viernes, 7 de junio de 2019

Matadragones (II)

La de matadragones fué una profesión muy lucrativa y reconocida socialmente: no hay más que repasar la lista de héroes -y santos- que se dedicaron a una actividad tan peligrosa y difícil (bastante más que matar un toro en una corrida actualmente) como plena de recompensas en el improbable caso de resultar exitosa; todo parece indicar que la proliferación de matadragones fué la causa de la extinción de los dragones en la antigua China.
Y, lo que es el devenir cíclico de la historia (lo que son las cosas, hablando coloquialmente): Gaspar Llamazares ha llegado  curiosamente a la misma solución que los antiguos matadragones chinos ante la ausencia en la demanda de sus servicios debido a la falta de dragones que matar: ha decidido crear su propia escuela de matadragones; visto que ya no existen dragones a la medida de su espada -o bien todo lo contrario, que haya constatado que su espada ya ni pincha ni corta, sea cual sea la peligrosidad de los dragones que restan- el caso es que el histórico dirigente del Partido Comunista e IU -y otros empeños que creo más piadoso olvidar- ha decidido dedicarse a la realización de estudios o impartir cursos relacionados con su pasión, la política; tanto sea pasión considerada  como la accion de padecer ó como el apetito o ansia vehemente de algo, es de suponer que,  en ambos casos, algo sabrá del tema, tras treinta años dedicándose a la política. Eso, o bien que la alternativa de volver a su profesión de médico docente la ha estimado algo más difícil ya que  requeriría de un reciclaje demasiado largo, y es sabido que la política es una de las pocas actividades que no requiere de titulación -ni de grandes conocimientos reglados- en este país.
En todo caso, le regalo la idea de utilizar como logo de su futura escuela y/o empresa de asesoría política un dragón, el adjunto Dragón Rojo de Gales (por aquello de jugar subliminalmente  con el color); o algo parecido si es que éste está patentado o protegido por derechos de copia.
En fin, lo dicho, que la historia no es que parezca repetirse, es que se repite.

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