Es conocido el efecto hipnótico de la repetición en música; Rossini llegó a repetir hasta seis veces un mismo compás en alguna de sus oberturas de ópera; el crescendo aplicado durante la repetición dejaba al público desmayado de emoción y, probablemente, hipnotizado. Igualmente Pedro Sánchez parece decidido a hipnotizar a los españoles repitiendo que el desacuerdo en la formación de un gobierno de izquierdas entre el PSOE y Unidas Podemos es total y absolutamente responsabilidad de éstos últimos que no le dan lo que desea y, sobre todo, que no se lo dan gratis total.
Desmintió, no obstante, la afirmación de la portavoz del grupo parlamentario socialista en el Congreso, Adriana Lastra, que afirmó que Pablo Iglesias había solicitado para sí la vicepresidencia del posible gobierno de coalición, cosa que por otra parte hubiera sido normal como ofrecimiento por parte de Pedro Sánchez, como efectivamente lo fué a Alberto Carlos Rivera en el acuerdo que el PSOE firmó con Ciudadanos en 2016. Pero ha persistido en culpabilizar a Pablo Iglesias como responsable de sabotear las negociaciones y ha tachado de deslealtad y mascarada la consulta de Iglesias a los inscritos de Podemos respecto a los grados y formas de colaboración con el PSOE para la formación de un gobierno de izquierdas. Ya digo, esperará que a base de repetirlo se convierta en realidad en virtud de alguno de los once principios de la propaganda de Goebbels, o bien esperará que, por efecto de la repetición, los españoles entremos en trance hipnótico que nos haga creer lo que a él le convenga que creamos.
Para empezar, ofrecer una versión parcial de unas conversaciones que por lo que supongo -sería normal que así fuera- no tienen soporte documental al que referirse dada su necesaria confidencialidad, me parece un poco infantil: el promedio de dos opiniones fundamentalmente contrarias sin posibilidad de verificación desde una fuente objetiva y neutral no es la verdad sino la incertidumbre (o, dicho de otro modo, la certidumbre de que una, otra, o las dos, son falsas). Y en esas estaríamos si Pablo Iglesias dispusiera, como Pedro Sánchez, de medios de comunicación privados expertos en entrevistas-masaje. ¿Quién recuerda los tiempos en los que Pedro Sánchez era para El País un insensato sin escrúpulos, cobarde, sectario, desviado ideológico y mentiroso en un editoral de título tan explícito como Salvar al PSOE (1 de Octubre de 2016) en el que se le reprochaba, precisamente, que se aferrara al argumento populista de convocar a los militantes para
atrincherarse en el cargo?
Es evidente que Pedro Sánchez se debe haber convertido ya a la religión verdadera, como Pablo de Tarso.
Es evidente que Pedro Sánchez se debe haber convertido ya a la religión verdadera, como Pablo de Tarso.
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