra preposición.
Es cierto que se atribuye a Suárez, como hoy ha recordado Rivera en el Congreso, la frase la vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por tí. Pero igualmente -se encuentra en el mismo sitio de donde posiblemente se ha extraído la anterior -parece que también dijo: brindo por el pueblo español, esperando que tenga unos dirigentes mejores que los que actualmente posee. Y es que abusar de las citas para rellenar el tiempo -sobre cuando no se tiene un discurso propio- puede producir el mismo efecto que utilizar el refranero sin medida: a poco que te despistes acabas defendiendo algo y lo contrario. O leyendo, literalmente, fin de la cita; que se lo pregunten, si no, a Rajoy. Menos mal que Rivera vá sin papeles: lo de los peines lo tiene trillado.
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