martes, 3 de julio de 2018

Fútbol

Fútbol es fútbol, afirmaba sonriente -como acostumbraba- Vujadin Boskov; Ná es etenno (nada es eterno), cantaba Camarón; sí, dos obviedades, pero que intencionadamente ignoradas podrían explicar las causas de la pobre actuación de la selección española de fútbol en el Mundial de que se celebra en Rusia.
Lo primero, el fútbol es un deporte-espectáculo, pero también un juego -cosa que parece ignorarse habitualmente- y por tanto incorpora una impredecible dosis de azar (valga la redundancia). Claro está que, para los jugadores, una adecuada forma física y una depurada técnica de control del balón ayudan, pero todo ello debe estar -como en el Arte- al servicio de una idea, de un planteamiento, de una estrategia para ganar, teniendo siempre muy presente las habilidades del contrario. Y he mencionado el Arte no por casualidad: cualquier actividad humana, desde las anónimas habilidades de un artesano hasta los deportes de consumo multitudinario convertidos en circo mediático, pueden ser objeto de depuración y mejora aplicando  el ingenio humano hasta convertirlos -o casi- en un arte.
Parece que hace diez años en este país se inventó -existen varios candidatos a la paternidad del invento, aunque Luis Aragonés parece el padre más probable- una forma especial de jugar al fútbol: el denominado casi despectivamente tiki-taka, que, a su vez está basado en una idea tan básica como es la de mantener el máximo  tiempo la pelota como premisa necesaria para luego decidir que hacer con ella; simultáneamente, parece que si al contrario se le priva de su posesión, se le impide crear peligro; las soluciones sencillas  son -incluso desde un punto de vista filosófico o científico- las que mejor funcionan. Pero las soluciones funcionan o no dependiendo no sólo de sí mismas, sino en un ambiente, en unas  determinadas condiciones y si esas condiciones o circunstancias varían y a ello se añade la supuesta intención de mejorarlas o ponerlas al día sin una adecuada capacidad y/o una visión global y profunda del problema -además del desgaste que implica que los adversarios hayan dedicado tiempo a  estudiar como contrarrestar una determinada estrategia- estaremos ante la inexcusable necesidad de generar nuevas estrategias o formas de juego competitivas. Efectivamente, nada es eterno, parece que habrá que buscar nuevas ideas.
Sin olvidar nunca otra de las máximas de Boskov: El fútbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan 0-0.

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