martes, 24 de julio de 2018

La batalla por la derecha

Quizá sea muy exagerado decir que la clase media no existe y aún más exagerado decir que nunca exisitió y ya, puestos en plan provocador, que nunca fué ni clase ni posiblemente media. Continuando en este plan, yo supongo que la clase media fué un invento del gran capital y de los poderes fácticos como forma de neutralizar  -fundamentalmente tras la segunda guerra mundial- las ideologías que podrían oponerse a un capitalismo total al ser capaces de proponer alternativas políticas radicalmente distintas; ahora que esas alternativas se han diluído en una inanidad perpleja -hasta en Cuba han renunciado formalmente al comunismo y lo de China a mí me suena, realmente, a chino- el capitalismo considera inútil mantener los signos y la apariencia de una supuesta clase media, todo vuelve a ser como debe -desde el punto de vista capitalista- y finalmente sólo habrá ricos (poquísimos), lacayos de los ricos (los que los ricos creen necesarios para su propia seguridad y supervivencia) y pobres (ya sean trabajadores o quienes aspiran a poder serlo; el motor sin inteligencia que mueve todo el mecanismo social y crea riqueza para los ricos): en ese escenario sobra esa mayoría silenciosa cuya motivación fundamental era alcanzar unas metas -siempre limitadas- de bienestar material: la clase media -que posiblemente nunca existió- pronto dejará -aún supuestamente- de existir.
Es por ello que, aunque los partidos siguen creyendo -o haciéndonos creer que creen- que el poder político se alcanza democráticamente controlando el centro, la clase media, la realidad es que su objetivo principal no es ese, por dos motivos: el primero es el proceso ya mencionado -pero de ritmo no uniforme- de extinción, incluso como concepto, de esa clase media y el segundo es que la tendencia natural de la mayoría de la población (en que podría incluírse ese centro/clase media, pero también los doblemente pobres, debido a su ignorancia) es seguir a a los vencedores, a los que mandan, a los que siempre han mandado.
Un ejemplo lo tenemos en los dos partidos actualmente clasificados como de centro-derecha en España, PP y Ciudadanos: para ambos la batalla está realmente en la derecha y en apropiarse de sus abundantes símbolos o memes (himnos, patria, rey, dios, banderas, vida (de los nonatos, principalmente), españoles mucho españoles, etc.); ambos suponen que la mayoría les seguirá una vez ganada la batalla.
Y el tercer partido integrante del grupo de partidos lacayos (ellos se autodenominan constitucionalistas) procurando mantener su puesto como presunto árbitro moderador de la batalla y presunto mantenedor de esa ficción de una clase media de izquierdas, la misma que dicen que posibilitó la Transición, esa  Restauración 2.0.

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