Vaya por delante que, ante la palabra experto, automáticamente, algo dentro de mí se pone en guardia; son numerosos los tertulianos expertos en casi todo -seguramente ellos quitarían el casi y yo el todo- y que tienen siempre opinión formada sobre cualquier tema. Comprendo que haya personas que bien por profesión, por afición o por devoción comprendan más profundamente que otras -y que yo, naturalmente- cualquier tema, pero no es habitual que estas personas sean solicitadas por los medios para dar publicidad a sus fundamentadas opiniones; los medios son más de recolectar instantáneas de opinadores todoterreno que rápidamente nos dan las claves -eso nos hacen creer- de lo que sea y nos convierten, a su vez, en expertos sobrevenidos, si es que ya no lo éramos (es conocido que la mayoría de los españoles tenemos cualidades innatas para la ciencia infusa); los medios no suelen gastar ni el tiempo ni los recursos necesarios para profundizar en complejidades que quiten brillantez a la síntesis periodística y que parezan pesados y/o pedantes al ciudadano común.
Concretamente, los medios suelen recurrir a figuras populares (actores, deportistas, profesionales de éxito, etc.) para que opinen de cualquier tema ajeno a sus méritos o habilidades personales en el supuesto -confirmado de forma habitual- de que, con ese envoltorio, convertirán esa información de poco valor intrínseco en mercancía vendible (para quien lo no sepa, ésta variante concreta de falacia lleva ya inventada mucho tiempo y hasta tiene donominación en latín: argumentum ad crumenam); se utiliza mucho en diversas actividades, y, cómo no, lo utilizan frecuentemente los partidos políticos, que fichan -temporalmente o mediante un carguito- a figuras con eco mediático como una forma más de propaganda.
Tengo mi opinión, pero estamos en momentos
complicados para dar según qué opiniones, porque cualquier opinión se
toma mal para los dos lados, o para todos los lados, que ya hay
muchos... Es difícil. (Pero no imposible, todos sabemos que a Nadal le van los retos, como puede comprobarse a continuación).
No creo que
esta situación sea buena para nadie, en general. Cuando ocurren tantas
cosas, tantos cambios, tantos problemas: ahora Cataluña, ahora cambio de
gobierno, ahora… Pues qué pasa, que al final la confianza del ciudadano
y de lo que vendemos como país, o de lo que el resto del mundo pueda
percibir de nosotros, probablemente no sea la mejor ...Si me
preguntas si me gusta todo lo que ha ocurrido, pues no. No me refiero a
si me gusta que se cambie el Gobierno o no… No sé de qué manera van a
poder gobernar los que entran; no sé con qué mayoría van a gobernar, o
qué cosas se pueden hacer o no hacer... No sé, son situaciones o
momentos complicados que vivimos en nuestro país, que hay que dejar
pasar. (Parece que opina que la situación es mala, demasiados cambios, cosas y problemas que afectan a nuestra imagen como país ante el ciudadano y ante el mundo; aún así no sabe si le gustan o no los cambios, no sabe que cosas son o no posibles, no sabe si se puede gobernar sin mayoría...que, para ser opinante, declara no saber sobre bastantes asuntos (o cosas), pero tiene claro, como conclusión, que hay que dejar que esta situación pase. Y pasará, seguro, es inevitable).
A mi modo de entender, y no
quiero ser imprudente, lo mejor sería votar, o a mí me gustaría votar.
Entiendo que con todas las cosas que han ocurrido en estos dos últimos
años, que no son pocas, creo que al ciudadano le gustaría votar otra vez
porque a día de hoy no creo que nadie que pueda gobernar, que los
ciudadanos nos podamos sentir totalmente representados porque hay
demasiados, demasiados pactos y al final nuestro voto queda de una
manera que no nos sentimos del todo cómodos por lo que está ocurriendo.
No creo que sea solo un sentir solo personal, sino que también puede ser
un sentir general. (No sé si habrá conseguido evitar la imprudencia, sobre todo deduciendo de su acuciante deseo de votar, que votar sería lo mejor para todos los ciudadanos -simpaticen o no con el partido político de ese nombre, supongo- pero sí ha dejado claro que no le gustan los usos parlamentarios que permiten que su voto sea utilizado y/o traducido en pactos, parece que ésto le incomoda casi tanto como los calzoncillos que persisten en desaparecer en la hucha; he creído entender que propugna la democracia directa no sólo para él, para todos).
En fin, que ya estoy impaciente esperando el día en que los medios recojan la opinión de Rafael Nadal sobre jardinería o cocina.
¡Ah!, para los interesados en la opinión de famosos, Belén Esteban también se ha lanzado, y coincide bastante con Rafael Nadal... nada, que va a haber que convocar elecciones ¡ya!...