Estoy convencido de que hay personas, especialmente si son figuras públicas, que, antes que nada, prefieren que se hable de ellas, aunque sea mal. Por ejemplo, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, que de cuando en cuando nos participa sus reflexiones, como para comunicar a quien le paga que está haciendo su trabajo y, de paso, dar algunos titulares a los medios de comunicación, para que no nos olvidemos de él. En éste caso ha afirmado que el trabajo fijo y seguro es un concepto
del siglo XIX, ya que en el futuro habrá que ganárselo todos los
días. Es una actualización de pasadas declaraciones suyas en las que, con gran sensibilidad social, abogaba por mejorar los derechos de los trabajadores temporales, rebajando los privilegios de los trabajadores estables: ojalá convenciéramos a los indefinidos para bajar ciertos derechos y dárselos a los temporales, dijo entonces.
Y es que éste representante conceptual de los empresarios del siglo XXI predica, además, con el ejemplo: desde 2010 se gana día a día su puesto de presidente de la CEOE, como antes lo hizo de vicepresidente de esa misma organización, en el período en que Gerardo Díaz Ferrán -hoy en la cárcel- fué presidente. Cargos que ha podido simultanear -supongo que también peleándolo día a día- con su puesto como consejero en Gas Natural, que le reporta actualmente más de 200.000 euros anuales.
Y creo que no está de más recordar que el abultado presupuesto de la CEOE proviene en gran parte de fondos públicos, es decir, también de los bolsillos de trabajadores no fijos e inseguros que, ellos sí, intentan ganárselo todos los días; en pleno siglo XXI, pero como jornaleros del siglo XIX.
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