jueves, 25 de julio de 2019

El póker, la pesca y el cuento de la lechera.

Reconozco no saber jugar muy bien -ni regular, siquiera- al póker pero el farol siempre me pareció su esencia, por lo que implica de conocimiento psicológico y grado de empatía con el adversario ó adversarios; lo cierto es que una jugada montada sobre una base tan  aleatoria lleva implícito un alto grado de riesgo y puede dar lugar a un gran éxito o a un gran fracaso (su quintaesencia sería el farol inverso, es decir, apostar muy poco teniendo muy buen juego con el objetivo de que el resto de jugadores suban la apuesta o, mejor, se lancen con un farol).
En la negociación para la conformación de un gobierno de izquierdas entre el PSOE y Unidas Podemos -que dejaron de ser secretísimas para convertirse en más que públicas- y suponiendo que los primeros han optado desde un principio por mantener su farol, no queda claro si su propósito final es, precisamente, el fracaso en la conformación de ese gobierno -y la consiguiente convocatoria de nuevas elecciones- con lo cual estaríamos ante una nueva variante de farol: el lanzado con la voluntad de perder la jugada y con el objetivo último de ganar algo más importante con posterioridad; algo así como el cebado en la pesca. En esa estrategia -en la cual, el adorno sería hacer recaer sobre Unidas Podemos la responsabilidad de la falta de acuerdo- el PSOE estaría confiando, supuestamente, en mejorar sus resultados electorales en una futura convocatoria; en el mejor de los casos, en una vuelta a un bipartidismo casi perfecto, que le permitiera ser autosuficiente en la formación de gobierno. 
Si ésta hipótesis es correcta -es la única  que veo plausible a la vista de los hechos, salvo una tremenda incompetencia a la hora de evaluar la situación política por parte del PSOE ó Unidas Podemos- debo decir que finalmente resulta, como todos los faroles, de altísimo riesgo; podríamos decir que de riesgo acumulado (doble) en éste caso: para empezar no creo que por parte del PSOE -ya sea su secretario general o quienes le aconsejan- exista un alto grado de conocimiento psicológico o empatía de con quien están jugando -recordemos como quedaron bastante descolocados cuando Pablo Iglesias se quitó de enmedio frustando uno de los pretextos del PSOE para que el acuerdo no resultara- pero ésto que, en definitiva,  sólo afectaría finalmente al mencionado adorno en un fracaso deseado y programado por parte del PSOE, también visualiza con claridad la debilidad estructural -una general falta de empatía- de una estrategia que tiene mucho de cuento de la lechera y que, finalmente, puede acabar con un PSOE mirando perplejo la leche derramada tras un inesperado batacazo electoral. Y que para los españoles significaría la continuidad de las políticas de estos diez últimos años; lo digo por el grado de gratitud a que el PSOE se haría acreedor por parte de los votantes de izquierda.

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