El lema franquista para España: Una, grande y libre, es claro que respondía más a la propaganda que a la realidad; España, de siempre ha sido diversa, -desde los tiempos en que aún no existían naciones-Estado y la denominación oficial de éste país era las Españas- nunca fué una y ni siquiera la estructura represiva del régimen de Franco pudo transformar esa realidad, grande lo fué sólo en la idealización imaginada de un pasado imperialista -tan querido por la derecha- y libre una pura mofa para los españoles que vivían en un país que más era un cuartel o una cárcel: ni Una, ni Grande, ni Libre. Sin embargo esa querencia por lo monolítico, lo ya establecido, el pensamiento único, pervive y da cuerpo a todo el pensamiento conservador fundamento de la derecha política de tal modo que es la primera cuestión a indagar de aquellos que, vergonzantemente, no declaran su pertenencia a ella y que pretenden pasar por liberales, centristas, personas de orden o cualquier otra adscripción circunstancial e instrumental para ocultar la realidad de su pensamiento: somos los de siempre, la reacción al progreso natural del hombre en la Historia; con ésto en mente es más fácil establecer una cierta clasificación objetiva en términos políticos.
Así ocurre que ahora, cuando tanto el PP como Ciudadanos -ese partido regenerador al estilo Lerroux, que ya está necesitando de forma urgente una profunda regeneración de sí mismo- se refieren a la alternativa política al gobierno del PP como un gobierno Frankenstein -en realidad, el monstruo creado por Víctor Frankenstein no tenía nombre- queriendo ridiculizar la diversidad de los grupos políticos que rechazan tanto las políticas del gobierno del PP como la evidente corrupción de ese partido, ponen de manifiesto quién es quién en el actual panorama político y cuales son sus prioridades y querencias. Además de que esa diversidad es producto de la realidad de la calle, del país, no se trata más que de sumar y restar diputados en el Congreso para decidir quien ha de ser el responsable de la formación del gobierno; esas son la reglas establecidas para ello y supone que una opción votada por una mayoría de diputados es también la que representa a una mayoría de ciudadanos: la esencia de la democracia.
Y es que, además de otros argumentos pertinentes utilizados en ciencias sociales para demostrar que la diversidad siempre es positiva, debería bastar con uno, prestado por la Biología: la biodiversidad es esencial para la supervivencia; la ausencia de diversidad es, en Biología, sinónimo de extinción. En política, a poco que pueda, la derecha siempre impone esa ausencia de discrepancia: Franco instauró en España 25 años -algunos más- de paz; la paz de cárceles y cementerios. El PP ha pretendido retrotaernos de forma acelerada a aquellos tiempos; parece que ha encontrado la adecuada respuesta por parte de la ciudadanía: la reacción también tiene unos límites.
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