sábado, 2 de junio de 2018

Efectos colaterales

Aunque está por ver lo que quiere -y, sobre todo, lo que puede- hacer en términos de política práctica el nuevo presidente del gobierno, existen ya beneficios inmediatos añadidos al cese como tal de M. Rajoy. 
Para empezar, muchos -creo- nos ahorraremos las maneras chulescas, ofensivas e indignantes del hasta ahora portavoz del grupo parlamentario del PP en el Congreso, Rafael Hernando si, como es previsible -quizá confunda mis deseos con la realidad- abandona su puesto; en una de sus últimas intervenciones durante la moción de censura cuyo resultado ha implicado el cese de su jefe, el señor Hernando, en su más depurado estilo de bravucón tabernario, no ha tenido en menor empacho en hilar toda una serie de mentiras -cualidad ésta que es difícil suponer que incluso él mismo desconociera- como medio de expulsar la bilis producida por la desagradable sorpresa de ser consciente repentinamente de la situación política producto de la moción del censura.
Una de esas mentiras -que creo que no se ha mencionado mucho- es su equiparación de las circunstancias del cese del presidente Suárez en 1981 con las del presidente Rajoy ayer: no existe equiparación posible; para empezar Suárez dimitió, su abandono no se debió al resultado de una moción de censura contra él.  Tampoco es plausible que ni siquiera propio señor Hernando crea -como afirmó- en la supuesta añoranza con que el recién censurado Rajoy será recordado  en el futuro, cosa que sí ocurrió con Suárez, más por deméritos ajenos -es éste un país en el que el dicho alguien vendrá que bueno me hará, se cumple con inexorable precisión- que por méritos propios. Y, desde luego, tampoco son comparables el valor, la altura de miras y la inteligencia de uno y otro.

No hay comentarios :

Publicar un comentario